15. Mi propia tumba.

528 55 29
                                    


Cuando desperté al día siguiente era yo quien abrazaba a Matt por la espalda, mientras Cristian lo abrazaba de frente y su mano aún estaba en mi cuerpo. Casi me reí por la estúpida escena, pero lo evité cuando la vibración de mi celular llamó por mi atención.

Me apresuré a la cocina para atender a Ítalo que no estaba teniendo una buena mañana. Me dijo que el día anterior Matt no había reconocido al sujeto, pero que lo habían estado investigando un poco más a fondo y él no sólo había sido cómplice en esa época, sino que en la actualidad estaba metido en una red de trata también. Teníamos que limpiarlo del mapa lo antes posible.

Miré la hora y apenas pasaban de las ocho. Le pedí unos minutos y le dije que iría en cuanto pudiera. No pareció feliz, pero lo aceptó.

Fui por una ducha y luego por mi desayuno. No pasé por ropa porque no quería despertar a los otros dos muchachos, si me podía ir antes de que eso pasara sería lo mejor.

Pero por supuesto que no fue así. Los oí moverse a la ducha unos segundos después y Cristian apareció en la cocina luciendo sólo su bóxer mientras informaba que Matty había decidido dormir un poco más.

—¿Me hiciste hotcakes? —consultó dejando un beso en mi cabello al pasar por una taza, como si esa fuera su maldita casa. —Matt dijo que cocinabas de maravilla.

—Hay pan en la alacena —dije de mal humor.

El muchacho ignoró mi tono y sacó una taza, un poco de pan y un dulce que encontró en mi heladera. Se sentó a mi lado y me dio una gran sonrisa.

—¿Cómo estuvo?

—¿Qué cosa?

—Lo de anoche... —dijo deslizándose más cerca, dejando caer su cabeza en mi hombro para acercase lentamente a mi cuello.

Le di un golpe en su estómago para alejarlo, pero eso no lo detuvo. Me acercó más a su cuerpo, tocando con sus manos mi cintura.

—¿Volvemos a la cama con Matty un poco más?

—Oye, les dije que lo de anoche había sido la última vez ¿O no les dije? —consulté irónico. Cristian no escuchó, deslizó su boca atrás de mi oreja y con sus dientes mordió con suavidad. —Oye

—Mi nombre es Cristian —susurró recorriendo mi piel con sus suaves manos, sin dejar de mordisquear mi oreja. —Anoche quería marcarte, pero supuse que tu novia no estaría feliz. ¿Ella llamó?

—No —empujé su cuerpo del mío, pero el sujeto tenía mucha fuerza. —Fue Ítalo. Me necesita en casa.

—Ve luego —sugirió tomando posesión de mi mentón para girarme hacia él —Matt nos espera en la cama.

—No, debo —comencé, pero no pude terminar. Cristian apretó sus labios contra los míos. Él había dicho que no me besaría y yo había confiado en eso, no esperaba ese movimiento. Pero ahí estaba, con sus labios sobre los míos, intentando ingresar en mi boca. —Oye

—Es Cristian —repitió antes de volver a besarme. —Si dices mi nombre, te dejaré ir... —aseguró deslizando su mano por debajo de la toalla que cubría mi cintura. Su mano se sentía suave mientras se movía de mi muslo a mi miembro, y yo comenzaba a sentir las palpitaciones allí. —Sólo dilo... —dijo inclinándose más cerca para tener un mejor acceso a mi boca.

Pero no lo dije.

Acepté el beso y dejé que me tocara. Dejé que me guiara de vuelta a la cama donde efectivamente Matt estaba esperando y me quedé con ellos mucho tiempo más a pesar de saber qué pasaría con Ítalo después. Elegí quedarme, elegí aceptar el beso de Cristian, elegí volver a tener sexo con Matt. Yo elegí cavar mi propia tumba.

1.5 RecuerdosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora