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A las nueve y media de la noche del veintiocho de febrero, Jungkook aterrizó en el aeropuerto internacional de Los Angeles, más conocido como LAX. Una vez recogió su pequeña maleta, usó sus contactos como policía y logró salir por un lateral del aeropuerto para esquivar a la posible prensa. Su hermana ya le había avisado que a las puertas de su casa ya había más de una docena reporteros y en aquel aeropuerto también era muy posible que hubiera prensa.

Cansado pero feliz, llamó a Jin para indicarle dónde podía recogerle. Cuando este por fin llegó, gritó al verle:

—Por el amor de Diorrrrrrrr el Xman de mis más morbosos sueños ya está aquí.

Emocionados, se fundieron en un candoroso abrazo:

—Te he echado de menos Jin.

—¿Qué me estás contando divine mío?

—Lo que oyes —sonrió Jungkook.

Encantado por aquel comentario, el joven se acercó a él y le guiñó un ojo, arrancándole una carcajada.

—A mi no me digas eso que rápidamente me emociono my love. Y mi crazy cabecita comienza a pensar en que viniste por mí y no por ella.

—Siento decepcionarte pero...

—Lo sé... lo sé... no seas cruel —río aquel.

Entre bromas se encaminaron hacia el coche con el que Jin había venido a recogerle.

—Menos mal que has venido para solucionar esto de una vez por todas. Si llegas a tardar más creo que hubiera salido en el New York Times por asesinato —le dijo Jin colgándose de su brazo.

—¿Por qué?

—Minnie se ha vuelto loco.

—¡¿Loco?! —preguntó preocupado.

—No para de comer galletas Oreo, escuchar la horrorosa música que a ti te gusta y encima ha engordado dos kilos. ¡Dos!

—¿Y eso es malo? —rio Jungkook divertido al imaginarlo escuchando a AC/DC.

—¡Es terrible! Mi queen no debe continuar comiendo así. Y tras ganar ayer el Oscar ¡ya ni te cuento cómo llora!

—No te preocupes, yo haré que deje de llorar.

—¡¿Cómo no me voy a preocupar?!... el es mi vida,

—Y la mía Jin... y la mía —asintió Jungkook emocionándolo.

Sin tiempo que perder, llegaron hasta un reluciente Porsche rojo y tras meter su pequeña maleta en el pequeño maletero Jungkook murmuró:

—Joder macho ¿este pedazo de cochazo es tuyo?

—Uiss... me encanta lo de macho. Me hace sentir fuerte y poderoso —se mofó y tirándole las llaves aclaró —: En cuanto al coche es de queen y toma, conduce tú.

—Sin problema —asintió encantado y tras montarse murmuró—. Bueno, indícame donde está y vayamos a verlo.

Jin, con cara de circunstancias, lo miró, se toco el pelo, después se alisó el pantalón blanco y tras quitarle una pelusilla a Jungkook de la camisa oscura dijo:

—A ver my love, como te explico yo esto sin que parezca terrible. —Jungkook frunció el ceño y este prosiguió—. El ha estado muy triste desde que regresamos primero de Spain y luego de Tokio y ¡oh my God! solo comía galletas Oreo... —¿Dónde está? —exigió Jungkook al notar como aquel daba rodeos.

—A estas horas, y como anoche ganó el Oscar, debe estar en una fiesta en casa del guapísimo Anthony Wellinford y...

—¡¿Y?!

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