Primera parte: 'Compeler'

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Choi Soobin siempre fue alguien... "extraño".

O por lo menos eso decían sus padres de él a sus espaldas cuando el pequeño tan solo tenía ocho años.

Hijo de uno de los Coroneles de mayor renombre de las fuerzas armadas con una enfermera que solía servir en el servicio militar antes de convertirse en ama de casa total una vez nació su único hijo.

Soobin siempre fue un niño amado y mimado por sus padres. El pequeño engreído fue criado mayormente por su madre ya que su padre estaba técnicamente, todo el año fuera de casa, rindiendo por su patria. 

Soobin parecía ser un niño sano y normal. Eso hasta cierto punto.

La primera actitud bizarra del niño ocurrió a sus cuatro añitos de edad.

Su padre había regresado a casa especialmente para el cumpleaños de su pequeño. Como regalo, iban a permitirle por fin al niño decorar su habitación como quisiera, de los colores que quisiera y con los adornos que prefiriera.

Cuando Soobin inocentemente respondió "amarillo y violeta con pegatinas de flores en las paredes" , sus padres compartieron una mirada de preocupación, algo que el niño en ese entonces no pudo entender.

Le atribuyeron esa clase de comportamiento al hecho de que se debía a la influencia de su delicada y femenina madre, quien estaba con él 24/7, además de que los niños no saben lo que quieren y a esa edad suelen ser un poco tontos, ¿no?

Al final Soobin no entendió porque su papi ponía esas caras o por qué le dijo que sería mejor si era él mismo quien elegiría los colores, no cuando el pequeño estaba tan emocionado por hacer su pequeño espacio verdaderamente suyo. Pero bueno, no era como que el azul oscuro y los robots le desagradaran tampoco.

Siempre les pareció raro a sus progenitores que a Soobin no le gustara mucho jugar con la pelota, a las guerras o con carritos de juguete como a su padre le encantaba hacer de niño. De hecho, Soobin solamente lo hacía cuando su padre jugaba con él, porque después todo eso le parecía aburrido.

A los seis años también ocurrió otro incidente. En el jardín de infantes, Soobin tenía un amigo llamado Sunwoo. Todo el tiempo hablaba de  Sunwoo; que Sunwoo y su dibujo, que Sunwoo le enseñó tal juego, que Sunwoo sabía la respuesta a la pregunta, y Sunwoo, Sunwoo, Sunwoo.

Soobin siempre les comentaba de él a sus dos padres mientras estos almorzaban juntos en la mesa, el único momento familiar que podían compartir los tres cada vez que su padre se quedaba en casa.

Ellos se limitaban a reír porque les parecía tierno que los niños fueran tan apegados, cariñosos e hiperactivos. Dejó de parecerles tierno cuando una vez que fueron a recoger a Soobin al jardín, observaron a su hijo despedirse de su amigo con un beso, un besito inocente en los labios, apenas un roce.

El otro niño lo empujó molesto y se limpió la boca con su antebrazo para luego correr hacia sus papis, señalar a Soobin y gritarles con molestia: "¡Me ha besado!"

Muchas miradas cayeron a los Choi, pues el niño asustado porque al parecer había hecho algo malo, corrió hacia los brazos de su padre, quien lo cargó y refugió su cabecita en su hombro.

El señor Choi se veía ansioso mientras sostenía y miraba con rareza a su pequeño, sintiendo su pechito subir y bajar en su hombro, sus manitos entrelazarse en su cuello. El señor Choi quería dar una explicación a todos los presentes, a todos los dueños de esas miradas que ahora veían a su hijo como si fuera una aberración. Pero, ¿que les iba a decir? Si no sería su propio hijo, tal vez hubiera reaccionado igual.

En casa, Soobin solo se asustó más porque su padre lo encerró en su habitación ordenándole que se quedara allí.

Escuchó del otro lado de la puerta como su padre le gritaba a su madre y le decía que era culpa suya, que era por tratarlo con mano tan suave, como a niña, por estar viendo telenovelas en frente de él.

WHAT A MAN IS SUPPOSED TO DO [Yeonbin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora