Sexta parte: 'Renunciar- Soobin'

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Por alguna razón, Soobin creyó que su amor iría por él.

Lo creyó cuando vio a los primeros días pasar como si todo hubiera sido solamente un muy mal sueño.

Lo creyó las semanas siguientes también.

Lo creyó mientras estuvo internado en el hospital del lugar, mientras sanaba físicamente.

Aunque emocionalmente fue otra historia, porque dejó de creer.

Su único consuelo -al cual se aferraba desesperadamente- era la suposición de que la única razón por la que Yeonjun no había ido por él aún, era la seguridad que tenía vetado al mayor de la zona.

Era eso o... No. Tenía que ser eso.

Durante esos meses de recuperación, Soobin se había sumergido involuntariamente en un ciclo que lo tenía apresado, como si estuviera cayendo, cayendo un poco insondable una y otra vez.

La tortura del recuerdo haciéndole sentir vivo, adversamente vivo.

Atrapado en un comportamiento errático del cual no se veía capaz de escapar por no tener la fuerza; llorar, comer, dormir.

Un bucle sin fin.

Yeonjun se había vuelto su todo durante ese tiempo. ¿Ahora qué? Si su todo se había ido ¿Ahora qué? Si su sol había dejado de alumbrar su camino dejando solo cenizas danzando al compás del viento? ¿Ahora qué sería de él sin su otra mitad?

Soobin había leído numerosas novelas rosas a lo largo de su vida. Siempre se escabullía en la biblioteca de su madre para poder encontrar en las letras, una bella realidad antagónica a la suya, un poco de confort para su endeble alma, un escape de libertad de su pequeña mentira prisionera en sus labios y corazón, un buen chocolate caliente en una tarde gélida...

Soobin se sumergía en la magia de la lectura para hacer desaparecer sus pesares cada vez que las letras dejaban de formar párrafos ante sus ojos y empezaban a formar idílicos escenarios.

En los escenarios más hermosos solían darse las escenas más melifluas y significativas para los personajes; en una bonita playa de arena blanquecina y agua cristalina, en el medio de un campo cubierto de nacientes girasoles al inicio de la primavera, en un restaurante lujoso iluminado por un ostentoso candelabro colgando desde el techo, o tal vez simplemente bajo la luz de una vela.

Siempre retratando al amor como algo inocuo y perfecto.

Declaraciones, besos y caricias, bodas y una buena vida.

Soobin, al leer tantas historias de amor que sabía jamás podrían ser suyas, se convirtió en un romántico empedernido de la ficción.

Pero no estaba enamorado, él solo lo estaba de la idea de estarlo.

Porque daba miedo.

¿De verdad podría llegar a sentir un remolino en su interior solo con ver la sonrisa de alguien más?

A veces, las letras le sonaban como una exageración idealista.

Pero cuánta razón tenían las que en el pasado pintaban como falacias en su cabeza. Porque fue al conocer a Yeonjun que, sintió todos esos remolinos y muchísimo más. Inefable.

Estaba enamorado, locamente enamorado. Definitivamente, todo lo que sentía al pensar en el mayor era todo lo que describían esos libros que amaba tanto leer.

Pero entonces, ¿a quién debería creerle?

¿A las revistas que describían sus sentimientos como una terrible enfermedad? ¿O a los libros, que detallarían lo suyo como amor?

Soobin no lo entendía.

¿Por qué dos hombres no podían?

¿Por qué dos mujeres no podían?

¿Por qué? Si todos somos seres humanos que buscamos desesperadamente un poco de amor.

Soobin no lo entendía.

Quizás en verdad estaba loco con sus ideas progresistas.

El hecho que conociera a Yeonjun en un lugar tan antiestético en vez de esos escenarios mágicos que circunvalaban al amor, tal vez era un indicio que lo suyo no lo era.

Mierda, todo era tan confuso.

Soobin jamás había reflexionado tanto en toda su vida.

Cuestionaba si su existencia había sido un error. Cuestionaba si es que él era el único loco en un mundo de cuerdos o si él era el único cuerdo en un mundo de locos. Cuestionaba a su padre, su madre, el sistema, e incluso si valía la pena de seguir vivo.

Le habían arrebatado a su felicidad, a Yeonjun.

Solo quedaba un vacío en su corazón que hacía que cada vez que este latiera, doliera de sobremanera.

Lo que más dolía era no saber absolutamente nada de él.

Fueron cuatro meses en los que se preguntaba como estaría él, si lo pensaba con el mismo fervor que él lo hacía. Cuatro meses de insomnio reviviendo la peor noche de su vida, más los bonitos recuerdos, porque claro que tenía que echarle sal a la herida, y también limón por supuesto, porque se repetía a sí mismo que le había arruinado el sueño que toda la vida se había esforzado por alcanzar. Le había jodido la vida.

Soobin no tenía a nadie a diferencia de Yeonjun. Solo le quedaba escuchar a sus demonios que atacaban en cada silencio, cada noche.

Honestamente, poco le importaba que Hyunwoo y su grupo, a pesar de no haberle dicho a nadie sobre ellos por miedo, siguieran humillándolo cada que podían ahora que estaban en el mismo edificio. Más que nada en venganza de Yeonjun.

No podían golpearlo porque si él tenía marcas, el teniente miraría eso y estarían en problemas. Pero como sabían que Soobin no diría nada, lo humillaron de otras formas, formas innombrables; usando su cuerpo a su antojo, también su excesivo y anejo amor por Yeonjun para torturarlo.

Soobin ya ni siquiera lloraba las últimas semanas. Se sentía más muñeco que persona.

Entonces solo podía pensar en él y en lo bonito que hubiera sido seguir con su pecaminoso secreto hasta el final.

Su consuelo era la entelequia, que estaba seguro, jamás pasaría.

Esa noche, dichos sentimientos e incesantes pensamientos lo impulsaron a hacer algo que quiso hacer desde semanas atrás, pero no se animó por miedo.

Miedo a tantas cosas...

A seguirse lastimando, a verlo, a revivir con más avidez aquella fatídica noche.

Ignorando la ansiedad que fue menor que su necesidad, fue guiado por ese impulso incitado por amor. Soobin se levantó de la cama encaminándose fuera de las habitaciones.

Necesitado por volver al que alguna vez fue su lugar seguro, sin imaginar que al abrir aquella puerta oxidada de metal, se toparía con una silueta ya conocida.

WHAT A MAN IS SUPPOSED TO DO [Yeonbin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora