Décima y última parte: 'Eviterno'

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Tenía que ser.

¿Y si no era?

No, no. Tenía que ser esta.

La casa se veía lo suficientemente ostentosa como para que fuera de un general de primera.

No podía haber muchas familias Choi en Alsan, ¿verdad? Alsan nunca fue un lugar demasiado grande, o eso le habían dicho, pues era la primera vez que salía de la capital.

Bueno, como sea, la tercera era la vencida.

Hubiera sido todo mucho más sencillo si hubiera podido acceder a los datos en los archivos de la oficina de su padre. Pero qué iba a hacer eso. Si su padre lo veía, probablemente lo mataría por la decepción.

Desertor.

Gracioso.

Antes incluso tan solo pensar en la palabra lo hacía estremecer. Ahora... Era realmente hilarante, y que fuera de esa forma, era irónico.

Pues lo que antes era su mayor preocupación ahora tan solo le daba risa.

Antes solo podía pensar en cómo y qué hacer para cumplir las expectativas de su padre, de sus superiores. Ahora que sabía con certeza lo que quería, mientras buscaba la pieza faltante (que en realidad era la única que necesitaba), no podía evitar sentirse más irónico.

Porque daba meramente igual que tuviera miles de otras piezas bonitas para rellenar ese espacio vacío. Él solo necesitaba una.

No lo eligió, mucho menos lo hubiera querido así, jamás hubiera sido su elección o siquiera opción. Sin embargo, su estúpido terco corazón ya había decidido, había cambiado, y ahora buscaba incesantemente su motor.

A la mierda todos. Realmente todos.

A la mierda su pseudociencia, a la mierda sus creencias y a la mierda el mundo, que quizás podrían estar en lo correcto, pero dios, ¿y qué? ¿Acaso uno no puede "equivocarse"? A esas alturas ya no importaba si fuera bueno o malo.

Todos perseguimos nuestra propia felicidad a costa de algo. ¿Bueno o malo? Depende de ti. Pero de ti, no de otros juzgones que meten sus narices donde nadie los llama, podían irse a la mierda también.

Dejen a un joven hombre inocuo, pecador y egoísta ser feliz a su modo, gracias.

Ahora... ¿De verdad esta sería su casa?

No, esperen, primero lo primero. ¿Soobin seguiría sintiendo lo mismo que él? ¿Su corazón seguiría tatuado con su nombre como él tenía el suyo? Ojalá así fuera, porque Yeonjun no sabría qué haría si no fuese de ese modo, pero... ¿Y si lo odiaba? ¿Y si lo habían logrado convencer de que en verdad eran un error? ¿Y si no quisiera verlo nunca más? Pensar en ello dolía y nublaba su juicio.

Él no habría hecho lo que hizo si no estuviera seguro de que Soobin fuera la única respuesta.

No había vuelta atrás de todas formas. Lo puso todo al fuego, incluyéndose. Si Soobin no lo sacaba, terminaría por arder en las llamas de la locura hasta las cenizas.

¿Arrepentimiento? Solo uno.

El no haber aplicado el método de supervivencia de: "Que me valga un carajo lo que digan los demás. Es mi vida, y yo haré lo que carajos quiera para ser feliz" antes.

Deja de esconderte, mi pequeña lucecita.

Respira, respira y exhala, inhala.

Toca.

Yeonjun dio tres golpes secos en la puerta.

Decir que estaba nervioso es el eufemismo del siglo. Él jamás estaba nervioso, pero de nuevo, el único capaz de ponerle cada pelo de punta, era Choi Soobin.

WHAT A MAN IS SUPPOSED TO DO [Yeonbin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora