La ventana, algo sucia y sin cortinas adjuntas, estaba parcialmente abierta, casi hasta la mitad. Esta dejaba entrar luz de tonalidad casi naranja, propia de un sol subrepticio escondiéndose tras las más lejanas montañas terrosas. Rayos de luz que daban por terminada la tibia tarde daban apertura una vez más al usual e incómodo chequeo semanal del muchacho. Rayos de luz que, se reflejaban enteramente en los lentes de la doctora Lee, así ocultando también sus oscuros, penetrantes y arbitrarios ojos. Aunque no era que importara mucho de todas formas, pues aun cuando el cielo estuviese teñido de fríos colores y hubiera un sol larvado perdido por ahí, las ocasiones que Yeonjun conectaba con aquellos ojos, eran contadas con los dedos de una mano.
Yeonjun miraba con atención sus uñas carcomidas y dedos heridos culpa de su ansiedad. Los pequeños cortes en su piel, insensibles y rojizos, parecían ser lo más interesante de todo aquel consultorio improvisado.
Sus manos reposaban cómodamente sobre la suave tela de su pantalón beige, el sudor de estas filtrándose en la tela oscura.
No estaba tan nervioso como la primera vez. Pero al ser esta su segunda visita luego de haber estado recuperándose casi dos meses después de las consecuencias impregnadas en su cuerpo de aquel momento tan traumante, Yeonjun todavía no podía creer del todo que aquellos últimos nueve meses habían sido reales. Que Soobin lo había sido.
Todo parecía un sueño lejano, ideal, pero nada más que un sueño.
Sus costillas habían sanado, la piel empezaba a cicatrizar, las tonalidades moradas desaparecieron de su lechosa piel, las costras estaban cayéndose, pero el distante recuerdo seguía ahí. Su maldita sonrisa y sus ojos de cachorro seguían persiguiendo a cada momento; noche, día. Abriendo más una herida jamás cerrada.
¿Cuándo se curaría? Estaba ansioso por hacerlo.
Yeonjun estaba harto de sufrir y de sentir tanto peso en su corazón que solo reclamaba por justicia.
Yeonjun tenía miedo de la terapia.
Quería olvidar, pero no quería olvidarlo. Quería alejarlo, pero no quería alejarlo. Yeonjun quería ser curado al mismo tiempo que no.
Jamás había sido tan etéreo estar enfermo. Y tal vez él hubiera querido seguir enfermo hasta sus últimos estertores. Tal vez.
Pero Choi Yeonjun era un hombre correcto, siempre lo había sido.
Él necesitaba la terapia. La necesitaba tanto, casi con locura.
Pensarlo todo el tiempo -y no es una hipérbole-, todo el maldito tiempo, y sufrir... Era algo que ya no quería más.
Sabía que no sería fácil y que necesitaría del estúpido tratamiento con urgencia. Iba a necesitar de mucha, pero muchísima terapia.
Porque al parecer ese viejo proverbio de que el tiempo lo cura todo, era una vil falacia. Habían pasado dos benditos meses y el jodido tiempo no curaba nada, es más, se burlaba de él cada vez que Yeonjun miraba el reloj, pugnándose en ser lento.
El tiempo era cruel, pero no tanto como el destino. definitivamente ese le ganaba en los juegos de virilidad de la vida.
"La vez pasada no quisiste hablar mucho" dijo Lee.
Yeonjun asintió una sola vez, escuchando vagamente como para alimentar su comprensión. Todavía seguía mirando sus manos.
"El teniente dijo que quieres curarte." siguió ella, escrutándolo bajo sus gruesos anteojos redondos.
"Quiero hacerlo." habló por fin Yeonjun.
"¿Entonces puedes ser honesto conmigo, Yeonjun?" Lee buscaba sus ojos, pero Yeonjun no contribuía. Él solo presumía sus pronunciadas ojeras.
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WHAT A MAN IS SUPPOSED TO DO [Yeonbin]
Fanfic1978. Choi Yeonjun y Choi Soobin solo tenían una cosa en común al conocerse en aquella escuela militar: El apellido. ♪ Sing Along: Ganador en el primer lugar para la categoría romance. ♪ Portada por: @Jeong_BxbyGxrl ♥