—¡Casarnos! ¿Sabes que eso no va a suceder ni de coña? Dime que lo sabes, porque no pienso casarme contigo solo para no darle un disgusto a tu madre —grita Mario fuera de sí.
Están dentro del coche, donde sólo ellos pueden oír los gritos y los reproches.
—¿Y qué querías que hiciera? Está muy deprimida, Mario, no sé que hacer para animarla.
—Está deprimida porque está enferma y se está muriendo. ¿Te parece poco? Yo también estaría deprimido. Pero no puedes hacerme esto, Gloria. No... Esto sí que no.
—No exageres. Hoy la gente se casa y se divorcia como si nada. Firmas un papel y luego firmas otro... Y ya —dice ella, tratando de quitarle importancia al asunto.
—¿Y ya? —pregunta Mario, muy indignado—. Olvídalo, no voy a pasar por ahí. Sabes que le tengo aprecio a tu madre, pero esto es demasiado.
Gloria pone los ojos en blanco.
—Mira, es muy sencillo. Hacemos el paripé de una boda íntima. Solo mis padres, los tuyos y yo. Contratamos un señor que se haga pasar por notario y firmamos unos papeles falsos que no vayan a ningún lado. Ella se lo cree, se muere feliz y nosotros seguimos solteros. ¿De acuerdo?
—¿Estás proponiéndome que meta a mis padres en todo este ajo? Olvídalo —dice Mario completamente enfurecido.
—Tu madre lo entenderá. Seguro que ni siquiera le has dicho que tu suegra se está muriendo.
—No son amigas —contesta él a punto de perder la paciencia y bajarse del coche.
—Mira, es mi madre, está muy mal, y haré cualquier cosa para animarla. Si fuera tu madre, harías lo mismo ¿verdad?
—¿Te refieres a mentir?
—Es una mentira piadosa, para que muera feliz. Por Dios. ¿Cómo voy a darle un disgusto a estas alturas de su enfermedad?
Mario aprieta la mandíbula y apoya su cabeza en su puño. Sí, lo entiende. Pero no es su estilo. Si fuera su madre, le contaría la verdad.
—Lo pensaré, Gloria —dice él finalmente.
Baja del coche de su exnovia y saca las llaves de su casa del bolsillo.
***
Observo con detenimiento una foto de Mario. Nos sacamos aquel selfie juntos el día que fuimos de excursión al campo. Me detengo en esos ojos oscuros paradójicamente llenos de luz que miran hacia la cámara. Como decía esa canción de Ed Sheeran: "I see the future in your eyes".
Entonces miro el reloj, son las dos de la madrugada. Suspiro, resignándome al insomnio.
Mañana es lunes y me arrepentiré de estar despierta a estas horas... Pero qué le voy a hacer si me he empezado a acostumbrar a domir rodeada por un brazo que se me ajusta a la cintura como si lo hubiesen fabricado a medida para encajar.
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Un café para Aura / Cristina González 2020
Lãng mạnElla se resiste a depender de él. Prefiere estar sola que exponerse al abandono. Pero tiene un problema: le vuelve completamente loca. Bueno, quizá pueda entregarse solo un poquito, sin perder su independencia, sin poner su corazón (y así no arriesg...