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Zoé se preguntaba demasiadas cosas, como su vida había cambiado en tan solo dos días. Nunca se había quejado de su trabajo ni mucho menos de un cliente, está vez era demasiado diferente. Sinceramente nunca esperó que el fuera así, la mayoría de personas venían aquí para estar bien mejorar y dejar todo atrás, pero el era diferente, era todo lo contrario a lo que ella había imaginado.

Era como si el señor Lee estuviera aquí por obligación, se sentía como si el aún estuviera aferrándose a esa parte de su pasado. Eso llegaba a preocuparla demasiado, sentía que el señor Lee confundía muchas cosas, como el hecho de escaparse de su soledad compensándolo con ardurás jornadas de trabajo, el era un adicto al trabajo. El señor Lee no estaba bien, y Zoé quería ayudarlo, quería saber el porque de cada acto, el porque había decidido muchas cosas en su vida.

Se identificaba demasiado con el señor Lee.

Zoé también había pasado por aquello, sabía lo que se sentía estar en ese callejón sin salida. Su propia mente le había hecho creer que trabajar y trabajar era su única salvación en aquellos momentos, para Zoé también había Sido muy difícil salir de una depresión. No era fácil, para ella no fue fácil, sabía perfectamente que para el señor Lee tampoco lo sería. Y por esa razón quería ayudarlo, muy dentro de Zoé no quería que el señor Lee cometiera el mismo error de ella.

Extrañamente quería ser su luz en la oscuridad, quería que el se diera cuenta de lo importante que es estar bien, que no está solo. Que aunque el sea así con ella el, ella siempre estaría con el. Quería demostrarle al señor Lee, que no todo en esta vida es dolor, que hay demasiadas cosas por vivir, que no tendría porque estar solo. Porque de algo si estaba seguro, Lee Dongmin no era un simple cliente para ella.

Era algo más haya.

Que Zoé no podía decífrar.

—Señor Lee es hora de despertar—susurro Zoé. Dongmin no respondió—Señor Lee... señor Lee.

—¿Mmm?—Zoé sonrió de lado al ver cómo el señor Lee tomaba la sábana y tapaba su rostro.

—Señor Lee debe desayunar, ya durmió demasiado—volvio a insistir.

—No quiero.

¿Era Encerio?,

¿Ahora se comportaba como un niño?.

—Okey, saldré por un momento. No se vaya, ¿Okey?—asintió—Vuelvo enseguida señor Lee.

Zoé salió de la habitación y bajo en el elevador hasta afuera del gran edificio, pudo identificar la motocicleta de su hermano a lo lejos. Se acercó a paso lento, al estar ahí con ellos recibió lo que su hermana le había dado.

—¿Estás bien?—pregunto Santiago—Se nota que estás cansada.

—Lo estoy, pero me siento bien. Deben regresar a casa, está por llover y Kat no debe enfermarse—ambos hermanos soltaron una pequeña risilla al sabe que su hermana nunca cambiaría—¿Que sucede?, ¿Les parece gracioso esto?.

—No, cuídate Zoé—concluyo Santiago.

—Gracias por esto, extrañaba tu comida.

—Zoé recuerda que mañana debemos ir a la universidad.

—Lo tengo claro, pasaré por ti a las nueve. Debes estar lista ya.

Kat asintió.

Zoé se despidió de sus hermanos y volvió al hotel, subió en el elevador hasta el piso correspondiente. Al entrar lo primero que vio fue hacia el sofá, el señor Lee estaba sentado en el con la computadora enfrente. Zoé suspiro, no diría nada, en realidad no estaba de ánimos para pelear.

~Sweet Coffe~ (Cha Eunwoo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora