II

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-Ya, dinos, ¿cómo fue que se enamoraron?

-Estás disfrutando esto ¿no es cierto? –Sasuke mira a su hermano aun con esa boba sonrisa y recargando su mentón sobre su mano, allá seguros detrás en la cocina.

-No sabes cuánto. –sonrió todavía más y miró hacia el fondo, su café estaba listo, se acercó a servirse. -¿Café?

-Cargado. –dijo con mala cara mientras veía allá, en el jardín, a través de la puerta de cristal, a su padre y a Naruto hablando. El rubio agitaba las manos de manera infantil, mostrando cosas imaginarias y enseñando algo entre sus manos que por la lejanía no alcanzaba a notar.

-¿Se besaron? ¿Qué se siente besar a un hombre?

-No lo sé, Itachi. ¿Qué se siente?

-¿Yo? –ninguno se miraba pero ambos se imaginaban las caras del otro.

-De los dos, eres el que más aventuras has tenido.

-Ah, pero no me he casado con ninguno.

-Cierra la boca. –se queja con agotamiento. –No tenías que aparecer de nuevo en mi vida. –Susurra mientras entrecierra los ojos y percibe la sonrisa nerviosa del rubio. -¿Qué tanto le dice mi padre?

-Tranquilo. No lo tratará mal, solo quiere saber si tiene para mantenerte.

-Itachi, esto no es un juego. –Recibe su taza y bebe con calma, suspira y mira a su madre acercarse con otra bebida refrescante esta vez. Naruto se vuelve a quitar el sombrero, observa su cabello aun agitándose, parece que le puso atención a todos los detalles de su imagen pero sus hebras rubias no ceden.

-¿Te acostaste con él?

-¿No le da miedo o sí? –se burla mientras se desabotona la camisa, apenas puede verlo por la oscuridad de la noche. Siente unos escalofríos mientras lo ve dejar caer esa camisa sobre una roca húmeda con carrizos entre sus curvas.

Entiende el reto hacia su orgullo y lo imita, desnudándose poco a poco.

-En un lago como éste... -inicia, tratando de disimular mientras lo ve lanzar las botas sin cuidado y quitarse el pantalón también. –Debe haber... culebras o...

-Ajá. Y lagartos. –le dice sin tomarle mucha importancia. Sasuke debe girarse un poco cuando lo ve bajar la ropa interior con ambas manos. Tarda en quitarse el pantalón y entonces escucha el sonido del agua agitándose un poco, sabe que Naruto ya ha entrado. Mira y lo ve nadar.

La luna ilumina en pequeñas líneas entrecortadas todo el cuerpo del agua ondeante. A lo lejos hay un ave caminando con sus largas patas delgadas, lentamente, apenas moviendo el agua.

Pero Naruto sí lo hace, mueve sus piernas y brazos provocando ondas crecientes para mantenerse a flote, le sonríe invitándolo y luego se sumerge tras inflar infantilmente las mejillas.

-Claro... -se queja y baja con miedo y vergüenza su propia ropa interior, guardándola en el interior de uno de sus zapatos, junto a sus calcetines. Camina descalzo sintiendo la tierra húmeda oscura hundiéndose por su peso, dejando huellas pegajosas; hay hierba mojada que le provoca cosquillas o le hace agitar su pie un poco para liberar las ansias de la sensación.

El agua, para su sorpresa, no está helada, sí es fría pero aguantable y entra hasta mojar sus rodillas, luego sus piernas, después ya se siente más seguro estando cubierto hasta la mitad de su pecho, nada acercándose a dónde se imagina que está el rubio.

-Naruto... ¿dónde estás?

-¡Waaah! –aparece detrás de él. –Ay, usted no se asusta con nada. –se queja al ver su gesto apacible, ignorando el sobresalto que sí sintió. Pero los Uchiha gozan de autodominio, por lo que tienden a ser más rápidos en el control de gestos y emociones que la gente promedio. -¿No se había metido a un lago nunca? –nada alrededor de él, acechándolo con esa sonrisa lucida.

La irreverente historia sobre cómo Sasuke encontró al amor de su vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora