El dios del engaño nunca pudo quedarse en un solo lugar siempre buscando cómo aumentar su poder para en un futuro poder gobernar Asgard y destronar al futuro rey quien es su hermano, el favorito de Odin.
En uno de sus intentos, encuentra un hechizo...
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Marian Gil fue una madre amorosa. Habían ido a Nueva Orleans para que Luna pudiera ver el lugar donde vivió los primeros meses de su vida. Marian cerró la puerta tras pasar y se quedó apoyado en ella, seguramente recordando algunas cosas.
Pero Luna no se quedo quieta y comenzó a mirar la casa. La cocina, la sala, la biblioteca, el comedor.....
—¿Esa soy yo?— pregunta Luna acercándose a Marian con una foto en movimiento.
La mayor se había sentado en el comienzo de las escaleras.
—Si— dijo mientras tomaba la foto, sonriendo con nostalgia— Loki la sacó en un pequeño viaje. Estaba tan emocionado de tenerte, ni siquiera me gustaba que nadie te cargara.
Luna sonrió.
—¿Puedo llevarme la foto?— la joven Luna pregunto.
—Si. Seguro— dijo Marian parándose, iba a continuar escaleras arriba cuando ella lo detuvo.
—¿Crees que algún día lo volvamos a ver?— su pregunta la hizo congelarse en su lugar y voltear hacia ella quien tenía una mirada de tristeza.
Marian camino hacia ella y colocó sus manos en los hombros de su hija.
—Creo que algún día las estrellas volverán alinearse y nosotros regresaremos a casa— sonrió atrayéndola a un abrazo, el cual ella aceptó rápidamente colocando su cabeza en el pecho de él— El nos ama, nos ama a los tres
Luna asintió entre lágrimas.
— Vamos, tenias tu propio cuarto, creo que te gustaría verlo, hay un peluche de Peter Pan en tu cama.
La vergüenza inundó a Luna, sus mejillas cambiaron al color rosado, provocando que Marian soltara una carcajada.
