Cada vez mas cerca

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Valería y Noah al salir del aeropuerto decidieron ir a comer, ya que Valería no había comido bien esos días. Al arreglar las cosas con Noah se quitó un peso de encima ocasionando que le diera un apetito voraz de repente.

Decidieron comer tacos, burritos, nachos con queso, papas con tocino y crema agria, churros rellenos de queso y todo por antojos de ella, ya que se acordó de una recomendación que les dio Alejo, por una vez que visito México; por supuesto que Noah se negó rotundamente en que algo de ello llevara picante pues no sabía que cosas le harían daño a su bebé y hasta no hablar personalmente con el doctor no cambiaría de opinión.

-Satisfecha, mi amor?- preguntó limpiando lo restos de comida con una servilleta y recostándose en el sillón del restaurante

-Mmmm estuvo delicioso, hacía siglos que no comía así, creo que acabo de engordar 10 libras y eso que apenas tengo 1 mes de embarazo imagínate cuando tenga 7 o 8 voy a parecer una vaca- mientras lo decía sonreía y chupaba los restos de queso de sus dedos bajo la atenta mirada de Noah.

-Entonces tendremos que hacer muuucho ejercicio para mantener a ésta mamá tan hermosa en forma, no crees?- decía acercándose de apoco, dándole un piquito en la boca y guiñándole un ojo.

Valería se sonrojo levemente por el doble sentido de las palabras de Noah. Botaron los restos de comida y de camino al carro Noah no le soltó la mano.

-Quieres ir al cine?- preguntó él de repente

-Con éstas fachas estarás loco, voy a morir de frío allí. Además parece que va a llover y no traje sombrilla. No estoy como para coger un resfriado

-Por eso no hay problema. Pasamos primero por mi apartamento, agarro unos abrigos y ya. No se diga más, quiero pasar tiempo contigo, consentirte, recompensar algo del tiempo que no supe aprovechar y no te puedes negar así que vamos.

Llegaron rápidamente al apartamento y Noah le pidió a Valería que lo acompañara. Una vez adentro comenzó a caer la lluvia. Ya se escuchaban las gotas chocando en las ventanas. Encendieron las lámparas de la sala y Valería observó todo recordando la última vez que estuvo allí

-Ya vuelvo voy por los abrigos- dijo Noah y fue a su cuarto sin darse cuenta que Valería lo seguía.

Una vez en el cuarto Noah se puso nervioso, la tenía allí en su hogar a pasos de su cama y se moría por hacerla suya otra vez. Sacudió su cabeza tratando de alejar esos pensamientos, no sabía si ella estaba lista para estar con él nuevamente y ésta vez todo sería a su tiempo. Se dispuso a sacar los abrigos del armario cuando de pronto sintió unos brazos apretando fuerte alrededor de su cintura. Al principio se tensó pero no tardó nada en darse la vuelta y envolverla en sus brazos haciendo que se elevara un poco del suelo. La miro fijamente a los ojos y sin decir nada la besó, pero no fue un beso hambriento ni salvaje, mas bien fue uno suave, lento, dando primero pequeños besos, uno tras otro como queriendo retener su sabor, ese que sabia a fresa fresca, mordiendo suavemente un labio, luego el otro, ambos abrieron paso a sus lenguas en una danza perfecta, ella puso los brazos alrededor de su cuello y balanceando su cabeza de un lado a otro la temperatura comenzó a subir. Después de unos minutos lo único que podían escuchar eran los latidos de sus corazones seguido de la lluvia que aumentó de intensidad, hasta que la ropa comenzó a sobrar.

Valería metió sus manos por debajo de la camisa de Noah, quería tocar su ancha espalda, a la vez que sentía como éste temblaba al sentir su tacto provocando que profundizaran más el beso hasta que levantó la camisa para sacarla por la cabeza haciendo que rompieran el beso pero una vez fuera él no perdió el tiempo y se adueñó de su cuello dejando ahí una marca que a pesar de que a Valería no le gustaban ésta vez se dejó llevar. Los besos de Noah fueron bajando hasta su hombro llevándose con ellos las mangas del vestido crema de flores azules que se había puesto para su huida con Maya, pasó al otro hombro repitiendo el mismo proceso hasta que el vestido cayó  los pies de Valeria, por unos segundos se quedó embobado observando su cuerpo y cuando sus ojos llegaron a su estómago. Noah no pudo evitar arrodillarse frente a ella, tomarla de la cintura y besar suavemente su vientre, formando círculos que a ella le daban cosquillas mientras repetía -Te Amo- entre cada beso una y otra vez. Cuando él escuchó su sonrisa se detuvo y la miró haciendo que ella se detuviera también

Venciendo LímitesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora