Capítulo 1: Rutinas y Mckleins

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Martes 13 de Septiembre de 2010

El invierno-mi época favorita del año-el frío, la nieve, el chocolate caliente... Mucha gente prefiere el verano, pero para mí, el calor, la arena y el sudor, son cosas que prefiero evitar a toda costa.

Me levanto de mi cama a las siete de la mañana, tengo que ir a la universidad, y el viaje en metro dura alrededor de media hora, por lo que me sobra una hora para ir a mi cafetería favorita y pedir mi capuchino y mi croissant matutinos. Entro y como siempre aquella pequeña campanilla en lo alto de la puerta anuncia mi presencia en la estancia a los camareros y al resto de los clientes. Ninguno se percata de mi entrada, muchos están ocupados mirando su ordenador o su móvil, salvo un hombre sentado al final de la cafetería que está leyendo el periódico.

-¡Katherine!-Me llama Gloria, camarera y dueña del pequeño y hogareño local-¿Lo de siempre querida?-

-Sí Gloria por favor-La contesto deseando que mis papilas gustativas prueben de nuevo ese extraordinario café, del que solamente Gloria sabe la receta.

-Pues ya sabes cariño, cinco setenta- Le doy el dinero y me devuelve el cambio- Aquí tienes, que tengas un buen día en clase Kate-.

-Muchas gracias Gloria, igualmente- La respondo, para a continuación marchar hacia allí.

Treinta minutos después, llego a la famosa universidad de medicina, situada en First Avenue, una prestigiosa y cara experiencia de la que no todos pueden obtener.

Mis padres son dueños de una de las empresas más importantes en New York, New Digital Life, o lo que muchos peces gordos de la tecnología, llamarían N.D.L. En esta empresa no solo se mejoran los teléfonos, portátiles o tablets de distintas marcas, sino que también se diseñan nuevos productos que están a punto de salir al mercado para hacernos la vida más fácil.
Gracias al duro trabajo que han hecho mis padres a lo largo de sus veinte años en esta empresa, ahora yo puedo presumir de ellos y comprar muchos de sus productos y asistir a esta universidad gracias a su dinero.

No es por alardear, pero mis padres son perfectos. Mi madre, con su larga melena rubia y sus ojos marrón café, hace que muchos hombres caigan a sus pies, y si hablamos de su cuerpo, le sumaríamos muchísimos puntos más. Mi padre en cambio, tiene el pelo castaño y unos ojos azules como zafiros. No es por presumir de ello otra vez, pero fueron portada de la revista Vogue en la semana de la moda, y no llevaban mucha ropa por lo que las ventas en esa época se dispararon. Yo no me quedo atrás, he heredado la preciosa melena de mi madre pero castaña, y esos ojos de mi padre que son de infarto. Me importa mucho mi imagen, por lo que siempre me esfuerzo mucho en cuidarla y en estar siempre a la última en faldas y blusas. Creo que la última vez que me puse pantalones de pana fue cuando tenía ocho años y colaboré con una marca de pantalones muy cara, los cuales eran horrendos y desde ese momento no he vuelto a tener un pantalón de ese tipo en mi armario.

Pero en mi familia, la única que está al día en todo momento sobre faldas y zapatos, es mi hermana, Elizabeth. ¿Cómo la describiría? A sí, perfecta igual que el resto de mi familia. Más de 2M de seguidores en Instagram y más de 1M en Twiter, nombrada la más popular en la universidad y la que mejores fiestas da.

¿Qué más se podría esperar de una familia así? Al fin y al cabo, somos los Mcklein.

Apuestas, secretos y asesinatosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora