Capítulo 4: Gritos e imaginaciones

29 9 2
                                    

Todo está oscuro, mi mente y mi cuerpo están apagados.

Me doy cuenta de que me estoy despertando, gracias a un leve pitido en mis oídos. Abro lentamente los ojos, pero los cierro inmediatamente al sentir la luz del día en ellos. Me intento acostumbrar a la claridad, y lo primero que puedo comprobar al enfocar la vista, es que estoy en mi habitación, pero lo último que recuerdo es estar tirada en el pasillo frente a la puerta del despacho de mi padre, observando como aquella persona que me había quitado la llave huía, así que ¿cómo he llegado hasta aquí? 

Pongo mis pies en el suelo, sintiendo el frío de este y me pongo de pie para ir hasta mi tocador y coger el móvil que estaba cargando. Miro la hora ¡Son las ocho y media! Llego tarde a clase por lo que me alarmo y empiezo a correr por toda mi habitación intentando vestirme para luego ir corriendo a la cocina, desayunar rápido e irme a la universidad.

Abro de prisa la nevera para coger un zumo, unas galletas y marcharme, pero al girarme lo único que veo es a mi madre cortando fresas, arándonos, moras y frambuesas para hacerse su batido matutino de frutos rojos sin azúcar. Al verme me sonríe, pero se extraña al verme tan alterada y con tanta prisa.

-¿A dónde vas Kate?

-Llego tarde a clase mamá, así que no me puedo parar a hablar- La respondo cogiendo las llaves dispuesta a cruzar la puerta e irme a la universidad, pero ella me frena.

-Cariño, hoy es sábado y que yo sepa no tienes clase.- Dice dejando de cortar los frutos rojos para mirarme detenidamente.

-¿Qué?- Cojo mi móvil del bolsillo trasero de mi pantalón y miro que día es hoy. Tiene razón, es sábado y yo como una tonta me he levantado a las ocho y media de la mañana.

Me siento en uno de los taburetes de la barra de la cocina, enfrente de mi madre, ella rodea la barra para sentarse a mi lado y me retira las manos de la cara al verme apoyada en ellas.

-Mamá- La digo girándome para verla- anoche tú y papá me metisteis en la cama ¿verdad?

-Sí cielo- Me responde retirando unos cuantos mechones rebeldes de mi cara- Después de que te desmayaras nos asustaste mucho, ya sabes que no tienes que someter a tu cuerpo tanto esfuerzo físico Kate.

¿De qué está hablando? Yo no me desmayé por el "esfuerzo físico", me desmayé porque una persona la cual no tengo ganas de conocer, entró al despacho de mi padre sin permiso y luego me quitó la llave de su puerta.

-¿De qué estás hablando mamá?- La respondo frunciendo en entrecejo, llegando al punto en el que mis cejas perfectamente depiladas son solamente una. 

-Te desmayaste Kate, en el gimnasio ¿no te acuerdas?

-Mamá, yo no me desmayé ahí, escuché ruidos cuando terminé de hacer ejercicio y fui al despacho de papá. 

-Cariño nadie ha entrado en casa- Su dulce sonrisa se convierte en una nerviosa.

-Sí entró, yo lo vi y por esa razón me desmayé en la puerta del despacho de papá, así que no me mientas-  Contesté alzando la voz y comenzando a enfadarme.

-A mi no me hables así Kate, solo te estoy diciendo la verdad- Se levantó del taburete y se dirigió hacia el salón así que la comencé a seguir. 

-Si que me estás mintiendo, yo sé perfectamente lo que vi, así que ahora no me tomes por loca y paranoica.- Me puse enfrente de ella para mirarla a la cara y explotó.

-¡Deja de decir estupideces Kate, ya está bien!- Mi madre nunca me había gritado por lo que me asusté y pegué un salto hacia atrás.

Se fue caminando rápidamente hacia su habitación y cerró la puerta dando un portazo.

A estas alturas, no estoy segura si creer lo que dice mi madre o fiarme de lo que mis ojos vieron ayer por la noche, a no ser que solo haya sido un sueño.


Apuestas, secretos y asesinatosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora