Los coches y los latidos de mi corazón son lo único que puedo escuchar en este momento.
Le sigo observando fijamente, no sé cómo ha podido pasar todo esto, hace treinta minutos me encontraba en una fiesta junto a gente borracha y sudorosa, ¿y ahora? No puedo apartar la mirada de aquel hombre tirado junto a mi.
Mis piernas solo me dicen que corra y no devuelva la mirada al cuerpo, pero mi cerebro me dice que haga todo lo contrario y llame a la policía. No sé qué hacer, estoy en shock, solo hay sangre y una pistola.
El otro hombre no está, se ha ido, seguro que cuando estaba intentando quitarme al loco de encima vio su oportunidad para escapar y lo hizo.
No quiero seguir aquí tirada junto a él en este oscuro callejón, así que decido hacer caso a mis piernas dejando aquel pasillo ocupado por una persona sin vida. Mis manos comienzan a temblar a medida que me voy acercando a la entrada del edificio. Solo veo a Gus a través del cristal, pero no quiero que me encuentre en este estado, ni que nadie se entere de lo que ha pasado esta noche. Sigue ocupado leyendo su libro de cocina mientras que yo pienso una manera de volver a mi habitación sin que nadie me vea.
Giro mi cabeza, y a lo lejos puedo ver un cubo de basura medio roto, así que decido acercarme y por "accidente" terminar de romperlo. Mi querido Gus odia que haya basura tirada en el suelo por lo que sabia perfectamente que iría a recogerlo, y así conseguí llegar hasta el ascensor.
Me miro al espejo y me concentro en mi actual aspecto, mi vestido tiene partes rotas y mis partes descubiertas tienen pequeños cortes debido a los cristales que se han clavado en mi piel.
Un tintineo me pone alerta para estar preparada al tener que cruzar esas puertas y adentrarme en la fiesta para llegar a mi cuarto sin que nadie note mi presencia. No puedo casi ni salir del ascensor ya que mucha gente tapa la salida de este, por lo que empiezo a empujar a todo el mundo mientras agacho la cabeza y miro el suelo todo el rato.
Después de varios minutos consigo exitosamente llegar hasta la planta de arriba sin que nadie me haya visto, pero ahora viene la peor parte, adentrarme entre todas esas parejas que están demasiado ocupados para saber lo que ocurre a su alrededor. Al iniciar mi caminata mis latidos se vuelven más lentos sabiendo que nadie se centra en mi aspecto, así que continuo mi camino tranquilamente hasta la última puerta a la izquierda, mi habitación.
Solo me faltan cinco metros para llegar y estar relajada por completo, pero siento una mirada detrás mía. Ninguna de las parejas podrían ser ya que están a su rollo, entonces ¿quién me está mirando? Mi cerebro debate entre girarme o seguir andando, pero la curiosidad me traiciona y me hace dirigir mi mirada hacia esa persona. Alto, pelo negro y con unos cuentos tatuajes, los cuales puedo ver gracias a las mangas dobladas hasta los codos de su camisa blanca. Relajado en la pared y con las manos en los bolsillos de su pantalón negro, así es como está, observándome de arriba a abajo. Su mirada es penetrante y enloquecedora, me empiezo a poner nerviosa y voy retrocediendo poco a poco hasta la puerta blanca deseando que no haya visto demasiado mis pintas. Sigue observándome sin hacer ningún solo movimiento mientras que yo intento escapar de esos ojos igual de negros que la noche. Estos están ligeramente tapados por unos cuantos mechones de su pelo, pero aún así se pueden apreciar bastante bien. Al darme cuenta de que me sigue, entro rápidamente en mi habitación y al cerrar la puerta me recargo en ella. Intento tranquilizar mi respiración despejando de mi mente todos esos pensamientos que no paran de rondar en ella, al conseguirlo voy hasta el baño me limpio el resto de las manchas secas de sangre que tenía y me lavo la cara para quitar cualquier resto de maquillaje que quede en ella.
Son muchas emociones vividas en pocas horas, gracias a Lucifer que todo ha terminado, decido ir a mi armario para deshacerme del vestido roto y cambiarlo por unos pantalones holgados y una camiseta ancha, tengo pensado pasar lo que queda de la fiesta encerrada en mi cuarto y esperar a que mi casa se desaloje por completo, por lo que me da igual mi aspecto en estos momentos. Me meto entre las sábanas de mi gran cama para entrar en calor y olvidar todas estas cosas que me han pasado, poco a poco siento que se me van cerrando los ojos y me acostumbro a la temperatura que me dan las sábanas y los cojines.
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Apuestas, secretos y asesinatos
Misterio / SuspensoKatherine Mcklein, una jóven que tiene toda su vida resuelta. La casa perfecta, las notas perfectas, los amigos perfectos y unos padres perfectos, ¿o no tan perfectos? Ella cree que todo lo que hay a su alrededor no posee ningún solo error, pero ¿qu...