Takemichi.

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Llevabas al menos tres años enamorado de él. Viendo como su novia era hermosa, sus amigos eran geniales, pero nadie lo apreciaba lo suficiente, en cambio tú, tú estabas extasiado con cada palabra por parte del muchacho, con cada gesto, paso, respiración, pestañeo, sabías todo acerca de él, incluso sabías que podía viajar en el tiempo, y sabías que era culpa de ella que tú pobre chico sufriera.

Pero ella ya no era un problema, tampoco lo era Kisaki, Hanma, Mikey, Chifuyu o sus amigos, Akkun, Makoto, Takuya y Yamagishi.

-Buscaré en tus archivos personales, todos lo que me pretendas ocultar...

Susurraste para el viento desde la lejanía, el lloraba sin parar sobre el Ataúd de su amigo, pero el solo lo hería, no debía interponerse entre ambos, por lo que el siguiente era Naoto.

-Me preguntó porque estás llorando, ¿Qué es lo que va mal? Esto no es normal...

Dejar aquel regalo fuera de su puerta no fue lo más sensato, debías admitir aquello, quemar las fotos de Hinata sobre la tumba de la misma tampoco, pero el debía captar el mensaje, lo hacías por amor, ahora el estaría libre de sufrimiento y a tú lado.

La cabeza de Naoto fue algo que supiste que lo haría entrar en colapso, sus gritos fueron escuchados a cuadras, pero el debía tener ese regalo, ahora estaba a su merced, no podía regresar al futuro y nada ni nadie los separaría jamás.

-Quisiera acariciarte ahora mismo, pues al fin tú amor me vas a entregar.

Entraste por la puerta principal, conseguir copia de la llave no fue exactamente difícil, saber a que horas estaban todos dormidos tampoco lo fue, entraste al cuarto de los padres de Takemichi, sobre la cara de la mujer pusiste una almohada y con tres golpes del machete en su cuello no se movió más, el padre dio algo más lucha, pero con un par de machetazos bien dados en el cráneo dejó de gritar. Lo siguiente fue ir hasta donde Takemichi dormía, con los audífonos puesto a alto volumen, como llevaba haciéndolo desde hace unos meses, cundo comenzaste con el asesinato de Hina, un par de miligramos de un tranquilizante de cabellos que estudiaste muy bien para no matarlo le inyectaste para que durmiera aún más profundo y así te lo llevaste a tú pequeño departamento, completamente insonorizado para que nadie lo escuchará gritas. Cuando lo viste despertar y verte con miedo tú corazón latió más fuerte, el te amaba, incluso si ya no podía usar las piernas que te encargaste de romper y curar con conocimientos ya estudiados para la situación.

-Hola amor, me alegro que estés ya despierto, al fin podremos estar juntos.

-Dejamé ir por favor... no le diré a nadie, solo déjame ir...

-Claro que no le dirás a nadie, ahora me perteneces Takemitchi.

Un beso fue lo que sello el destino de ambos, porque con los años el amor fue correspondido y nadie se interpuso en su final feliz, porque ya nadie buscaba al rubio, mientras a ti nadie te recordaba, nadie recordaba al hermano menor de Draken.

Tokyo Revengers One Shot'sDonde viven las historias. Descúbrelo ahora