𝘁𝗵𝗲 𝘀𝘄𝗼𝗿𝗱𝘀𝗺𝗮𝗻 ━━━━━━ ❝ In another life, I would be your boy. We'd keep all our promises, be us against the world ❞
Siete vidas. Miles de tragedias. Hachiro Arata solo deseaba que la octava fuera la vencida.
Satoru Gojo x Top Male Oc
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Yoichi estaba cansado de todo, de la vida, del dolor, del enojo, pero en aquel momento estaba mucho más cansado del albino de casi dos metros que se negaba a irse de su lado.
Yoichi amaba a Satoru, nunca lo diría, pero lo hacía; sin embargo, en esos momentos la idea de tomar un boleto de avión y desaparecer de la faz de la tierra era demasiado tentadora.
¿De ahora en adelante todos sus días serían así? Pegado por la cintura a ese hombre parlanchín que no parecía tener que respirar.
Su cabeza dolía, la voz de Satoru taladraba sus oídos, y las risas estúpidas de Rashomon perforaban su cerebro. El constante dolor, el calor sofocante, el sonido de los transeúntes, su pesado calzado que chirriaba contra la acera, el sonido de los autos, las risas estridentes, la textura de su propia ropa sobre su piel.
Estaba pasando por una sobrecarga sensorial.
Inhalo y exhalo, no era la primera vez que vivía algo así, desde que Rashomon habitaba en él. Aquellos escenarios empezaron a aparecer, el dolor constante y el sonido de la propia voz de la maldición estimulaban sus sentidos todo el tiempo. Enfrentarse al mundo exterior solo lo estimulaba más.
Caminó más rápido con el único objetivo de alejarse cuanto pudiera del tumulto de gente que entraba y salía de las tiendas. En el pasado, controlar sus emociones y sus reacciones era fácil; su abuela lo había entrenado de esa manera, pero con Rashomon rompiendo poco a poco cada una de las cadenas que puso sobre sí, el autocontrol comenzaba a fallar.
Poco a poco su autocontrol se volvía como el de humano común; eso era problemático, porque Yoichi Itadori no era un humano común.
—Yo-chan, estás caminando muy rápido —Satoru se quejó, pero sus palabras, lejos de hacerlo detener, lo impulsaron aún más. Podía sentir a Rashomon bajo su piel, saliendo por sus poros, cubriendo su cuerpo, navegando por sus venas, rodeando sus órganos.
—¡Kazue, tienes que mantener la calma! —Las palabras dichas por una voz desconocida lo detuvieron por completo. Miró a su alrededor, nadie más que Satoru lo veía—. Qué niña más problemática he criado, ya te lo he dicho miles de veces, Kazu-chan, debes comportante una dama.
Un suspiro tembloroso salió de sus labios. Conocía esa voz, había escuchado esa voz antes, pero no como Yoichi.
—Ya sé que son idiotas, pero eres una dama y debes comparte como tal. Recuerda lo que te he enseñado. Si se vuelve demasiado, solo sonríe con elegancia, cuenta hasta a 10 e intenta controlarte nuevamente —La sensación de una mano fantasmal frotando sus mejillas lo hizo temblar. Frente a él, como si se tratara de una mera ilusión, una mujer de tal vez su edad le sonreía con amor. Sus labios eran pequeños, su cabello y sus ojos oscuros, su piel parecía besada por el sol. Sus mejillas estaban amoratadas e hinchadas. Hachiro había sido golpeado tantas veces en su infancia por sus molestos tutores que reconoció aquellas marcas como el impacto de alguna vara —. Mi pequeña Kazu-chan, no necesitas rebajarte y atacar como un hombre. Tú eres una dama, no eres como esos idiotas que solo piensan en violencia y guerras. Así que ataca como mujer, con astucia e inteligencia. Dales una cachetada con guante blanco.
