𝘁𝗵𝗲 𝘀𝘄𝗼𝗿𝗱𝘀𝗺𝗮𝗻 ━━━━━━ ❝ In another life, I would be your boy. We'd keep all our promises, be us against the world ❞
Siete vidas. Miles de tragedias. Hachiro Arata solo deseaba que la octava fuera la vencida.
Satoru Gojo x Top Male Oc
¿Pueden creer que yo (el ser humano mas flojo del mudo) publico 5 capítulos de mas 3 mil palabras en menos de 1 mes? Yo no.
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Noviembre 2003, en algún lugar de Japón.
La paternidad era algo que siempre había deseado; la idea de tener un hijo había sido un sueño que no había sido posible durante 7 vidas.
Pero en la octava, la idea de tener un hijo le causaba aversión. No quería un hijo, no quería un mocoso dependiendo de él, ni quería ser el padre de nadie. Quería ser fuerte, no tener una carga estúpida.
Cuando Yuji llegó a su vida, Yoichi lo odiaba.
Odiaba sus llantos constantes, odiaba la forma en la que extendía sus manos hacia él en busca de su atención, odiaba sus ojos inocentes y brillantes, odiaba todo sobre el ruidoso engendro que no lo dejaba dormir en la noche.
—¡Wasuke, tu nieto está llorando! —gritó mientras ignoraba al bebé que se encontraba en el corral tapizado de almohadas y peluches que su abuelo había acomodado y él había comprado.
Ambos tenían un acuerdo: Yoichi se encargaría de proveer a la casa junto con sus quehaceres, ahora que la familia Itadori estaba compuesta por 3 miembros; los ahorros y la pensión de Wasuke no serían suficiente. Yoichi estaba acostumbrado al trabajo duro y a pocas horas de descanso. Por su parte, Wasuke se encargaría de la única cosa que Yoichi no: criar y cuidar a Yuji.
—¡Wasuke! —volvió a gritar, concentrando su visión en las verduras que cortaba con destreza. Los sollozos de Yuji solo aumentaron, por lo que subió el volumen de la pequeña televisión en la cocina—. ¡Wasuke, tu engendro no para de llorar! —esta vez grito más fuerte, asustando al bebé, quien solo aumentó sus lloriqueos.
Yoichi suspiró, para soltar el cuchillo y recargar su cabeza contra la barra de la cocina en un intento fallido de relajarse.
Odiaba a ese maldito niño.
Con la ira y el disgusto ardiendo dentro de él, salió de la casa en cuanto escuchó los lentos pasos de Wasuke bajando las escaleras, no sin antes tomar las llaves del auto de la mesa.
Ahí, encerrado dentro del vehículo, ajeno a todo lo que ocurría en la casa a su lado, no pudo evitar soltar un grito mientras golpeaba el volante.
Esa no era la vida que quería ni que debería llevar.
