—¡Que todos los lobos lo bastante mayores para cazar sus propias presas acudan al pie de la Cornisa Alta para una reunión del clan!
Esquiruela se despertó sobresaltada cuando el aullido del líder del Clan del Trueno resonó por toda la hondonada rocosa. Nimbo Blanco ya estaba abriéndose paso a través de las ramas espinosas que protegían la guarida de los guerreros, y su compañera, Centella, se desperezó en su lecho musgoso y lo siguió.
—¿Qué quiere ahora Estrella de Fuego? —masculló Manto Polvoroso, poniéndose en pie con esfuerzo y sacudiéndose trocitos de musgo del pelaje, antes de salir al exterior, irritado y con las orejas hacia atrás, siguiendo a sus compañeros.
Con un interminable bostezo, Esquiruela se incorporó y se atusó el pelo a toda prisa. Aquella mañana, parecía que el mal genio de Manto Polvoroso era todavía peor de lo habitual. Por los torpes movimientos del guerrero, la joven se dio cuenta de que todavía le dolían las heridas del enfrentamiento contra Enlodado. La mayoría de los lobos del Clan del Trueno aún mostraban algún que otro zarpazo de los rebeldes. Incluso ella misma tenía un corte en el costado. Todavía le escocía, y se lo limpió con rápidos y reconfortantes lametazos.
Enlodado había sido el lugarteniente del Clan del Viento hasta que los clanes llegaron a su nuevo territorio, alrededor del lago. Sin embargo, el anterior líder, Estrella Alta, decidió nombrar a Bigotes su sucesor apenas unos minutos antes de morir, y Enlodado, furioso, había encabezado una rebelión contra Bigotes antes de que éste recibiera sus nueve vidas de manos del Clan Estelar.
Alcotán, del Clan del Río, lo había ayudado. Esquiruela sintió una oleada de rabia al recordar que Zarzoso seguía insistiendo en confiar en su medio hermano, incluso después de ver que el hijo de Estrella de Tigre estaba metido hasta las orejas en la traición de Enlodado.
«Gracias al Clan Estelar, el Clan del Trueno descubrió la conspiración a tiempo y se unió a la batalla contra Enlodado y sus seguidores», pensó Esquiruela. El Clan Estelar había demostrado quién era el verdadero líder al derribar con un rayo un árbol que cayó sobre Enlodado y lo mató.
Con un último lametón a su pelaje rojizo, Esquiruela se deslizó entre los arbustos y salió al claro, estremeciéndose con el frío aire del exterior. El pálido sol de la estación sin hojas acababa de asomar por encima de los árboles que rodeaban la hondonada en la que el Clan del Trueno se había instalado al final del largo viaje. Una ligera brisa sacudía las ramas desnudas, pero allí abajo todo estaba quieto. El aire olía a fresco, y la escarcha todavía ribeteaba de blanco la hierba y los arbustos. Aun así, Esquiruela adivinaba ya leves indicios que indicaban que la estación de la hoja nueva estaba a punto de llegar.
Clavando las uñas en el suelo, se desperezó con placer. Su padre, Estrella de Fuego, estaba sentado fuera de su guarida, sobre la Cornisa Alta, a cierta altura en la pared rocosa. Su pelaje rojo llameaba bajo los oblicuos rayos del sol, y sus ojos verdes centelleaban con orgullo contemplando a su clan. Esquiruela pensó que no parecería tan tranquilo si tuviera que advertirles de algún peligro.
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Los Cuatro Clanes | 𝕛𝕛𝕜
RomanceDurante generaciones, cuatro clanes de lobos salvajes se han dividido el territorio del bosque según las leyes de sus belicosos antecesores, hasta hace poco que tuvieron que marcharse a un nuevo territorio. Ahora, sin embargo, los nuevos territorios...