3. Ser idiota es gratis

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El día estaba cálido, no de una forma veraniega. Había una humedad en el aire que ya lo estaba atormentando.

¿Acaso Dios no podía poner un aire acondicionado sobre él? De la forma metafórica, aquello ni se lo imaginaba.

—Vamos, vamos, es tu última terapia, no desfallezcas.

La voz de la terapeuta llegaba lejana. Ni en la piscina podía sentir que se refrescaba.

Caminaba mejor. Claro, aún debía tener cuidado pero no necesitaba de sus muletas y ocultaba muy bien el cojeo de su pierna cuando pasaba mucho tiempo de pie. Con el tiempo, aquello desaparecería pero estaba muy bien el no sentirse codependiente de una horripilante muleta.

—¿Cuándo podré montar de nuevo?—sus ojos café se enfocaron en la terapeuta, esperaba una respuesta verdadera.

No se concebía a él mismo fuera del equipo de Polo. No por los caballos, como Nicholas; si no por la oportunidad de ganar ante todo. Eso era lo que lo motivaba a subirse de nuevo a un caballo.

La terapeuta le sonrió, todas las veces que se veían la pregunta era la misma, y la respuesta apenas cambiaba pero ese día tenía una respuesta muchísimo mejor.

Ella tomo su carpeta, le dio vuelta a una hoja, y escribió en ella para luego mostrársela.

Chad parpadeó, no lo podía creer—¿Ya?

—Así es—incluso la terapeuta estaba feliz de no volver a escuchar al castaño preguntando eso.

Estaba más que feliz, incluso se impulsó a continuar su terapia más rápido. Las puertas del recinto se abrieron, tanto él como la mujer que monitoreaba sus avances, se giraron para ver quién había llegado. Era nada más y nada menos que el mismísimo Nicholas Hamilton, tenía la vista cansada y su cámara fotográfica colgada del cuello.

Chad meneó la mano entusiasmado—.Ey, Nico, adivina.

Él lo miró, su amigo se veía feliz, sin previo aviso levantó su cámara y le tomó una foto.

—Te ves animado—farfulló Nick acercándose, revisó la foto y sonrió satisfecho.

Excelente foto.

Chad asintió, sonriente—¡Adivina Nico, puedo volver a montar! Patearé el trasero de Jackson, ya vas a ver.

Sí, iba a destrozar a Jack.

—Igual debes cuidarte, insoportable mariposa—caminó en el borde de la piscina a un lado del castaño.

Chad resopló—.No seas aburrido, Nico, apenas salga de aquí voy a organizar una fiesta. Una grande.

Nicholas entrecerró sus ojos verdes en dirección a él, ya estaba cansado de decirle a Chad que dejase de llamarlo "Nico". Además, ¿acaso no lo había escuchado? Tenía que cuidarse, no armar una fiesta por todo lo alto para celebrar el fin de sus terapias.

Meneó la cabeza—Cállate.

Chad hizo un puchero con los labios, terminó su última vuelta y con ayuda de su amigo, salió de la piscina. Nick le lanzó una toalla que él atrapó aún sonriente, entonces recordó algo, no sabía que hacía Nicholas repentinamente solo por esa zona de la ciudad.

—¿Y tú, en que andas?—lanzó la toalla al asiento mientras tomaba su ropa seca dándole una mirada de reojo a su amigo, iba bien vestido como siempre, pero ese día parecía que se había esforzado un poco en lucir su costosa existencia—.Te ves arregladito, Nico bonito.

Nick lo miró de reojo, levantando una ceja en su dirección—.Modificaba un obsequio para la bruja del demonio.

Ah, por supuesto.

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