10. El final de algo

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Rebecca estaba agitada, parecía haber estado haciendo ejercicio, se dirigió hacia la puerta del dormitorio y le puso pestillo a la puerta.

—¿Qué haces?—le preguntó al verla moverse por la habitación.

Ella cerró la puerta del balcón con seguro y corrió las cortinas oscuras dejando la habitación en penumbras.

—Estuve haciendo ejercicio como una loca tratando de calmarme, pero no lo logro.

Mientras ella hablaba, tomaba asiento en un sillón de la habitación.

Chad encendió la luz de su lámpara en la mesita de noche y se recostó en la cama.

—Eres una chica fuerte, y hoy te veías hermosa—alzó su pulgar a modo de apoyo.

Becca se carcajeó.

—¿Fuerte? No, no soy fuerte. Si lo fuera estaría abajo gritándole a ese idiota que me ha roto el corazón en miles de pedazo—apretó su mano en un puño, enojada por todo—. Estos años lo he adorado como nunca, lo he amado hasta los huesos, ¿y que hizo él? Se ofreció por un estúpido puesto.

Él se pasó una mano por el cabello, quizás si le decía lo que Nick le había dicho ella se calmaría un poco.

—Él también te adora, hasta los huesos.

—No digas mentiras—si lo escuchaba le creería, y ella quería venganza.

Él no supo porqué pero no sintió culpa alguna en ese momento desear por fin besarla como había querido hacerlo siempre. Quería solo...

Rebecca pareció leerle la mente, había pensado mucho aquello pero era tanto el odio que sentía hacia Nick cada vez que este le decía alguna palabra dulce luego de saber que la había engañado; que se acercó hacia él.

Se subió a horcajadas sobre él, e inclinó su rostro besándolo. No un beso suave y cariñoso, era un beso con rabia y dolor que sabía a gloria. Sus uñas se adentraron en el cabello sedoso de Chad, dándole un pequeño tirón que lo hizo reaccionar. ¿Cuántas veces había fantaseado él con eso? Demasiadas, más de las que le gustaría admitir. Alejó sus labios de los de ella y los dejó en su cuello, besando y mordisqueando zonas con las que había soñado explorar. Rebecca estaba molesta, su piel hervía y se derretía bajo la piel fría del castaño.

Soltó un leve gemido cuando sintió la fuerza con la que él la levantó por sus caderas y la re acomodó. Pudo sentir lo duro que se estaba poniendo contra ella.

Se volvieron a besar con una fogosidad clandestina, y ella se movió un poco contra él mientras él metía una de sus manos en su camisa palpando sus senos.

Aquella piel era la que él siempre había querido tocar. Aquellos labios eran los que había deseado besar. Y nunca había podido, primero estaba Nicholas de por medio.

Esa idea lo hizo molestar un poco. De un movimiento los hizo girar quedando ella bajo él, sus manos fueron hacia los joggers deportivos de ella y se los sacó de un tirón con zapatos incluidos.

La rubia se incorporó sobre sus codos, sus ojos azules estaban más oscuros de lo normal por la ira detrás de ellos. Se sacó su camisa deportiva quedando solo en ropa interior frente a él. Dejó que la mirase el tiempo suficiente para que esa imagen quedase grabada en su mente.

—Tus heridas—recordó.

Chad meneó la cabeza, dándole vuelta a la cama y posicionándose detrás de ella le recogió su precioso cabello con una mano.

—Es de lo menos que te debes preocupar, oxigenada.

El desfogue los hizo perder la cabeza, ella recordaba las veces que Nick la había lastimado de alguna forma accidental o a propósito, y eso era suficiente para darle tanta energía y ferocidad que el castaño había delirado. No podía creer las veces que se había tenido que tragar todo solo porque ella había preferido a Nick. Desde siempre.

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⏰ Última actualización: Oct 12, 2022 ⏰

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