Cuando se le dijo a Natsu Dragneel que sería padre, la alegría no cabía en su cuerpo y la sonrisa no abandonó su rostro durante los siguientes días. Anunciaba a todo pulmón que su amada compañera estaba embarazada, compartía sus planes del futuro con todo aquel que se detuviera a escucharlo y repetía mil veces su ilusión por enseñarle las mejores técnicas a su primer hijo. Porque si, él estaba seguro que aquel bebé que estaba en camino no sería el último que tendrían.
—¿Y si es niña? —le había preguntado Lucy, en una de esas tantas veces que el pelirrosa se detenía para compartir la noticia con algún viajero que se cruzaban en el camino.
—¡Será una gran dragona! —fue la respuesta inmediata de Natsu, observándole orgulloso mientras intentaba ocultar la sutil inseguridad que le recorría.
No era como si la idea le desagradara, por el contrario, tenía la completa seguridad qué de ser una niña, su hija sería tan hermosa y hábil como su madre. Sin embargo, todos le habían dejado en claro que una pequeña requería de ser más cuidadoso, además de una larga lista de temas que debería aprender y la temible llegada a la adolescencia, donde los muchachos la buscarían. La sola idea de tener que entregar a su pequeña hija a un desconocido le hacía hervir la sangre.
—Papá jamás permitirá eso —dejó escapar en voz alta, con una de las manos envuelta en fuego y la otra golpeando la mesa.
El pelirrosa tenía muchos motivos para estar feliz, pero eran esos pequeños pensamientos los que alteraban su humor e incrementaban ante la ausencia de su pareja.
Paseó la mirada por el gremio, escuchando las risas de algunas mesas, seguidas de las conversaciones de otros miembros y las habituales discusiones que hacían volar algunos platos sobre las cabezas de los presentes. Era un día común a excepción de dos cosas, la ausencia de la albina que atendía las mesas, así como el mal humor del más revoltoso del lugar.
El Maestro lo observaba con una sonrisa comprensiva desde su sitio, invitándolo a volver a sentarse antes de incendiar algo por no poder contener el impulso de salir corriendo en búsqueda de la maga celestial.
—Hey, flamitas —lo saludó una voz familiar, acercándose entre el bullicio.
El mencionado alzó la vista, encontrándose con el rostro ceñudo del mago de hielo. Soltó una especie de resoplido como toda respuesta antes de volver a llenarse la boca con una buena porción de comida.
—Sabes que no puedes encerrar a Lucy en una esfera de cristal, ¿verdad? —Gray tomó asiento frente a él, logrando sobresaltarlo con sus palabras.
—¡Por supuesto que lo sé! No soy un idiota —se defendió, dejando de comer—. Una esfera de cristal se rompería muy fácilmente, mejor sería crear una fortaleza.
Mantuvieron la mirada por un momento, uno pensando en lo brillante que era su idea y el otro intentando comprender como su amigo había llegado a tan alocada conclusión. Gray fue el primero en apartar la vista, soltando un suspiro resignado.
—Hombre, que ese no es el problema —agradeció con la cabeza el vaso con jugo que se le había traído.
—¿A qué te refieres? —el pelirrosa ladeó el rostro, empezando a confundirse.
—No puedes estar siguiendo a Lucy a todos lados.
El ceño en el rostro del Dragon Slayer se frunció, dándose cuenta que su amigo no comprendía la importancia tras sus acciones. Su instinto como dragón le instaba a proteger a su pareja en todo momento y ahora que un cachorro se encontraba en camino, lo más lógico era aumentar la seguridad en torno a la maga celestial.
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Su aroma
FanfictionNatsu es un joven despistado, y para la opinión de todos poco interesado en el sexo opuesto. Pero, ¿qué sucederá cuando descubra que Lucy ha adquirido un nuevo aroma? Entren y descúbranlo ♡ Primera obra de mi paquete de historias recuperadas de Fair...