¿Me aceptas a tu lado?

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Si había algo de lo que Natsu podía enorgullecerse era de su gran valor, siempre era el primero en dar un paso al frente para defender Fairy Tail y jamás se retiraba de una pelea aun cuando el enemigo fuera más fuerte. Sin embargo, a pesar de haber enfrentado situaciones tan adversas, en esta oportunidad no encontraba forma de reunir el valor suficiente para romper el silencio que se había instalado entre la maga celestial y él, resignándose a caminar en silencio a su lado. Mantenía por pura costumbre sus brazos cruzados tras su cabeza y cada cierto tiempo observaba de reojo a Lucy, esperando cualquier señal que le indicara que era seguro acercarse.

Para cuando llegaron al hospedaje, ninguno de los dos había pronunciado una sola palabra, y por un instante, mientras Lucy abría la puerta de su habitación, Natsu tuvo la certeza de que le gritaría que se fuera a otro lado, algo que nunca llegó a pasar.

La maga celestial ingresó en silencio a la habitación que compartían con el equipo y fue inmediatamente hacia sus cosas en busca de un pijama para cambiarse en el baño.

Natsu estaba a segundos de volverse loco por su indiferencia, actuaba como si él no existiera, como si no estuviera ahí; a menos de 2 metros, partiéndose la cabeza pensando en alguna forma de empezar una conversación tranquila, sin que ella le mandara una patada en el estómago.

—Aggg, esto es demasiado difícil —soltó con desesperación, sentándose al borde de su cama sujetando su cabeza.

Afortunadamente los demás aún debían encontrarse en el bar y nadie vería el estado en el que se encontraba.

—¿Qué cosa es difícil? —interrumpió la voz que tanto anhelaba escuchar.

Alzó la cabeza dispuesto a responder, pero las palabras se perdieron en su garganta y su boca se quedó abierta por la sorpresa. Sus mejillas se colorearon de rojo y los ojos se abrieron tratando de abarcar por completo la figura frente a él.

Lucy había salido del baño usando un pijama nuevo que rápidamente se volvió el favorito del pelirrosa. En la parte superior llevaba una polera ligera de color negro con ribetes naranjas que llegaba un poco más debajo de la cadera y bajo esta usaba un short blanco con los ribetes de las piernas de color negro. Natsu podría jurar que ese pijama había sido inspirado en su propio atuendo y a su opinión le quedaba perfecto a la rubia.

Si hace un momento estaba por perder la cabeza buscando como hablarle, ahora sentía que se le iría la cabeza resistiendo el deseo de lanzarse abrazarla y no volver a soltarla aún si ella seguía enojada.

—Ese pijama... —fue lo único que logró articular.

—Lo vi cuando paseaba con Levy por la ciudad, me gustó y lo compré —respondió Lucy intentando lucir indiferente, a pesar de que sus mejillas se sonrojaron al recordar el verdadero motivo tras la compra.

En cuánto lo vio en el escaparate de la tienda, la imagen del pelirrosa había aparecido en su mente, acompañado de las palabras de su amiga. Un conjunto de pareja, como lo había llamado Levy en cuánto salieron de la tienda con la compra en las manos.

—Entonces —volvió hablar al ver que Natsu no decía nada—. ¿Por qué entraron a nuestro vestuario?

Tomó asiento en su cama que casualmente se encontraba frente a Natsu y cruzó las piernas aguardando por una respuesta.

—Estábamos preocupados —respondió el pelirrosa al instante, desviando la vista hacia otro lado para concentrarse.

—Aun así, Natsu, no puedes entrar al vestuario de chicas gritando mi nombre —le reprendió, usando el mismo tono que empleaba cuando el joven se colaba en su departamento—. Pero, no entiendo. ¿De qué podrían estar preocupados? Es un baño de aguas termales, no es como si fuera aparecer un monstruo en medio del baño.

Su aromaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora