Caminando en la cuerda floja

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Seguir el rastro de las chicas no fue una tarea difícil, ambos conocían el aroma de sus compañeras a la perfección y serían capaces de identificarlos aun si ellas caminaran entre la multitud. Si, seguirlas había sido la parte sencilla, el verdadero problema empezó cuando se vieron obligados a detenerse frente a la entrada de un llamativo local.

—¡Un baño de aguas termales! ¡¿Cómo rayos puede existir eso a mitad de la ciudad?! —gritó el pelirrosa, fulminando al letrero con la mirada, como si el objeto fuera el culpable de todo.

—¡Y cómo esperas que yo lo sepa, Salamander! —respondió Gajeel igual de frustrado—. Se lo pensaron bastante bien, a este paso Wendy les dirá todo.

—Destruyamos el lugar.

Para Natsu no existía mejor solución y tan pronto la dijo, envolvió una de sus manos con fuego listo para ejecutarla.

—Claro que no —se opuso Gajeel.

—Claro que sí.

—¡No!

—¡Si!

—¡Qué no! Sería peor si por casualidad ellas están... ya sabes... —las manos del pelinegro se movían erráticas en el aire, mientras pequeñas gotas de sangre resbalaban de su nariz.

Reticente, el pelirrosa apagó el fuego observándolo molesto.

—Entonces, ¿qué hacemos?

—Por el momento entremos y tratemos de escuchar por la pared. Si escuchamos algo peligroso las interrumpimos de alguna manera.

No era el mejor plan pero tampoco tenían otro por lo que Natsu termino asintiendo e ingresaron al local, avanzando hacia la sección de hombres. Se mantuvieron atentos a cualquier señal que los condujera hacia ellas, pero no sintieron mayor rastro que sus aromas dirigiéndose a la zona de mujeres.

Resignados a continuar con el plan, dejaron sus ropas en los cestos que el local ofrecía y avanzaron decididos hacia el agua dispuestos a salvar su vida.

Los baños eran lugares espaciosos al aire libre con un abundante vapor que, otorgaba algo de privacidad a los que acudían al lugar. Para suerte de ambos el baño de hombres se encontraba casi vacío y pudieron acomodarse cerca de la pared de madera que separaba el lado masculino del femenino sin que nadie los observara con sospecha.

Apoyaron sus espaldas en el borde, fingiendo inocencia y prestaron atención a lo que ocurría del otro lado, agradeciendo su desarrollado sentido de la audición.

Las 2 jóvenes se encontraban relajándose en el agua; ajenas a lo que sucedía del otro lado, mientras Charle aprovechaba su distracción para tranquilizar a la más joven del grupo que, se debatía sobre cuánto hablar y cuánto mantener en secreto.

—Es mejor que lo sepan ahora, ellos no tendrán valor para hacerlo así que mejor nosotras les ayudamos con eso por esta vez —le animó con su característico tono.

A Wendy le costaba decidirse, pero las palabras de su pequeña amiga lograron tranquilizarla lo suficiente y esperó pacientemente a que las otras dos empezaran la conversación.

—Wendy, disculpa que te invitáramos de repente —empezó Levy tras un rato—. Pero, hay algo que realmente tenemos que saber con Lu chan.

—Descuida, Levy san, si hay algo en lo que pueda ayudarlas —respondió humildemente la menor.

—¡Gracias, Wendy! —Lucy se lanzó abrazarla y la mencionada dejó escapar una pequeña risa contagiada por sus energías—. Sé que tú podrás aclararnos lo que esos dos nos ocultan.

Su aromaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora