T2: Madrinas y padrinos

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Lucy intentó entender lo que estaba viendo. La mayoría de sus cosas se encontraban perfectamente empaquetadas y amontonadas en el centro de su departamento. La cama había sido desarmada, los libros guardados en cajas y los muebles; que con mucho esfuerzo había ido comprando, se encontraban en su mayoría en la calle.

—¿No pagué la renta de este mes? —se preguntó, apoyándose en el marco de la ventana.

En otras circunstancias hubiera gritado o habría salido corriendo en busca de su casera, no obstante, Mirajane le había explicado la importancia de cuidarse especialmente en el primer trimestre de embarazo; los meses más delicados. Sólo le quedaba conservar la calma e intentar recordar el estado de su deuda, aunque su mente parecía decidida a no colaborar, distrayéndose en diversos pensamientos.

Los últimos días habían sido como una montaña rusa de noticias, cambios y emociones a la cual aún no se acostumbraba. Cada día parecía ser una caja de sorpresas, algunas más agradables mientras que otras como esta, resultaban alarmantes.

Se obligó a concentrarse en la búsqueda de una solución, al no encontrar ningún recuerdo de haber pagado la renta.

Desde que supo la noticia de su embarazo no había tomado ningún trabajo, de la misma forma que tampoco contaba con ahorros de emergencia. Su vida económica era una constante batalla viviendo al límite, por lo que no tenía el dinero suficiente para pagar el alquiler ahora.

Un suspiro escapó de sus labios, frunciendo el ceño ante el problema. Pedir un préstamo era una idea que no le hacía gracia, pero tampoco se atrevía a ir en búsqueda de su pareja pidiéndole asilo, especialmente después de que ella misma había evitado el tema de convivir cada que se le mencionaba. ¡Qué gran error de su parte! Los nervios le traicionaban ante la sola idea y escapaba del lugar a la mínima oportunidad, segura de que Natsu no tenía ni idea de la responsabilidad que eso conllevaría.

¿Quería vivir con él? Por supuesto que sí, pero temía que todo se complicara en el proceso y la responsabilidad fuera demasiado pesada para el Dragon Slayer. Podían ir lentamente, ir probando poco a poco hasta que se hiciera llevadero.

—Ahora no es momento de pensar en eso —se reprendió, dejando escapar un segundo suspiro, alzando la mirada al techo—. Natsu...

Clamar el nombre del pelirrosa cada que se sentía agobiada se había vuelto ya una costumbre. Pensar en él le confería tranquilidad.

—¿Qué sucede? —le respondió el mencionado a su espalda.

La maga celestial dio un salto en el lugar llevando una mano hacia su boca para acallar el grito asustado. Giró sobre los talones, encontrándose con la familiar sonrisa traviesa del otro mientras terminaba de entrar por la ventana, tan orgulloso y confiado como era su costumbre.

Amaba sus visitas, pero aún le costaba acostumbrarse a la precisión de las apariciones de su pareja.

—¿Vas a mudarte? —curioso, recorrió el lugar seguido de Happy.

—¡Claro que no! —hizo una pausa antes de añadir—. Parece que me olvidé de pagar el alquiler.

Desvió la mirada avergonzada, esperando por una carcajada o las burlas del pequeño gato azul que extrañamente planeaba en silencio. Ninguna de las dos cosas sucedió. En su lugar vio a Natsu ampliar su sonrisa, sentándose sobre una de las cajas.

—Sí, la señora dijo que ya eran como dos meses.

¿Dos meses? Quiso golpearse la frente con la mano al escuchar su enorme descuido. Necesitaría un milagro para convencer a la casera de cambiar de opinión y que sus cosas pudieran regresar al interior de la vivienda.

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⏰ Última actualización: Aug 31, 2021 ⏰

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