Ninguna de las dos pronunció palabra, el silencio reinó en la pequeña e impecable cocina. Yo miraba fijamente la taza de café que tenía en mis manos, Mientras Julie desde el otro lado de la cocina, Me analizaba cautelosamente.
Dejé la taza en la encimera y la miré.
—¿Me prestas algo de ropa? No tengo nada aquí. —Parpadeó varias veces para salir de su trance y luego asintió.
—Seguro, Escoge lo que quieras de mi closet. —Encogió los hombros.
Caminé hacia ella y besé su Mejilla para luego caminar hacia las escaleras.
El closet de Julie era más grande que su habitación, Increíble, pero lo era. Mis ojos detallaban cada prenda, cada abrigo, cada par de zapatos. Me abrumaba.
Me decidí por unos vaqueros desgastados y Una simple camiseta azul.
Cerré la puerta del enorme Closet y me dirigí al baño.
Fue un baño Ligero, me puse la misma ropa interior pero al revez y caminé hacia las prendas que había elegido.
...
—¿Desayunarás? —Preguntó Julie una vez estuve abajo.
—No. Tengo que irme. —Tomé Mi pequeña cartera y caminé a la salida. La miré antes de irme. —Te devolveré la ropa. —Guiñé y salí.
Olvidé el ascensor y bajé por las escaleras.
Ya Abajo, Tomé el primer taxi que pasó y le di la dirección de mi residencia.
Para mi mala suerte, el conductor habló durante todo el camino a casa hasta el punto que estuve tentada a tirarme del auto en un instante. El hombre no parecía entender las sonrisas fingidas y las miradas fulminantes que le dedicaba así que tuve que soportar su incesante charla durante 20 minutos.
Cuando finalmente se detuvo frente al edificio de 12 pisos, Le lancé un billete de 20 Dólares y bajé del auto.
Lancé mi pequeño bolso a un lado Una vez estuve dentro de mi acogible departamento, Lo siguiente que hice fue sentarme en el sofá y apoyar mi cabeza entre mis manos Hundiéndome en el mar de humillación y rabia que estaba sintiendo en esos momentos. Una vez más las lágrimas hicieron acto de presencia, pero el motivo era diferente, esta vez lloraba porque por primera vez en mi vida no sabía que hacer. Siempre tuve todo controlado, mi vida estaba en completo balance antes de que me Liara con Mi Jefe. Sabía que era la amante, nunca había querido más, aunque Christopher jamás me ofrecería algo más que no fuera unos minutos en su escritorio y, a pesar de eso, jamás tuve un plan de contingencia en caso de que todo entre nosotros acabara.
Eres tan patética. Me dije.
Ahora, tendría que conseguir un nuevo empleo y comenzar de cero con mi vida amorosa.
Hice una mueca.
Después de esta horrible y patética experiencia, no quería volver a saber de ningún hombre. Todo esto lo había llevado tan lejos y me preguntaba si hace unos años, cuando mi dignidad estaba intacta, me habría conformado con ser la amante de algún otro sujeto.
Había caído tan bajo. ¿Que pensarían mis padres de esto? ¿Que pensarían si se enteraban de que su adorable Fliss era amante de un frívolo y ególatra sujeto?, Vaya, sería el fin del mundo.
Me levanté del sofá y Sequé el resto de lágrimas que quedaban en mis mejillas. No podía quedarme a llorar y lamentarme toda la vida, debía levantar la frente y conseguir un nuevo empleo que era lo esencial.
Pero luego recordé que no había cobrado mi último cheque. Por lo menos tendría con que sostenerme hasta que pudiera conseguir a que dedicarme.
Tomé mi teléfono y las llaves del departamento para luego salir y cerrar la puerta tras de mi.
...
Caminé por el vecindario esperando encontrar algún Puesto de Diarios dónde pudiera encontrar los clasificados.
Por suerte, el edificio quedaba cerca del centro por lo que pude caminar hasta una pequeña librería. Al entrar al pequeño local el olor a incienso invadió mi nariz provocándome un estornudo.
La chica de la caja que traía el cabello teñido de rosa me miró disimulando una risa.
—Lo sé. Apesta a guarida de Hippie. —Dijo y Sonreí.
Caminé hasta un pequeño estante de revistas donde tomé un diario con la fecha de hoy que traía de titular:
FORD COMPANY EN LA LISTA DE LAS MEJORES EMPRESAS DEL PAÍS.
Bufé.
Lo tomé y caminé hacia la caja. Le tendí dos billetes de un dólar a la chica peli rosa y esta me volvió a sonreír.
—Soy Bonnie. —Se presentó.
—Oh, um, Soy Fliss. —Sonreí forzadamente.
—¿Fliss?, suena a nombre de club nocturno.
Reí por primera vez en el día.
—En realidad soy Felicity, Mis amigos me dicen Fliss.
Asintió y Sonrió cálidamente.
Me despedí y caminé fuera del acogedor sitio cuyo ambientador ya comenzaba a asfixiarme.
De camino a mi departamento paré por una barra de chocolate y luego seguí sin detenerme hasta llegar al edificio.
Saludé a Carl, el portero, y caminé hasta el ascensor.
Otra vez de nuevo en mi casa, me senté en el sofá, saqué la sección de clasificados y comencé a leerla.
Media hora después de haber leído toda la página, suspiré exasperada.
Sólo se veían anuncios de peluquerías, Bares y casas de familia solicitando empleada de servicio de tiempo completo.
No era que consideraba los trabajos indignos, la peluquería sonaba bien, pero corría con la suerte de que ni siquiera sabia hacer una trenza digna. Por otro lado, suficiente había tenido con que mi ex jefe me denigrara en su escritorio, como para trabajar como mesera en un bar que buscaba empleadas dispuestas a todo.
Era inútil, no había nada para mi, todo se había declarado en mi contra.