Capitulo 8

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El impacto de la puerta al chocar contra el marco, llamó la atención de todos los que deambulaban por la oficina en esos momentos.

Cerré los ojos y suspiré  buscando paz interior.

Julie se me acercó a pasos agigantados para asegurarse de que estuviera bien.
Le asentí pero ella no pareció creerme.

—¿Tienes Listo mi cheque?— Mascullé hacia Eliza, quien se dedicaba a limar sus uñas teñidas de Rojo.

Levantó su mirada dispuesta a responder pero sus ojos se desviaron a algo o a alguien situado detrás de mi. Dado que sentí el cambio de humor en Julie y la mirada deseosa de Eliza, supe de quien se trataba.

—Felicity, vuelve adentro. —Masculló en una Orden.

¿Había oído bien?

Me giré decidida a darle la cara y ponerle frente a la situación.

—¿Por qué debería hacerlo? —Murmuré de manera altiva.

El desvió su mirada a Julie, incitándola a que desapareciera.

La susodicha estrechó sus ojos y me dedicó una mirada dubitativa.

Me encogí de hombros, restándole importancia.
Luego de que la vi llegar a su puesto, vi como Christopher desviaba la mirada nuevamente, pero esta vez hacia Eliza.
La pelirroja miró sus manos y caminó derrotada en dirección a la pequeña cocina.

El volvió a mirarme.

—Adentro, Felicity. —Volvió a Ordenar.

Intentó tomar mi brazo pero me zafé.

—No eres quien para ordenarme algo.

Un brillo retador cruzo por su mirada.

Miró en todas las direcciones antes de murmurar.

—Entra, Ahora. No me Gustaría que mis empleados presenciaran lo que voy a hacerte. —Mi respiración se cortó y una sonrisa maliciosa se dibujó lentamente en su rostro.

Con pasos dudosos me adentré nuevamente en su oficina.

Me giré para encararlo pero no me dio tiempo de nada y se lanzó a por mi boca.
Comenzó a devorarla mientras me guiaba hacia su escritorio.

Su escritorio. Su escritorio.

Posicionó sus manos en el pliegue del vestido justo para comenzar a levantarlo.

¡Estás cayendo de nuevo, Felicity!

Gritó una vocesilla chillona desde alguna parte de mi cabeza. Pero que por alguna jodida y estúpida razón, decidí Ignorar.

No fue hasta que sentí la madera fría bajo mis muslos y sus manos subiendo mi vestido hacia mis caderas que pude reaccionar finalmente del trance.

Estaba sucumbiendo de nuevo a el, lo estaba dejando usarme nuevamente.

Cerré con fuerza mis ojos al instante en el que clavé con crudeza mis dientes en su labio inferior, tanto que pude probar el sabor cobrizo de su sangre en mi lengua.

El gimió y se separó al instante mirándome aturdido y sosteniendo su labio con sus dedos.

—¿¡Qué demonios has hecho, Mujer!?—Bramó.

Me levanté del escritorio y reacomodé mi vestido.

Lo miré con recriminación.

—No vuelvas a tocarme nunca más en tu vida. —Farfullé lentamente.

El seguía sosteniendo su labio y pude ver el rastro de sangre que dejaba la herida.

—¡Estás Loca!, No, no estás loca, ¡Estás Jodidamente desquiciada!

Reí. Era divertido no verlo tener el control todo el tiempo.

—¿Y encima te ríes?, Vas a lamentar esto. —Me señala.

—¿Estás amenazándome? ¿Que harás, ésta vez? ¿Me echarás nuevamente? Siempre puedes llamar a los guardias para que me corran. — Me Burlé, pero más que eso, me sentía furiosa.

El resopló.

—No me Retes. No me conoces, Felicity. —Se acercó a mi rostro y Murmuró amenzante.

Me acerqué aún más.

—Tampoco Conoces quién soy yo. También puedo jugar mis cartas. —Reté.

—¿Qué quieres decir? —Frunció el ceño.

—Ya lo averiguarás. —Respondí.

Pasó las manos por su cabello y lo vi sacar un pañuelo de una de las gavetas del escritorio y colocarla en su labio.

—¡Fuera! ¡Fuera de aquí! —Chasqueó.

—Vaya, y yo que creí que estarías feliz de verme, hermano. —Irrumpió una voz proveniente de la Puerta.

Tanto Christopher, como yo, miramos en su dirección. Una nueva de fastidio se dibujó en la cara de Christopher mientras yo solamente podía mirar el porte de aquel castaño de ojos Azules, mirada divertida y vestido con unos vaqueros negros, una camisa blanca abierta en la parte superior y encima de ella una chaqueta negra.

¿Quien demonios era ese Adonis, que ahora me miraba fijamente y con su ceja levantada?

Quizás fue un gruñido lo que escuché por parte de Christopher o quizás solo estaba disvariando a causa de aquel sujeto caliente.

De nuevo se escuchó el gruñido y pude aterrizar.

Carraspeé y miré a Christopher quien fulminaba con la mirada al sujeto caliente que aún estaba de pie en la puerta.

Tomé mi pequeño bolso de la silla y me dispuse a salir, no sin antes dedicarle a Christopher mi advertencia.

—Sabrás muy pronto de mi. —Dije. Y finalmente me dispuse a salir.

Ignoré olímpicamente al sujeto caliente cuando pasé por su lado. Él, sin embargo, me siguió con la mirada hasta que estuve fuera de aquella oficina.

Escuché la puerta cerrarse una vez estuve a unos metros.

Julie caminó hacia mi, examinándome con la mirada.

—¿Todo Bien? —Cuestionó y asentí sin más. —¿Qué sucedió ahí dentro?

Señaló hacia la oficina.

—Nada que no haya podido solucionar. —Dije.

—Estás muy tranquila, Fliss, ¿Debería preocuparme? —Inquirió con cautela.

Reí. Sin embargo ella seguía mirándome como si en cualquier momento yo pudiera perder el control y desbordarme a llorar.

—Todo está bien. —Besé su mejilla.

—Bueno, creo que la zorra pelirroja te odia aún más. —Señaló a Eliza con su barbilla.

Miré hacia atrás y Eliza parecía lanzarme dagas ardiendo con sus ojos.

Reí y caminé hasta ella.

— Necesito Mi cheque. Espero que lo tengas listo para mi. —Me ignoró. —Oye, realmente espero que tu tinte no se haya filtrado a tus neuronas. Aún puedes oírme, ¿No?

Ella resopló y me lanzó el cheque.
Le dediqué una bonita sonrisa y caminé de nuevo junto a Julie.

—Debo irme. ¿Hablamos más tarde? —Ella asintió y le di un beso en la mejilla.

—Puedo llegar a tu departamento al salir. —Me dedicó una sonrisa.

—De acuerdo.

Caminé hast el ascensor y le dediqué un saludo con mi mano antes de que las puertas Metálicas se cerraran.

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⏰ Última actualización: Apr 28, 2015 ⏰

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