Había sido un golpe bajo que buscaba Hundirme y lo peor de todo es que lo había Conseguido, pero yo no iba a flaquear, Aún y con el alma herida yo no le daría el gusto de verme venir abajo.
Suspiré tragando mis lágrimas. El me miraba fulminante, lanzándome dagas con su mirada. No se arrepentía de lo que había dicho y eso me dolió aún más.
—Di... Di lo que quieras. Sigue ofendiéndome, Humillándome, hiriéndome con todo eso que dices, pero cuando yo abra la boca todo tu mundo se vendrá a abajo. -Me defendí con voz entrecortada.
El pasó las manos por su cabello con desesperación.
—¿No me dirás la cantidad? Entonces la pondré yo. -Farfulló.
—Quédate con tu maldito dinero. Comprarás a muchas, pero no a mi. -Recriminé
—No voy a permitir que tu destruyas lo que he formado. No te acercarás a mi esposa, primero acabo contigo. -Temblé ante aquella amenaza.
—Quiero verte intentarlo. -Le reté y al instante vi salir a Julie y a los Chicos del Club.
Julie nos miró a ambos y luego avanzó hasta mi con preocupación. Le asentí para asegurarle que estaba bien, aunque todo fuera una vil mentira. Me abrazó y luego los chicos.
Volví a mirar al frente y no había rastros de él, se había evaporado apenas vio llegar a todos.
Maldito y mil veces maldito.
—¡Fliss! -Julie agitó sus manos en mi cara llamando mi atención.
Parpadeé varias veces y luego la miré.
—¿Te quedas en mi casa ésta noche? -Sugirió y yo sonreí forzosamente.
Asentí y Sonrió.
Caminamos a su auto, tendría que conducir yo o tendríamos un accidente por causa de la borrachera de Julie que se tambaleaba al caminar.
Sin embargo, a mi se me había espantado la borrachera desde que christopher llegó a mi lado para espantar al sujeto tatuado.
...
Julie se había quedado dormida en el asiento del copiloto mientras yo me debatía y sufría por todo lo que había ocurrido ésta Noche. Al final si había resultado mal ir a esa fiesta, no debí dejarme convencer por mi insistente amiga. El semáforo de la avenida cambió a rojo y me detuve, miré por la ventanilla y dejé correr mis lágrimas. Tenía una vacío profundo en mi pecho, necesitaba hablar con alguien, desahogarme, soltar todo esto que estaba sintiendo que me provocaba tanto mal. Y es que... Me había enamorado de mi jefe, joder, el que hace unas horas me había asegurado ser una puta y además tratarme como una.
Un claxon hizo que volviera a la realidad, el semáforo había cambiado a verde. Avancé unas calles más y aparqué el auto frente al edificio de apartamentos en donde residía Julie.
Suspiré y la miré, estaba profunda y un Hilo de saliva desbordaba de su boca. Asqueroso.
—Julie. -La zarandeé un poco.
No reaccionó.
—¡Julie! -Grité y se sobresaltó.
—¿¡Qué Pasa!? -Chilló asustada.
—Ya llegamos. -Avisé. y me bajé del auto.
—¿Me cargas? -Estiró sus brazos hacia mi.
—No. Y más te vale salir del auto o dormirás ahí. -Ella bufó.
Tambaleándose más que nunca caminó al rededor del auto y se puso a mi lado dónde la ayudé a caminar, aunque estaba segura de que si ella caía yo no podría sostenerla.