III. Típico cliché de novela juvenil

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Cuando salgo de la clase de historia, me despido de Molly, que se va con Nathaly a hacer dibujo. Me paro en medio del pasillo, para ver que me toca a mí.
Pero algo pasa y golpea brusca  y decididamente mi hombro, provocando que la agenda en la que llevo el horario se caiga al suelo.
El hombro de la amiga de Tiffany y según tengo entendido novia de John. ¿Stacy? ¿Stella? No recuerdo su nombre.

Pero más sorprendente es lo que veo al volver a mirar enfrente mío.
O mejor dicho quién.
John está agachado en el suelo, recogiendo mi agenda.
Mi mano se mueve instintivamente para tomar la agenda antes de que él me la ofrezca.
Mala idea.

O muy, muy buena.

No calculo bien y nuestras manos se tocan por un instante demasiado largo.
Suficientemente largo como para que mi estómago, ya recuperado hace tiempo de la última plaga de mariposas, vuelva a sentir otra de nuevo, dándome la bienvenida.
Vale, ha sido MUY mala idea.

Me incomoda tanto la situación que ni siquiera puedo mirarle a la cara. Pero a él parece no afectarle lo más mínimo. Como si le pasasen estas cosas cada día. Y, de hecho, puede que así sea.

Noto su mirada clavada en mí y no puedo evitar mirarle.
-¡Ay! Gracias. -Digo con una voz tan débil que apenas la reconozco.
-No hay de qué. -Me dice John, y en sus labios se forma una sonrisa. Y no puedo evitar pensar en que sus ojos son como un campo de trigo dorado iluminado por el sol.

¿Porqué pienso eso? ¿Enserio Olivia? Me frustra que me esté pasando esto. Me frustra no poder controlar los sentimientos por una persona que acabo de ver por primera vez hace dos horas y con la que apenas he intercambiado palabras. Me frustra la facilidad con la que me podría acabar enamorando de él si todo sigue como acaba de empezar. Y lo que más me frustra es que a la vez me fascina. Y siento una horrible necesidad de conocer a John, aunque sepa que eso significa adentrarse en el peligro innecesariamente, sin ninguna obligación. Me frustra y me fascina que John sea como ese cristal roto que una vez me encontré de pequeña en el huerto de mi casa, al que no paré de darle vueltas y admirar su brillo hasta que me corté con él.

-¿Hola? -John me mira con cara divertida. -Tierra llamando a Olivia.
-Ah. Eh. Perdona me distraigo hasta con una mosca. -Intento que mi voz suene más grave que antes y lo único que consigo es que suene aún más ridicula. Acaba de decir mi nombre. Siento que debo de haber intercambiado mi personalidad con la típica adolescente que no puede controlar sus sentimientos y que habla con una voz terriblemente aguda mientras da saltitos como si se le hubieran subido hormigas a los pantalones cada vez que le dice algo el chico que le gusta. Ese tipo de adolescente que nunca he soportado ni entendido.

-Te iba a preguntar si vas a física y química conmigo, porque si no recuerdo mal la señora Shannon te ha dicho en la lista.

Miro la agenda, y me frustra aún más el esfuerzo que tengo que hacer para que las manos no me tiemblen al pasar las páginas. Efectivamente me toca física y química.

John no pone mucho de su parte para que consiga volver a actuar como una persona normal, se acerca y asoma la cabeza por encima mío para ver la agenda y comprobar la respuesta antes de que yo se la diga. ¿Entonces para qué pregunta?

-Sí. Física y química. ¿Te acompaño? -Me dice, otra vez con esa sonrisa de antes.

A ver, vamos hacia el mismo sitio, no te voy a decir que no. Que hago entonces , ¿darme la vuelta?. Es absurdo. Pero aún así me alegra que me lo pregunte.

-Vale. -Se me escapa una ligera sonrisa.

Así que los dos subimos las escaleras. Noto la mirada de John clavada en mí como si de un rayo de Sol en pleno agosto se tratase, e instintivamente me giro a mirarlo.
Por un segundo, los dos nos miramos, y veo de cerca sus ojos color miel, per no puedo aguantarle la mirada, y me giro para volver a mirar al suelo al momento, y lo mismo hace él.

Vale. Oficialmente me he convertido en la protagonista del típico libro sobre adolescentes americanos en el instituto. Y la historia acaba de comenzar. ¿Debería evitar esto? Tal vez. Seguramente. Bueno, sí. Porque que ¿ qué puede salir bien de enamorarse de alguien como John?

Absolutamente nada, a no ser que tu objetivo sea acabar con la estabilidad emocional de una hormiga. Bueno, no se como andan las hormigas en estabilidad emocional, ha sido una comparación bastante rara, pero yo me entiendo. Por no mencionar que tiene novia, o por lo menos algo tiene con esa tal Stella, la cual me ha causado una magnífica primera impresión además, apartándome tan amablemente de su camino.

El caso es que solo saldría bien si fuera realmente la protagonista de un libro o una película, pero no lo soy. Por mucho que me empeñe en imaginar que es así.

Pero se por experiencia que a veces ignorar tus sentimientos solo empeora las cosas, así que no lo voy a hacer, simplemente ya se me pasará, no sé si en dos días, dos semanas o dos años, pero se me pasará.

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