Narrador Omnisciente
A la mañana siguiente, después de que Nayeon se despidiera de su padre y sus hermanos, luchando con las enormes ganas de llorar que la invadieron apenas había recordado lo que su padre le dijo la noche anterior, bajó de su auto entrando a toda prisa a la clínica dispuesta a olvidarse de eso.
En todo el trayecto se mantuvo pensativa y agradeció que su amiga Dahyun llegara una hora antes esa mañana, pues aún no se sentía lista para darle una explicación, razón por la cual apenas entró al cuarto de descanso, el aire que retenía en sus pulmones fue liberado.
Hace tanto tiempo que no se sentía de ese modo, tan oprimida por los deseos de su padre y creía que seguiría así, que finalmente todo empezaría a mejorar.
Sin embargo allí estaba, luchando con el cambio que había dado su vida en solo dos días, empezando a creer que en verdad la vida la odiaba sin razón alguna.
Cuan agradecida estaba de contar con el apoyo de su hermano Jay, quien cuando le contó sobre lo ocurrido el día anterior no hizo más que apoyarla.
Pasó varios minutos tratando de calmar su respiración luego de cambiarse su ropa por su uniforme celeste, amarrando su cabello en una cola de caballo que despejó su cuello y espalda, para finalmente ponerse su bata blanca y salir lista para un nuevo día en la clínica, lejos de todo lo que pretendía perturbar su tranquilidad.
Pero la vida parecía tener otros planes, pues apenas y había recorrido un par de pasillos en dirección a la oficina de la directora cuando la vio.
A unos cuantos pasos de ella se encontraba la japonesa firmando unos documentos que un enfermero esperaba a su lado.
Nayeon quiso desaparecer, poder darse la vuelta y evitar lo que sabía que tarde o temprano estaba escrito que sucedería, un encuentro inminente , pero no lo logró.
No logró apartar su vista de la hermosura de la japonesa con aquel uniforme, no logró escapar de su aura tan intelectual y segura, y no es que Mina no haya tenido esa misma aura cuando la conoció, sino que con la madurez que tanto su mirada como su personalidad habían adquirido esos años, ahora era imposible estar en el mismo lugar que ella y no querer su atención.
Por eso no logró evitar quedar hipnotizada por ella, no logro evitar que su cuerpo dejara de obedecerle cuando le ordenó escapar.
Y mucho menos logró evitar que en el momento que la mirada de la pelinegra se separara de aquellos papeles chocara con la suya, devolviéndola a la vida con la hermosa sonrisa que le regaló mientras caminaba hacia ella.
— Mina... — Murmuró al tenerla a tan solo un paso de distancia, después de tanto tiempo, al fin su amada Mina estaba frente a ella, sonriendo le sin ningún rastro de tristeza, mirándola sin un rastro de reproche, con el mismo brillo en sus ojos que tanto le gustaba, era su Mina.
La menor parpadeó un par de veces, sin dejar de sonreír mientras la miraba, sin poder creerse que de verdad se tratara de ella, pero logró hablar con la misma suavidad y serenidad que la castaña recordaba. — Nayeonnie.
— Mina yo...
— No hagas eso. — La interrumpió la japonesa rápidamente avanzando el paso que separaba su mano de su rostro, donde después de tantos años volvió a dejar una caricia que llenó de paz el cuerpo de la castaña. — No gastes el tiempo nombrando el pasado... Dejalo allí. — Pidió sin dejar de sonreírle cariñosamente.
Nayeon se dejó llevar por aquel gesto, agradeciendo internamente que la japonesa no la odiara al menos un poco. — Al menos dejame... ¿Puedo abrazarte? — Preguntó casi entre susurros, mirando a la pelinegra con aquella expresión suplicante que conmovió y aceleró su corazón.
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4Colors Of Nayeon
Teen FictionLa historia de cuatro chicos con una ex novia en común. Eran un grupo que parecía no congeniar pero se llevaban muy bien. Cuando todos se conocieron se apoyaron entre sí y se hicieron mejores amigos, dado que entre todas las cosas que tenían en comú...