Narrador omnisciente
Por alguna razón, las horas parecían pasar más lentas para la castaña de ojos azules, como si el tiempo se hubiera unido a la tortura que sus pensamientos y emociones le estaban haciendo pasar.
Suspiró girando en su cama por enésima vez desde que había llegado a casa, y agradecía que ni su padre o alguno de sus hermanos llegara aún, pues no quería dar explicaciones sobre su día o su estado de ánimo.
Pero su felicidad no duró demasiado, unos toques en su puerta la sacaron de sus pensamientos y aún vistiendo su pijama se levantó a abrir encontrándose con los hermosos ojos negros de Yoona, su nana. — Mi niña Nayeon, la cena estará lista en breve, su padre está por llegar.
— Pero nana no tengo hambre. — Hizo un puchero sabiendo que era su mejor arma contra la mayor que siempre la consentía, pero al parecer ese día nada estaría de su lado. — ¿Puedes cubrirme? — Pidió obteniendo un suspiro de la mayor.
— Quisiera poder hacer eso ni niña pero su padre ha dado una orden específica de que su presencia era necesaria. — Contó la mujer viendo como su niña inflaba sus mejillas con expresión decaída, ella misma sabía lo poco que la castaña soportaba comer en compañía de su padre, pero esa noche había recibido ordenes estrictas de que la menor debía estar presente.
— ¿Sabes porque? — Preguntó Nayeon caminando de vuelta a su cama donde se sentó abrazando su almohada con forma de pingüino, una de sus favoritas.
Yoona por su parte negó otra vez, tomando la pequeña cesta que contenía ordenadamente su ropa sucia. — Sólo dijo que tu presencia es importante. — Informó viendo como la castaña se acostaba.
— Supongo que no tengo opción entonces. — Murmuró Nayeon haciendo una mueca de fastidio. — ¿Alguno de mis hermanos esta en casa? — Preguntó volviendo a sentarse para mirar a la mayor, quien asintió regalándole una pequeña sonrisa caminando hasta la puerta.
— El joven Jay ha llegado hace poco. — Contó con la cesta en su mano.
— Esta bien, gracias nana, en un rato bajo. — Informó Nayeon volviendo a la comodidad de su cama mientras la mayor negaba y salia de la habitación, dejándola sola de nuevo, aunque al menos esta vez tenía la alegría de que por lo menos hablaría con su hermano favorito.
No era un secreto que su hermano Jaebum o Jay, era con quien mejor relación tenía pues los gemelos eran casi tan demandantes como su padre, y aunque en todos esos años el chico cabello azabache y mirada grisácea no tuviera más opción que ser unos más entre machistas y prejuiciosos, todos sabían que cuando se trataba de su hermana estaba dispuesto a dar la vida por ella.
Por eso cuando la castaña estuvo lista, bajó rápidamente al living donde lo encontró sentado en el sofá junto a la chimenea con un libro entre sus manos, un hábito que aunque admiraba mucho de él, era extraño verlo de aquel modo, ya que a su padre la lectura como pasatiempo le parecía una total tontería, por lo que cuando no estaba cerca el chico aprovechaba de tomar un libro y dejar volar su imaginación.
— ¡Jay Oppa! — Exclamó Nayeon al entrar al lugar.
El pelinegro apartó la vista de las paginas y miró a la chica que se acercaba a él con una linda sonrisa en su rostro. — ¡Nay! Aquí estás pequeña. — Dijo con el mismo entusiasmo que la menor, levantándose para darle un abrazo una vez llego hasta él. — Nana me dijo que estuviste en tu habitación desde que llegaste de la clínica ¿Mal comienzo? — La miró interrogante sonriéndole de aquel modo encantador que tenía el poder de derretir más de un corazón.
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4Colors Of Nayeon
Novela JuvenilLa historia de cuatro chicos con una ex novia en común. Eran un grupo que parecía no congeniar pero se llevaban muy bien. Cuando todos se conocieron se apoyaron entre sí y se hicieron mejores amigos, dado que entre todas las cosas que tenían en comú...