Capítulo 8: The Prophecy

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~Capítulo 8~

Narra Naomi:

Salí y me dirigí a mi cabaña, y Leo estaba parado en la entrada de esta.

-Hola hermanita - dijo sonriéndome.

-Hola Leo - le dije moviendo la mano en forma de saludo.

-¿Cómo estas? - me preguntó haciéndose a un lado para que pasara y me siguiera por de tras mío.

-Bien. ¿Y tu? -le pregunte algo extrañada, nunca teníamos estas conversaciones.

-Bien bien.... Oye.

-¿Dime? - le dije subiéndome a la litera.

-¿Me prestarías, el anillo? - dijo sonriendo lo más amplio posible.

-¿Para qué?

-Quiero hacerle algunos arreglos.

-Atrévete a tocarlo, te mato - le dije sujetando mi anillo.

-Porfa solo unos arreglos - dijo haciendo puchero.

-No me convencen los pucheros - le dije rodeando los ojos y acostándome dandole la espalda.

-Ya, por favor - dijo moviéndome para que lo viera.

-No, además ¿Qué arreglos le vas a hacer? - dije dándome la vuelta para verlo.

-Mmm... estaba pensando en hacer lo mismo que con el bolígrafo de Percy.

-¿Qué cosa? ¿Lo de volver a aparecerse?

-Exacto, además de agregarle otras cosas sorpresas - dijo moviendo las cejas divertidamente.

-Lo voy a pensar, Mmm... No - dije frustrada y girando para dormirme.

-¿Qué te cuesta? Naomi, van a ser favorables para la misión... - en ese momento se quedó callado, me di la vuelta para verlo.

-¿De qué misión hablas? - le dije destapandome.

-¿Qué misión? ¿De qué estás hablando? - dijo bajando las escaleras hacia el sótano - Duerme bien - se despidió con un movimiento de mano.

-¡Valdez! - le grite.

Baje de la litera y corrí hacia las escaleras, bajé hacia el sótano para buscarlo, otra vez no lo volví a encontrar.

-Nyssa ¿En dónde esta Leo?- le susurre.

Ella me indicó la mesa.

-Gracias.

Me arrodillé y subí la tela de la mesa, y ahí estaba mi Leo saludándome torpemente.

-Leo deberías buscar otro escondite.

-Lo sé.

Me coloque al lado de el.

-Ahora, ¿Me quieres decir sobre esa misión?

-Emm... No puedo, todo a su debido tiempo.

-Pero Leo me dejaste con la intriga - le dije colocando un puchero.

-No hagas pucheros, sabes que son mi debilidad - me dijo colocando su mano en mi cara.

-Quita tus sucias manos.

-¿Te parece si hablamos arriba? - me preguntó levantando los hombros.

-Vamos.

Salimos de debajo de la mesa y obviamente todos nos quedaron mirando raro y subimos las escaleras.

Me enamoré del lado oscuro; N. DI ANGELODonde viven las historias. Descúbrelo ahora