☼︎ Capítulo 11 ☼︎

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Varios confirman que después de un acontecimiento malo, vienen cosas que mejoran tu día y te harán darte cuenta que la vida es esto; una montaña rusa que sube y baja siempre en algunos días buenos, otros días malos. Acontecimientos agradables y otros no muy memorables.

Esta montaña rusa algunas veces da unas vueltas tan esperado y precipitadas que solo te queda esperar que pasara después de este giro, si vomitaras por las fuertes subidas y bajadas o lograras disfrutar y tener un gran momento.

Al parecer el destino estaba contra de mis deseos de un fin de semana encerrada en mi habitación sin querer hablar con nadie y solo esconderme entre mis sabanas y ver algunas películas y series en netflix para ocupar mi gran fin de semana.

Que deprimente eres.

- No -, me acurruco en la cama como toda chica madura de dieciséis años, me negaba a salir con mi madre.

Simplemente no me imaginaba una salida con ella, la última vez que hice algo así con ella como una salida casual de "madre e hija" ni siquiera el recuerdo y no tengo ganas de reemplazarlo por nuevos recuerdos.

- Arantza, no me has dejado siquiera terminar de hablar.

- Es porque nada de lo que vayas a decir o hacer me va a convencer.

Mi plan era fijo y no cambiaria de opinión, quizás los planetas se alinearon para hacerme la vida imposible o el universo o esas mierdas.

¿Sera por mi zodiaco?

Si, tienes ascendente a imbécil en luna retrograda.

Vaya que amable.

Para servirte.

Deseaba que en estos momentos mi vida fuera como una película, esas que son muy dramáticas y los hermanos pelean mientras uno solo suelta un grito y dos lagrimitas para que el hermano la deje sola.

Porque tenía un hermano, pero este era insistente.

No quería saber la razón, motivo o circunstancia para verme con mi madre. Dios mío, yo solo pedí un fin de semana relajante y sin molestias ni interrupciones. Quería paz y tranquilidad.

Todo se fue a la mierda porque al universo le provoco cagarme todo el puto fin de semana.

No puede ser, ve a lavarte la boca con jabón que la tienes bien cochina.

En este momento preciso las cosas que apreciaba se derrumbaban sin yo siquiera darme cuenta de aquello, cuando trataba de "proteger" a las personas que deseaban lo único que lograba era lastimarlas más.

- Arantza, normalmente tu humor es irritante - habla después de unos segundos mi hermano - estos últimos días te he notado más tensa, ¿Qué ocurre? ¿Tiene que ver con Miles?

Dios volvía a escuchar ese bendito nombre y juro que me tiro de un puente.

- Miles, Miles, Miles... - solté una risa seca - ¡No todo es Miles! ¿Por qué dices su nombre? ¡Cállate!

- Si es por Miles, ¿Qué paso?

Yo seguía cubierta por mis sabanas sin querer salir de ahí como si de una protección contra la realidad se tratase, no tenia los ánimos para contarle a Jayden todo sobre lo de Miles ya suficiente tenia con recordar cómo sus ojos azules me miraron tristes y su expresión caída.

Papá siempre me contaba que cuando era más pequeña hacia esto mismo cuando hacia alguna travesura de niños pequeños o cuando no quería hacerla la tarea. El decía que era mi forma de evitar los problemas y esperaba que se resolvieran mágicamente.

Mi última lluvia de estrellas ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora