El seguía con su mirada de cachorrito rogando que fuera a hablar con él al respecto.
- Vamos, pecosa. Solo quiero... hablar ¿ok? No voy a pelear, no contigo.
Me aleje mas mientras se acercaba a mi mirándome con suplica, no quería tener esta conversación aún, no quería ni podía.
- Miles de verdad, tengo que ir a clases. Hablamos después.
- Pecosa por favor, hablemos ahora -, me tomo de la mano con delicadeza, su tacto quemo y envió una corriente por todo mi cuerpo -. No llegaras tarde a la clase, lo juro.
No, no me mires así y no me digas eso, por favor.
Suspire, sabiendo que esto de alguna forma u otra saldría mal.
Lo había evitado una semana y después la noche anterior me fui como una loca sin decirle nada. Así que...
- Está bien - acepte, aun sin estar segura.
Me estaba dirigiendo por los pasillos de la escuela con Miles a mi lado en silencio pasando a los estudiantes para llegar a algún lugar.
Estaba siendo muy mala con Miles dejando que mis emociones llevaran el timón de mis decisiones y sin darme cuenta lo lastimaba y alejaba cuando en realidad quería lo contrario a eso.
Una loca, muy loca idea empezó a maquinarse en mi cabeza.
Estaba planeando decirle lo que sentía.
Lo sé, se que están pensando que es una mierda de idea y que varias reacciones no muy lindas reciba ante lo que vaya a soltar.
¿La peor reacción? Que se asuste, la amistad se incomode y nos alejemos.
¿La mejor? Ni puta idea, por mi mente solo pasan finales horribles.
Amo tanto tu positivismo.
Miles seguía concentrado en la búsqueda de lo que supongo seria un aula vacio, mis nervios aumentaban y mi pulso se aceleraba cada vez mas.
El que no tenga miedo a nacer, que no nazca.
Caminaba a paso decidido como si supiera exactamente a donde ir y mi pensamiento fue confirmado cuando paramos en un salón el cual cuando abrió no se encontraba ningún estudiante o profesor dentro.
Me invitó a pasar con la mirada, estaba nerviosa y empecé a repiquetear mis dedos contra mi pierna, entre a paso lento evaluando el entorno para así relajarme al menos.
El techo era blanco, y las paredes colores grises muy deprimentes, cinco filas de pupitres color marrón madera en todo el aula y al final una mesa larga una silla en la cual se sentaba el profesor.
Decidí sentarme en una de los primeros pupitres y Miles se sentó en la mesa en la cual se supone que debe ir el profesor, estábamos frente a frente a unos cortos metros de distancia.
Sentía que iba a ser regañada por algo que hice y más por cómo me miraba, sus ojos azules me escudriñaban con la mirada, con curiosidad como si tratara de saber que estaba pensado en ese mismo momento.
Y yo también quería saber que pasaba por su mente.
- Lo siento mucho.
Fui la primera en hablar, los nervios y la culpa me había ganado y decidí ser la primera en romper este silencio.
Su mirada seguía en mí, ahora un poco más apagada sin ese brillo que lo caracterizaba.
Estaba a punto de soltar lo que sentía, estaba a punto de decir "Me gustas y por eso te evite una maldita semana" Y automáticamente, todos los buenos momentos que pasamos y lo bien que me hacía sentir... Me hacía sentir tan querida, tan no fácil de desechar que simplemente las palabras no salían de mi.
ESTÁS LEYENDO
Mi última lluvia de estrellas ©
RomanceEl destino los puso a prueba, les dio la mejor vista a las estrellas, para luego ofrecerles una fuerte llovizna. Quizás el destino los quería juntos, sin embargo no era ese el momento. «Ramé: caótico y hermoso a la vez» 2 0 2 0 12/03 BORRADOR IVA...