bailar tango; edser

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edser ensayando la noche anterior el baile de tango básicamente 🔥🔥🔥

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Serkan siempre había adorado bailar con Eda porque eso significaba tenerla solo para él, en sus brazos, mirándose a los ojos, sonriéndose con las sonrisas que solo guardaban para ellos. Pero en ese momento estaban en el salón y Eda estaba con su espalda apoyada en su pecho y con sus manos rodeando su cuello, y Serkan lo último que quería era bailar. Ella se arqueó, girando el rostro para mirarle, y se alejó, bajando sus manos por su pecho mientras se daba la vuelta. Serkan tragó saliva y la vio estirar el brazo, esperando que él la sujetara y la acercara de nuevo; al hacerlo, la cogió del muslo, alzando su pierna hasta su cadera, y apoyó su mano libre en mitad de la espalda de Eda, presionándola más contra él. Sus narices se rozaron y ambos cogieron aire al mismo tiempo, con su mirada perdida en los labios del otro.

–¿Cuánto tiempo más vas a soportar esto, baby? –La preguntó, susurrando y escondiendo una sonrisa al ver como ella temblaba bajo su toque.

–¿Soportar el qué? –Eda estaba demasiado concentrada intentando mantener la respiración controlada como para darse cuenta de que la mano de Serkan estaba deslizándose más y más por su espalda, hasta la parte más baja. Cuando él apretó, ella, por instinto, ajustó más la pierna que tenía rodeando su cintura y eso solo consiguió que Serkan moviera sus manos hasta sujetarla por los muslos y alzarla.

Sin darla tiempo a procesar nada, los movió hasta una de las paredes, encerrándola con su cuerpo, y escondió su rostro en su cuello, rozando su piel sensible con su barba.

–¿Cuánto tiempo más vas a soportar que no te toque como los dos queremos que lo haga? ¿Cuánto tiempo más vas a soportar que no te bese y recorra con mis labios cada parte de ti? ¿Cuánto tiempo más vas a soportar tenerme a un roce con la punta de tus dedos? ¿Cuánto tiempo, Eda? Porque yo ya no lo aguanto más.

Eda inclinó el cuello, permitiéndole un mejor acceso cuando la punta de su lengua se presionó en su pulso.

–Llevo soñando contigo cada día desde que te fuiste, mi amor. Sueño con nuestras noches juntos y los sonidos que hacías cada vez que te besaba y lo bien que te sentías debajo de mí, y lo mucho que mis manos se habían amoldado a cada una de tus curvas. Sueño con tus labios en mi piel, con tus ojos entrecerrados y tu boca abierta cuando nos movíamos al compás y no había nada más de ti que yo pudiera llenar. Sueño contigo, Eda. Sigo haciéndolo. Porque ahora estás aquí, y podría tocarte, pero no lo hago. No lo hago y eso me está matando. No lo hago, aunque es lo único que deseo hacer. No lo hago, aunque creo que eso me está matando más y más cada día.

Serkan no había movido las manos de sus muslos, porque no quería dejar de sostenerla y porque tenía miedo de que al hacerlo ella intentara escapar. La tenía acorralada contra la pared y estaba pasando su boca, como un roce eléctrico, por su cuello, sus hombros y sus clavículas.

–Quiero dejar de soñar, Eda. Quiero que todo sea real. Quiero volver a besarte para escuchar tus sonidos de nuevo, y comprobar si te sigues sintiendo igual de bien debajo de mí, y si mis manos no han olvidado cada una de tus cuevas. Quiero tus labios en cada parte de mi piel y movernos al mismo compás como si no hubiera pasado el tiempo. Quiero que tu olor vuelva a estar a mi alrededor y no se vaya nunca más. Te quiero a ti, Eda. Y sé que te tú me quieres a mí.

Se alejó para mirarla a los ojos y se encontró sus pupilas más oscuras, dilatadas de deseo, y sus dientes mordiendo su labio inferior para no gemir. Le delineó con su pulgar, soltando el agarre, y acercó su rostro, más cerca, mucho más cerca.

–Dímelo, baby. Dime que me quieres a mí. Aunque solo sea esta noche.

Eda clavó sus uñas en los hombros de Serkan al oír su voz, reverberando con fuego, y asintió con la cabeza.

–Dilo. Quiero oírlo. Necesito oírlo.

–Te quiero a ti, Serkan. A ti. A ti. A ti. A ti. –Repitió, cuando él, al escucharlo la primera vez, succionó sobre su cuello, marcando con sus dientes, repasando con su lengua.

–A mí. Solo a mí –Jadeó, raspando con su barba en su mandíbula.

–Solo a ti –Confirmó, cerrando los ojos cuando sintió sus labios en la esquina de su boca.

Pero Serkan no la besó. De hecho, la bajó suavemente al suelo y dejó sus dos manos apoyadas a los lados de su cabeza. Eda abrió los ojos, frunciendo el ceño, y le miró, encontrándose con su pequeña sonrisa de costado. Estaba a punto de hablar, de exigirle una explicación por haber parado, cuando él se inclinó y movió, con los dientes, uno de los tirantes de su top de pijama. Presionó sus labios sobre su piel expuesta y Eda notó su cálido aliento en su pecho, que hizo que un escalofrío la recorriera todo el cuerpo.

Dibujó el contorno de su cuerpo con su boca y llegó a su ombligo, donde el piercing de Eda brillaba bajo la tenue luz del salón.

–¿Sabes con qué he soñado también todo este tiempo? Con esto –Dijo, pasando su lengua hasta hacerla temblar –No entiendes hasta que punto me vuelve loco, Eda.

Ella gimió en alto cuando las manos de Serkan se presionaron en su cadera y sus labios se posaron en el borde de su pantalón corto. Notaba calor por todas partes. Su cuerpo palpitaba de deseo, de anticipación. Irguiéndose de nuevo, Serkan la miró a los ojos antes de preguntarla, con la voz ronca y entrecortada:

–¿Cómo voy a encontrarte si bajo ahora mi mano al interior de tus muslos? –Murmuró, mirándola la boca cuando ella pasó la lengua para humedecérsela –¿Cómo voy a encontrarte para mí?

Eda arqueó la espalda cuando notó como los dedos de Serkan se posicionaba sobre ella, aun con la tela en medio.

–Serkan –Rogó, llamándole, clamándole.

Y Serkan hizo todo lo que ella le pidió. Porque nunca había sido capaz de negarla nada. Y nunca sería capaz de hacerlo. Así que movió su ropa y sus dedos la acariciaron, deslizándose.

–Mírame –La pidió cuando ella cerró los ojos y apoyó la cabeza en la pared –Mírame, Eda.

–Necesitaba tanto esto –Jadeó, al encontrarse con su mirada en el momento exacto en el que él flexionó dos dedos en su interior.

–Me necesitabas a mí. No esto. A mí –Serkan la besó la mandíbula, dejando que ella clavara las uñas en su espalda con más fuerza al introducir un dedo más –Muévete, mi amor. Muévete por mi toque.

Y Eda lo hizo. Porque tampoco era capaz de negarle nada. No a él. Nunca a él.
Movió sus caderas buscando más el contacto y dejó que los dedos de Serkan se amoldaran a ella y la tocaran, y la tocaran, y siguieran tocándola.

Gimió su nombre, gritó su nombre, y le miró. Le miró hasta que su pulgar se presionó en su clítoris y sus dedos se curvaron, rozando sus límites. Le miró hasta que su palma frotó su piel sensible y su boca se hundió en su cuello, dejando más marcas.

Sus caderas bailaban sin control, buscando más, siempre más. Quería que la tocara más. Que la besara más. Que la hiciera olvidar todos esos años separados.

Serkan movió la mano, llegando a los puntos que sabía que debía llegar, y la sujetó de la mandíbula con su mano libre, obligándola a mirarle de frente. Y cuando ella colapsó, con la boca abierta y los ojos entrecerrados, soltando esos sonidos que la hacían enloquecer, Serkan la besó. La besó, presionándola por completo contra la pared, dominando sus labios con su lengua.

–Esto significa bailar tango, baby. Bailar con mis dedos dentro de ti. Bailar a besos. A orgasmos.
Siempre ha sido así para ti y para mí. ¿Crees que mañana podremos hacerlo delante de los jueces sin acabar como ahora?

drømmeunivers | oneshots edser & hankerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora