Era sabado.
Por fin había caído el fin de semana para el joven rubio, quien esperó toda esa semana para que ese día llegase, debido a la tonta promesa que su abuela le hizo de manera gentil por notar su desaliento en hacer los deberes: el fin de semana, no tendría ni una obligación, por lo que al fin podría estar en paz aunque fuera máximo 2 días.Había llegado el martes, hace ya 3 días, después de un largo viaje desde Tokyo.
En el país se quedaría a vivir en la casa de sus abuelos, no tenía más familia y por eso viaja de cualquier modo, por lo que ellos lo esperaron ansiosos, ¿cómo no estarlo? Era ver sano y salvo a ese familiar que era el reflejo de sus difuntos hijos, llorando por pensar en qué ubiera pasado si no hubiera salido a diferencia de su primogénito y nuera.
Fue sentimental para los 3.
Aunque Kenma no fuese fan del contacto físico, se sintió consolado entre los brazos de su única familia restante, no necesitaba palabras que no pudieran abandonar su garganta, solo se escondió en sus hombros valorando del aroma familiar extraviado en Nueva York. Los señores mayores agradecían a Dios entre lagrimas, tomando sus mejillas y besando su frente, estando más consientes que nunca de su valor, ese que estuvieron a punto de perder.Más, rápidamente siguieron las indicaciones que las autoridades japonesas que se hicieron cargo del adolescente les dieron para su bien.
Anotar a su nieto a clases de ingles, hacerle chequeos de salud de todo tipo, marcando con prioridad los de su psicología, y buscarle una secundaria de buena manera en la cual se sintiera cómodo para continuar una vida normal.
Tardaron hasta el viernes en tener un diagnostico prematuro de su trauma, marcando el insomnio con un punto final dándole pastillas para hacer que no pensara de más al cerrar los ojos y tratara de evitar eso. Pero, hablar con doctores no fue lo único, también debió hacerlo con estudiantes, docentes y directores escolares para incorporarse en el sistema de una escuela de la zona.
En resumidas cuentas, para Kenma, además de ser un hombre viejo hablándole en un idioma que no comprendía, era un molesto lugar donde le harían más preguntas como el nuevo, nada emocionante.Pero, por lejos, lo peor era que su celular no funcionaba debido a que tenía que contratar un nuevo servicio del país americano, tener un nuevo número, y todas esas cosas tediosas las cuales le hacían sacudir su cabeza para olvidarlas, teniendo como mayor pesar que Kuroo debía de estar esperando respuesta suya que no lograría darle en un tiempo o quizás nunca si no recuperaba sus datos.
Temía perder su número, o nunca más tener celular, pero ese era un caso extremo al cual no deseaba llegar.
Fueron 3 días agotadores para el chico que tenía la misma rutina diariamente para calmarse; escuchar música la mayoría del tiempo, llegar a su casa por la noche, y encerrarse en su cuarto directamente a su cama con su juego, en la completa oscuridad de su ahora nuevo cuarto, negando preguntas normales como si tenía hambre o deseaba algo.
Enfocándose en el presente, 2 días eran pocos, pero no los desperdiciaría.
Sus partidas eran fantásticas esa madrugada. Sin embargo, se desconcertó al notar que una nueva solicitud de amistad le llegaba a su cuenta.
Era raro que fuera así de la nada, pero supuso que solo era otra persona más de las que deseaba jugar con él por su posición de experiencia en eventos de los mismos campos.
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Bullet without Firing﹙Kuroken﹚
Action"Los jovenes deudores de despedidas hayaron esperanzas para encontrarse nuevamente, pero sus inocentes pensamientos nunca imaginaron que sería para resolver un caso policial como adultos." Bala sin despedir Kenma deja Japón a temprana edad por la tr...