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La navidad estaba por llegar. Pasaron algunas cosas en el medio, los pondré al tanto.
Con Draco no me hablo desde que nos peleamos. Me duele mucho, porque es mi hermano. Pero dejamos eso de lado y le prestamos más atención a nuestro orgullo.
Con mis amigos está todo bien. Mi hermano se habla con ellos y yo también, pero no entre nosotros. Los chicos me dicen que nos tenemos que perdonar. Pero, como dije, nuestro orgullo es muy importante.
Por otra parte está Hermione. Tampoco me comunico con ella desde lo sucedido. La chica intenta hablar conmigo pero siempre que puedo la ignoro. Ahora tengo más claros mis sentimientos hacia ella, por lo que se me hace más difícil todavía no hablarle.
Con respecto a Nicolas Flamel. No encontré absolutamente NADA. Desde ese día con Hagrid, me pasé buscando información en la biblioteca. Pero no encontré NADA. Es como si hubieran dicho: "Vamos a hacerle la vida imposible a T/n Malfoy, quemando todos los libros en donde aparece el famoso Nicolas Flamel". Ninguna nota, ni lo nombra, nada. Tendré que seguir investigando...
Estaba caminando por los pasillos cuando me di cuenta de algo. Se acerca navidad, por lo que tenemos días de descanso, por lo que tenemos que pasarlos con la familia, por lo que tengo que volver a casa, por lo que tengo que volver a ver a nuestro padre, por lo que eso significa... más golpes.
Pare en seco y giré bruscamente, ahora caminando hacia el lado contrario. A la mierda el orgullo. ¡Tengo que hablar con Draco!
Fui rápidamente a la sala común, y me encontré a la persona que buscaba bajando las escaleras apurado. Yo me acerqué a él, y mi hermano a mí. Quedamos cara a cara y dijimos al mismo tiempo:
- No quiero ir a casa - luego de esto reímos y se formó un silencio incómodo
- Si... - dije - La primera vez que estamos de acuerdo en algo después de tanto tiempo sin hablarnos
- Si, sobre eso yo... - el chico suspiró y empezó a hablar y hablar, divagando. Lo conocía lo suficiente, a él le cuesta mucho pedir perdón por eso lo interrumpí y dije:
- Está bien, tranquilo
- Segura? - preguntó inseguro y yo asentí rápidamente - Sobre lo de Granger... quiero que sepas que te apoyo. Y si, en algún momento, te llegas a ir de casa... me voy a ir con vos
- Gracias - dije aliviada y lo abracé - Bien - me separé - Que vamos a hacer? Es obvio que si volvemos, papá nos va a castigar
- Es verdad - confirmó y él se calló como si estuviera pensando en algo pero no estuviera muy convencido de ello - No quiero hacer esto, pero podemos pedirle ayuda a nuestros amigos
- Wow, Draco Lucius Malfoy pidiendo ayuda?
- Primera y última vez - me respondió
Fuimos hacia los chicos que estaban en el Gran Comedor. Y los vimos sentados en la mesa de nuestra casa, comiendo.
Nos acercamos y fuimos recibidos por Theo:
- Buenos días - dijo con la mirada en su plato, se le caía la baba, Pansy le pegó un codazo y el mismo chico subió la vista quedando sorprendido - Ya se hablan?
- Escuchen, necesitamos su ayuda - dijo Draco. Si antes estaban sorprendidos, ahora ni les cuento
- Okey, definitivamente ellos no son los Malfoy - opinó Pansy todavía con las cejas levantadas
- Callense! - ordenó mi hermano levantando la voz, y los chicos se asustaron
- Draco! - lo regañé golpeándolo con mi codo
- Definitivamente son ellos - dijo Theo
- Okey, Basta - hablé cansada - esto es serio
- Díganos - sonrió Goyle
- No queremos ir a casa - dije - Allá nos espera... como decirlo... algo peor que un castigo, literalmente hablando
- ¿Que? - dijo Theo sorprendido - ¿Sus padres también... ya saben... les pegan? - preguntó lo último susurrando
- Si, lo hace nuestro padre... u otras cosas - dijo Draco bajando la cabeza
- Pensé que era la única - habló Pansy tristemente - Los ayudaremos - dijo decidida y los otros asintieron - Solo que nosotros tampoco sabemos que hacer...
- Buscaremos una forma - ánimo mi hermano
- Si! Ahora hay que ir a clases, tenemos una semana para pensar...
Narrador omnisciente
Los días pasaron muy rápido. Mañana era navidad y los chicos acordaron juntarse en la habitación de la pequeña Malfoy para repasar el plan.
- Bien - dijo la misma - Entonces, esto es lo que vamos a hacer. Cada uno de nosotros - señaló a cada uno. Excepto a Crabbe y Goyle, ya que no estaban porque ellos sí iban a ir a su casa - Le va a mandar una carta a sus padres diciendo que nos ofrecimos como voluntarios para preparar las cosas de navidad. Por lo que no podremos ir a casa
- Y si no nos creen? - preguntó Theo aterrado
- Esa no es una opción - volvió a hablar la rubia y todos la miraron con miedo - Escuchen, no podemos tirarnos a bajo. Tenemos que sonar lo más normales posibles. No podemos cometer errores
- Bien - apoyaron todos
Cada uno se fue a su habitación a realizar lo dicho.
Era de mañana así que tenían que esperar a que sus padres contesten.
Los amigos desayunaron, asistieron a clases, e hicieron todas las cosas pendientes por hacer, con los nervios de pies a cabeza.
A la hora de la cena, se juntaron nuevamente en el Gran Comedor. Estaban hablando animadamente sobre Quidditch, cuando fueron interrumpidos por lechuzas entrando al lugar. Como si ensayado estuviera, primero entró un animal con una carta y elegancia, aterrizando justo en frente del Señor Nott. Luego pasó de la misma manera con la señorita Párkinson. Y por último, y no menos importante, llegaron los Malfoy.
Esos sentimientos volvieron, aunque nunca se habían ido, ahora estaban mucho peor. Tampoco ayudaba que casi todo el comedor estuviera en silencio mirándolos fijamente extrañados por recibir correo a esta hora.
Los niños abrieron sus cartas en el mismo orden en el que las dejaron, por lo que Theo fue el primero. El chico recién leyó la carta, soltó el mayor suspiro de alivio que pudo haber existido en la vida, tanto magica como Muggle. La segunda era Pansy. Agarró la carta y ella tardó mucho más en abrirla a como lo hizo su amigo. Pero cuando la leyó, les lanzó una sonrisa reconfortante a sus amigos, T/n y Draco.
Estos dos, fueron los últimos chicos. Se agarraron de la mano y con la otra que tenían libre, abrieron la carta. Y...
*GRACIAS A SALAZAR* pensaron felizmente los hermanos. Y tanta era su felicidad, que sus caras los delataron. Los amigos se sonrieron y siguieron comiendo estupendamente.
