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Draco y yo entramos corriendo al castillo. Al llegar, yo frené de a poco para recuperar el aire que había perdido. En cambio, mi hermano siguió de largo, lo que me resultó raro teniendo en cuenta todo y lo rápido que corrimos.
- Draco! - le grité y el paro bruscamente, girandose
Sin embargo, él no respondió y siguió su camino con la misma velocidad. Me obligué a dar paso una vez más, ya que no me iba a quedar ahí parada... sola... en el medio de la nada...
No me daba miedo, claro. Es por... um... El frío....
Volviendo y cambiando de tema. Seguí a Draco a donde sea que fuera.
Luego, llegamos a una puerta de madera cerrada. El rubio la tocó, cosa que hizo que me asuste.
- Qué haces!? - le susurré por más de estar al lado
El no me respondió nuevamente. Pero eso no me resultó raro. Lo raro fue que desde la puerta, desde adentro claro, se escuchó un "pase".
Al abrir, me encontré extrañamente con la profesora Mcgonagall. *¿Qué hace despierta? ¿No sabráqué hora es?*
Bueno, eso mismo se preguntaba ella cuando nos vió:
- ¿Qué hacen despiertos? ¿No saben qué hora es?
El primero en avanzar fue mi hermano, el caminó hacia el escritorio y se quedó ahí parado mirándola.
No lo tomen de raro. En la Mansión, o mejor dicho, mi padre, nos enseñó a tener modales. Más si es frente a las personas que no conocemos. Para dar una buena impresión.
Lo que está haciendo Draco es esperando a que la profesora le dé el permiso para poder hablar. Así que, tiren a la basura el plan de como enviar a mi hermano al manicomio.
- Señor Malfoy? - ahora sí le dió el permiso
Yo no me quedé atrás en la entrada, por supuesto. Yo ya había ido al mismo lugar que ellos mucho antes.
- Profesora - empezó el rubio - Harry Potter, Ronald Weasley y Hermione Granger están en la cabaña del hombre grande-
- Hagrid - interrumpió corrigiendolo
- Hagrid - repitió - Y Él tiene un dragón en su casa!
- Ridgeback Noruego - corregí en voz baja, haciendo que la profesora me mirara
- Señorita Malfoy? - negué, dando a entender que no quería hablar - Escuchen, culpar a alguien es grave, y peor si me dicen que uno de ellos tiene un dragón!
- Profesora tiene que creernos - hablé por fin
De pronto empezamos a escuchar murmullos. No entendíamos lo que decían, pero sin embargo las voces eran claras. Eran ellos.
Mcgonagall se levantó y fue rápidamente a la salida. Nosotros antes de ir nos sonreímos, y, ahora sí, dimos camino.
- Buenas noches - dijo la profesora, y con Draco aparecimos detrás de ella con una sonrisa burlona
Volvimos, y la profesora fue a su escritorio quedándose parada.
- Nada, repito, NADA - dijo con un claro enojo - justifica que un estudiante camine por la escuela en la noche. Como penalización por sus actos, les quitaré 50 puntos
- ¿¡50!? - Gritó Harry incrédulo
- A cada uno - siguió la grande, para este punto Draco tenía una sonrisa de oreja a oreja imposible de sacársela. Y no lo culpaba, yo estaba igual - y para cerciorarme de que esto no se repita, los cinco recibirán un castigo
Ante esto último, con mi hermano compartimos la misma expresión también. Confusión.
Sin vergüenza, Draco habló:
- Diculpe profesora - llamó la atención de esta y del trío - Tal vez escuché mal. Escuché que dijo... Los cinco?
- Escuchó bien Señor Malfoy - le contestó la profesora tranquilamente - Se lo digo a usted también esto - dijo mirándome a mi - A pesar de sus intenciones, también estaban fuera de la cama a horas inadecuadas - ahora los que nos sonreían eran los Gryffindors
- Pero- quise hablar
- Sin Peros Señorita Malfoy - me interrumpió - Al igual que sus amigos será castigada
- Ellos no son... mis amigos - dije un poco ofendida - Ellos no merecen llamarse así - hablé rápidamente
Ante lo dicho, Hermione bajó la cabeza. En cambio la profesora empezó a mirar a cada uno sin decir nada.
Luego de un rato, ella habló, empezando a caminar hacia la salida:
- Síganme - dijo y nosotros le hicimos caso
En el camino nos encontramos a Filch, él y la profesora se apartaron un poco de nosotros para que no escuchemos su conversación. Y, claro, juntó a los Gryffindors y a los Slytherins en una banca.
