Mi Vecina

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#lésbico #trio #mhm

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Llevo días que la veo pasar y hasta me oculto detrás de las cortinas para verla. No sé qué tiene esa mujer, pero me revuelca todo.

Ya no podía esperar más, tenía que ir a su negocio y al menos escucharle la voz. Me arreglé, perfume y maquillé parecido a ella a ver si la psicología de verse reflejada en mi funcionaba. Pavlov no me falles.

Acá estoy haciendo la fila, esperando ser atendida por mi vecina. No me pierdo ninguno de sus movimientos y expresiones, esa sonrisa es encantadora.

No debe de pasar de los 25 años, es más bajita que yo, cabello marrón y un corte extraño la mitad del lado derecho con la forma de una estrella mientras que al izquierdo unos flequillos que le llegaban hasta la barbilla, ojos grandes y expresivos color avellana, nariz perfilada y boca gruesa. No lo sé, pero tengo una obsesión con la boca grande, es mi punto débil.

Estaba vestida con una camisa deportiva negra y unos leggins color azul que le resaltaba su cadera y su enorme culo. En más de una oportunidad tuve que disimular ya que era como un imán para mis ojos. Estaba divina, me tenía pensando en mil cosas que quería hacerle, tuve que desviar la mirada, si seguía así mi entrepierna me iba a delatar.

Tenía esa sensación maluca de que te observa, ese peso en la nuca, algo incómodo. Volteé a mirar y vi a su esposo que me tenía entre ceja y ceja con una cara de culo horrible. Traté de disimular un poco porque pensé que estaba siendo muy evidente pero la verdad después me importo poco, además es culpa de ella por tenerme hipnotizada con su belleza.

Al fin me tocó el turno, me acomodé el cabello y le sonreí coquetamente.

- ¿Hola Alice? --arrugó su nariz-- ¿así te llamas cierto?
- Hola Tatiana, si si --conteste nerviosa, ¿cómo era posible que supiera mi nombre?-- ¿muy bien y tú?
- Bien, todo perfecto --dándome una sonrisa que me embobo mientras leía el código de barras-- ¿qué más vas a querer vecina?

No pude controlarme en la mente, me moría de risa pensando en decirle «a usted mamacita» y me perdí imaginando que nos besábamos delante de todos. Noté que me estaba mirando los labios y me sonroje, me espabile y empecé a mirar para todos lados y pedirle lo primero que me encontrar.

- Dos pepinos --rayos, tan fácil me delato, me sonroje--, esteeeee... una libra de tomate, otra de cebolla y 2 piñas
- Claro veci, ya mismo

Se levantó a meter en bolsas lo que le había pedido dejando para lo último los pepinos. De lejos tomó un par en cada mano y los levantó.

- De este tamaño --sonrío-- ¿o más grandes? --arqueando una ceja--
- Así --tragué saliva-- así están bien --respondí nerviosa-- veci

Regresó con las bolsas, se sentó, colocó los productos en las básculas y registró el precio.

- Uff que calor hace acá --se aireó con la palma de la mano--
- Si, este sol no ayuda --tratando de disimular--
- Son $4 con 90
- Acá están --le pagué con un billete de 5--

Ella abrió la caja buscando algunas monedas y mientras levantaba las bolsas le dije.

- Tranquila guarda el cambio
- Gracias veci

Me di la vuelta, respiré hondo tratando de apaciguar los nervios y la vergüenza. Ya estaba casi en la salida.

- Veci --me llamó-- se te quedo esto --levantando los pepinos--
- Que memoria tengo --hice una mueca--

Ella se levantó de la caja y los llevó. Sin que descargara las bolsas, los acomodó con cuidado y al levantarse me quedó al frente, rompiendo todo límite de espacio personal, moviendo su cabello detrás de la oreja y sonriendo.

Entre Fantasía & Realidad #1 (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora