Con la ayuda del respaldo del sillón logré colocarme de pie mientras veía la figura
del alto empleado abandonar la habitación. El dolor que sentía en mi barriga era casi insoportable, como si un toro me estuviera golpeando la boca del estómago con furia en variadas ocasiones.El señor Miracles por su parte soltó una carcajada irónica al mirar los chalecos salvavidas y los lanzó al piso como si fueran basura, sus divertidos ojos volvieron a mi sin perder su gracia. Aunque el gesto no haya sido brusco no pude evitar retroceder un par de pasos por el miedo de ser violentado de nuevo, le quedé mirando con los ojos muy abiertos esperando a que explicara la razón por la cual me observaba de ese modo.
—¡Estos empleados creen que pueden llegar a dar órdenes! —bromeando río, como si yo fuera uno de sus viejos y ricos amigos con los cuales compartía copas de vino y clasistas conversaciones después de cenar —Toma tu abrigo, iremos por Arice y tu madre. —dijo despreocupado dándome la espalda no sin antes decir:—Y espero que lo que ocurrió hace un momento quede entre estas cuatro paredes. ¿Entendido?
Yo asentí obedientemente y tomé el abrigo que había dejado hace algunos minutos descansando en el sofá, a diferencia de mi suegro yo sabía para qué utilizaría mi abrigo. Sabía el destino que el Titanic tendría pues le vi sucumbir ante aquel gigante de hielo que aún me causa escalofríos, por lo mismo decidí tomar uno de los chalecos salvavidas: "Mejor prevenir que lamentar" me dije a mi mismo y seguí a duras penas los pasos de mi suegro fuera de la habitación.
Camino al gran salón nos encontramos con Arice y mi madre, ambas lucían muy preocupadas e inquietas. Sin siquiera necesitar escucharles ya sabía la razón detrás de esos asustadizos rostros que de vez en cuando eran ocultados por temblorosas manos. La de cabello rojizo giró su rostro cuando sintió nuestras presencias acercarse y su cara pareció iluminarse al verme. Feliz y un poco aliviada se abalanzó sobre mí abrazándome por el cuello.
—Harry, amor mío —expresó con voz quebradiza rompiendo el abrazo para tomar mi rostro con sus largos dedos, besando mi boca. Esbocé una falsa sonrisa intentando consolarla con el gesto pues estaba más que consciente que su padre nos observaba desde la distancia. Tomé sus manos con delicadeza, apartándolas de mi rostro con disimulado desprecio. Ella no se percató pues tenía una preocupación mayor invadiendo su cabeza y la de todos en el barco, naturalmente —El señor Andrews, e.el arquitecto naval nos ha dicho que el barco se hunde, Harry...
— ¿Pero qué barbaridades dices? —preguntó su padre interrumpiendo nuestra conversación o más bien el monólogo de Arice. La colorina miró al hombre con ojos asustados, asintiendo con su cabeza, confirmando con ese gesto lo que recién había dicho. —Quizás escuchaste mal, este barco es incapaz de hundirse...
—Está hecho de hierro y acero, le aseguro que puede hundirse. Arice tiene razón— dije mirando a los tres seriamente— El barco se hundirá. Ha colisionado con una masa de hielo enorme, yo mismo le he visto...
Observé cómo el rostro de mi madre perdió el color, supongo que en su corazón aún tenía una pequeña esperanza de que todo fuera una falsa alarma y que podríamos seguir sin problemas con nuestro viaje a Estados Unidos. De un momento a otro abrió sus ojos con fuerza como si hubiera visto el más horrible de los espectros, agitó una de sus manos para llamar nuestra atención sin poder pronunciar palabra. Cuando al fin puedo hablar dijo con a voz ahogada:
—Recuerda —tomó aire mirando hacia el señor Miracles —Recuerda lo que nos dijo el Capitán ese dia que nos mostró el barco...
El Señor Miracles la observaba como si mi madre estuviera completamente loca. La arruga que resaltaba entre sus dos cejas se hundió aún más y una de sus grises cejas se levantó terminando de formar la característica expresión del señor Miracles cuando intentaba degradar y humillar a la persona que escuchaba. Pero algo cambió en esa expresión, su ceja volvió a su lugar y sus celestes ojos se enfriaron pues ya había entendido a lo que se refería su consuegra.