A paso rápido y apresurado me dirigí hacia el enorme baño que tenia en mi habitación, escapando de mi realidad, escapando de mi mismo. Entre en él encerrandome en esas cuatro frías paredes. Mi cuerpo descansó contra la puerta dando un suspiro hondo y temblorosamente débil, mis desordenados rizos que hasta ahora descansaban en mi frente fueron arrastrados hacia atrás por mi fina mano en un movimiento rápido y brusco. Millones de pensamientos invaden mi cabeza, unos peores que otros y al parecer ninguno de ellos me llegaba a tranquilizar, ninguno de ellos lograba estabilizar el pulso o temblor de mis músculos.
Mirándome frente al espejo primero visualice a un chico roto, luego a un chico usado y finalmente ni siquiera pude verme a mí mismo como un humano sino como objeto. Porque eso significaba para Arice, cierto? Un objeto, un regalo que un dia se le antojo y que su querido padre daría la vida por conseguirle. Ella no me ama, no se puede amar a alguien de esa forma tan enfermiza. Miro directamente a mis ojos, rojos e irritados, todo el brillo que ayer tenían había desaparecido como por arte de magia. Sin aviso y sin poder evitarlo.
Que se supone que hare ahora? Qué es lo que me haran ahora? Porque yo no me alejare de Zayn, yo no dejaré de verle, de hablar con él ni mucho menos dejaré de pasar tiempo con el. El señor Miracles no tiene pruebas de nada, lo que su espía escuchó y vio ayer fue solo un par de amigos hablando sobre la fastidiosa prometida de uno de ellos, eso no tiene nada de malo, cierto?
Sonreí, mis problemas se empezaron a disipar como neblina dejándome al fin poder ver con claridad. Pero debía ser cuidadoso, ya habíamos encendido la mecha de la dinamita y el tiempo que se demore en explotar lo decidirán mis o nuestros actos. Habíamos plantado la semilla de la duda en la mente del señor Miracles y desenterrarla era imposible, solo teníamos que evitar que creciera. Y eso implicaba sacrificios.
Por lo menos hasta que este crucero llegue a su destino.
Golpes en la puerta me hicieron dar un pequeño salto recordando por un segundo donde estaba y antes de que preguntara quien era la voz de mi madre retumbó desde el otro lado de la puerta de madera.
-Harry... abre -dijo segundos antes de que le obedeciera. Encontrarme con su rostro serio y un poco preocupado hizo que tomara una sutil bocanada de aire, preparándome para el segundo "round". -El Señor Miracles me ha mencionado lo de ayer, que llegaste muy tarde a la habitación -Pronunció casi en un susurro, cerrando la puerta del baño detrás de ella. -Y que estuvistes con el pobretón en vez de estar acompañando a tu prometida.
Hice caso omiso a su descalificativo pues ya sabía que me intentaba irritar, mi madre me conocía muy bien, tenía muy claro que al enojarme me volvía mucho más honesto y descifrable. Perfecto para sacarme la información que ella estaba buscando.
-Si, la verdad... -respondía muy tranquilo, una tranquilidad que le sorprendió - estábamos conversando cosas triviales y se me hizo tarde, eso es todo. -le vi asentir antes de escucharle añadir:
-Me imagino lo interesante que debió haber sido aquella conversación- gesticulo con ironía y me pregunté a mi mismo cuanto le habrá contado mi futuro suegro sobre lo sucedido hace unos cuantos minutos- Ambos vienen de mundos completamente diferentes y no tienen nada en común, Harry... eso espero. -después de esa frase vino un silencio, uno que llenó la habitación dejándonos a ambos sin oxígeno para respirar, ahogándome en incomodidad. Trate de hacerle a un lado para abrir la puerta y marcharme cuando dijo: -Las sospechas del Señor Miracles...
-Son completamente infundadas, madre. -Sonreí sin mostrar los dientes y abandonando el tema le propuse -Nos vamos a la eucaristia? No quiero llegar tarde para oír la palabra del Señor.
-Si -sonrío de vuelta, como despertando de un pequeño trance- Ya se por quien rezare hoy -murmuró por lo bajo, mas para ella que para mi. Ese gesto demostraba todo lo que mi madre era, una persona irónica, egocentrista, y sigilosa como una serpiente, siempre está arrastrándose en el suelo esperando el momento exacto para hacer su ataque letal, el cual en este desafortunado encuentro he sido yo el mordido.
Después de la eucaristía mi suegro y mi madre acompañaron al capitán para recibir información sobre la bestia de metal que nos transportaba cruzando los mares hacia
Estados Unidos, yo les quería seguir pero mi prometida con un agarre de brazo me detuvo diciéndole a los mayores:-Yo y Harry no les seguiremos -sonrió la pelirroja mirando sospechosamente a su padre. El gesto que él le respondió fue uno propio de cómplices y de pronto supe de todo lo que esto se trataba.
Una prueba de fuego.
La pelirroja nunca soltó mi mano durante todo el trayecto desde el salon a nuestra habitación, cerró la puerta con llave y se giró para mirarme. La mirada que tenía era una que jamás le había visto antes, una mirada de adolescente con las hormonas haciendo lo suyo. Una mirada de deseo y lujuria.
Me paralice al momento que imagine lo que venía y pude escuchar a mi propia mente entrar en pánico por las preguntas que me hacia a mi mismo: Que debería hacer? Correr? No, seria muy obvio. Seguirle la corriente? Llorar? Rechazarla? Decirle que no la deseo y que cuando le cuente a su padre ya no queden dudas sobre mi inexistente hetereosexualidad? Eso pondría en peligro mi vida e incluso la de Zayn. De repente una palabra que ya había pensado unas horas atrás se estanco en mi mente, dejándola en blanco.
Sacrificios.
Sacrificios, pense cuando le sentí abalanzarse sobre mi quitándome la camisa de un tirón, rompiendo un par de botones en el acto. Cerré mis ojos con fuerza intentando imaginar que no estaba aquí, que estaba en otro lugar, que no sentía sus labios intentando abrir los míos, que no sentía su lengua pasar por mi cuello y hombros dejando un rastro de saliva en estos.
Sacrificios, repetía en mi mente al sentirle bajar mediante besos hasta mi ombligo abriendo con manos desesperadas mi cinturón para bajar mis pantalones hasta mis tobillos dejando solo mi ropa interior y una camisa desgarrada vistiendo mi cuerpo. Sacrificios, intente pensar. Sacrificios, déjalo ser, Harry. Hazlo por ti... hazlo por Zayn.
Pero ni siquiera pensar en el ojimiel hizo desaparecer el asco que me daba ser tocado de esa forma por alguien que no me agrada y que todo lo contrario, odio. Le aparte gentilmente intentando esconder mi asco y rechazo detrás de una sonrisa tierna. Ella me miro confundida. Buscando excusas se me ocurrió la perfecta para esta situación
-Este... deberíamos esperar hasta el matrimonio. No crees, amor? -Intente sonar normal pero el temblor en mi voz delató muy sutilmente mis nervios -Tu padre me mataría si se entera que nos saltamos algunos pasos...-decía subiendo mis pantalones lo más rápido que pude. Como si la prenda negra de tela me protegiera de Arice, de su toque.
Arice entrecerró los ojos reflexiva, pensando y analizando muy delicadamente la respuesta que daría. Finalmente dijo: -No tiene por qué enterarse... no te preocupes Harry- intentaba tranquilizarme suavizando su voz, posó sus manos nuevamente en la parte superior de mis pantalones y los jaló para dejarme expuesto una vez más - Te va a gustar, lo demás lo podemos dejar para después del matrimonio. -sus labios besaron mi flácido miembro por encima de la ropa interior y yo cerrando mis ojos y puños con fuerza solo me limite a pensar en una palabra.
Sacrificios.