Capítulo 12.

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–si, en un momento te alcanzo. Veía como se retiraba, movía la cuchara en el plato. –sera mejor que lo tiré en el fregadero así no me hará daño. Veía de reojo que veía la televisión.

Haruka, aplastaba la comida para que no se atorara, se levantaba caminando al fregadero comenzó a tirarlo todo y abría la llave. Mich al escuchar esto volteó, el plato se veía vacío una sonrisa se dibujaba en sus labios.

–los pedazos de la carne no caben, será mejor que los tiré en la basura. Pensaba Haruka.

Lavo el fregadero y quitaba los trozos grandes que no se fueron por el fregadero y los tiraba a la basura, al terminar se quitaba los guantes y caminaba donde está Mich. Quien se recargo en ella y comenzó a besarla.

–no considero que sea bueno que lo hagamos. Se separaba Haruka.

–vamos Haruka, nesesito esto la seguía.

–no Mich será mejor que me retire. Se levantaba del sofá.

–espera Haruka. Veía que se apresuraba a salir del departamento.

Haruka salía del edificio se sentía cansada, se dirigía de regreso a su casa, sus ojos se cerraban agitaban un poco su cabeza para despertarse, se detenía en una de las calles.

–será mejor que me quede aquí a dormir un rato. 

Cerraba sus ojos, despertó por el frío que sentía miraba su reloj eran las 3 am. Encendió el auto, continuó conduciendo hasta llegar a su casa, subió a su habitación y se tumbó sobre la cama volviendo a dormir.

Al pasar de los días los arranques de celos se hicieron más frecuentes Haruka asumió que era por el cambio hormonal así comenzó a justificar todo su comportamiento de ella, Haruka seguía haciendo la limpieza y ahora preparaba la comida todos los días dejó el colegio para ayudar a Mich, su semblante comenzaba a cambiar. Yato sólo veía que ya no llegaba a dormir comenzó a sentirse frustrado al no poder hacer nada. Una llamada entraba a su celular.

–hola, perdona Yato por la tardanza pero tengo lo que pediste.

–si, donde te veo. Veía los árboles como mecían sus ramas.

–En el mismo bar esta noche, a la misma hora no tardes.

–si está bien. Veía su reloj todavía faltaban 4 horas para la media noche.

Haruka salía de la oficina, se sentía fastidiada pero sabía que estaba ayudando a su amiga. Ya comenzaba la época de calor, volteaba viendo los árboles con pequeños brotes de flores. Subía al auto veía sucio el asiento del copiloto, una sensación extraña le llegaba a su pecho.

–¿qué me pasa? Se miraba al espejo, su mirada apenas brillaba, su piel se encontraba pálida. –¿qué estoy haciendo? Golpeaba el volante recostandose en él. Lágrimas salían de sus ojos.

Mariela al escuchar un claxon, se giró viendo el auto de Haruka camino adonde estaba, abrió la puerta y entró. –¡Haruka!

–Mariela qué pasa. Se secaba las lágrimas.

–me dejarías manejar tu auto hoy. Miraba su mirada triste esa no era la persona que había conocido en Escocia.

–si está bien. Se bajaba del auto y le ayudaba a subir.

Mariela veía que se encontraba mal, nunca la había dejado manejar sus autos. –bien dame tu celular. Lo tomaba y lo apagaba.

Conducía a uno de los hoteles cerca de la playa, rentaba una suite con servicio a la habitación, revisaba el celular de Haruka por ese día ella atendería las llamadas, quería que estuviera tranquila. Subieron a la habitación, donde Haruka se recostó sobre la cama escuchando las olas del mar.

En busca del amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora