6. Las apariciones de Elías

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No puede entender por qué ese chico sigue molestándola, creyó que al rechazarlo podría librarse de su tormento, pero las cosas solo han empeorado hasta el punto que le escribe cada día y cada noche. Es un gran problema, uno que no ha podido cortar de raíz. Al llegar a casa, se quita los zapatos que le empezaron a tallar desde la mañana y se acuesta boca abajo en su cama mientras mira el teléfono sin gana y su amiga le habla desde el otro lado de la pantalla. Lleva un suéter azul cielo y el cabello recogido en un chongo del que sale una que otra hebra.

—¿Te sucede algo? no pareces de buen humor.

Hoy ha sido un día difícil, adivina quién me acompaño en la parada.

Camyla lamenta tener que pasar por todo esto y aun mas, pasarlo sin la ayuda de su madre. Envidia esas relaciones Madre e hija que algunos tienen. Desearía poder contarle sus secretos, lo que le ha ocurrido en el día, decirle que Elías la acosa o que ha visitado rectoría el chico del cubo. Desearía salir a comer, hacerse mascarillas, arreglarse juntas o pasar la tarde viendo un maratón de películas, sin embargo, siempre que se siente mal, realmente mal, recuerda que su mejor amiga, aquella rubia con la que habla tras la pantalla, vive con su padre y nunca tuvo si quiera a mínima oportunidad de verla y mucho menos conocerla a la suya.

—No me digas.

—¡Si!

—¡Ese chico es un desquiciado! tienes que hacer algo para alejarlo Camyla ¿Quieres lidiar con él toda tu vida? Mándalo de una vez por todas a la...

Camyla la interrumpe antes de que le salga una palabrota.

—No hace falta recurrir a las groserías. Ya le he aclarado las cosas antes ¿okey? No puedo detenerlo ¡es como una plaga!

—Te entiendo pero, aunque sea insistente tiene que ponerle un stop a todo esto.

—Sabes, entiendo que le gusto y que debe ser difícil para él ser rechazado una y otra vez por mi. Esto es cruel para los dos y no soy capaz de decirle no sé qué cosas. —Se queda un segundo en silencio y retoma la conversación—. y que por mi culpa se sienta mal, simplemente no puedo.

— Ese es el problema, eres muy blanda.

¿Será que eso es lo que la diferencia de Alicia? —Se preguntó mientras la escuchaba—. ¿Ser o no blanda es lo que nos diferencia? Si, es directa, fuerte, valiente y no le teme a nada, es la persona más fuerte que conoce ¿Pero a que costo? ¿Por cuantas cosas pasó para convertirse en lo que es ahora con solo 16 años? —Volvió a preguntarse—. ¿Es solo una fachada o realmente es fuerte?

—Como sea, no quiero hablar más de eso.

Camyla está muy cansada, pero sabe que después de unos días todo volverá a la normalidad, siempre vuelve a la normalidad. Toma su teléfono con la mano izquierda y revisa sus redes sociales. Deja atrás fotos y más fotos de Instagram, una que otra vez se detiene y le pica dos veces para darle corazón a una publicación. Su perfil está lleno de canciones, frases, famosos, dibujos, ropa y fotos de sus actores preferidos. Cuando se marea por pasar tan rápido, cierra los parpados hasta que sus ojos se relajen y vuelve a mirar. En uno de estos lapsos en los que descansa su vista, el típico sonido de una notificación emerge en su teléfono haciendo que se levante de la cama de un salto.

—¿Amiga? —dice temblorosa.

—¿Qué pasa? — Su compañera, que antes estaba mirando hacia el techo con los pies en la pared, da un giro y se incorpora mirando el rostro de Camyla desde su laptop.

—Me acaba de enviar la solicitud de seguimiento en Instagram un tal Esteban Lepez.—Dice Camyla con cierto misterio en su voz. Si es lo que cree, el chico del cubo la ha buscado y ha solicitado seguirla.

—¿Lepez? ¿No es el chico que te mojó en el patio?

—No sé, tú debes saber, tú conoces más ese salón que yo ¿no? ¿Estas segura de que ese es su apellido y su nombre? ¿Son la misma persona?

—A ver, mándame una captura y te confirmo. — Camyla hace lo que le pide su amiga y en cuestión de segundos la chica le envía un mensaje afirmando que es el chico de ultimo grado, ese que tanto ha estropeado su día y que ahora trata de hacer una "tregua".

Camyla no puede creer lo que ver sus ojos, con solo recordar la expresión de ese chico antes de dispararle un chorro de agua en la cara se le sube la presión, no entiende por qué de repente quiere seguirla y mucho menos por qué quiere ser su amigo, sin embargo, no va a ceder tan fácil. Sale de la red social dejando clavada la notificación en su mente y apaga el teléfono sin dudar dos veces. Lo deja tirado sobre la cama y sale de su habitación para cenar.

Aceptó sus disculpas, sí. Pero no significa que quiere ser su amiga y mucho menos que planea conocerlo de verdad, ni siquiera se lo planteó para empezar. Hace unos días era un completo desconocido para ella, además su discurso motivador sobre "disfrutar su último año de escuela" no la ha convencido mucho. Sabe que él es el típico chico que va de un lado a otro sin preocuparse por nada. Seguro su lema de vida es "Vivir cada día como si fuera el ultimo" pero más bien debería aplicar el que pone "Vive y deja vivir a los demás".

El chico del cubo o como a ella le gusta apodarlo, porque llamarlo por su nombre implicaría de alguna manera aceptar que lo diferencia entre la multitud. Lo que no es del todo cierto, es un chico muy diferente a ella o eso es lo que él ha demostrado. Tiene muchos más amigos que ella, sus chistes son de lo peor y el noventa por ciento de sus frases son sarcásticas. Tiene buena apariencia física, por lo que supone que ha de tener dos o tres chicas detrás.

El día anterior Sofía le había hablado de él y aunque fue muy poco, le confirmo el cincuenta por ciento de sus impresiones hacia Esteban. Como fuera, en estos momentos no tiene tiempo de formar una linda amistad con nadie. Hasta que no solucione lo de Elías y sus apariciones, no podrá pensar en otra cosa.

Sus padres llegaron a casa más temprano de lo normal. Se sentaron en la sala de estar y conversaron un buen rato. Después de unas horas llamaron a Camyla y juntos vieron un documental, uno muy corto sobre las abejas y su imperio, la manera en cómo se comunican y su hábitat natural. Después de eso comieron unas Lasagna precocidas y finalmente cada uno se fue a su cama. El día paso sin mayor interés. La mayor parte del tiempo se la paso pensando en Elías y en como lo alejaría para siempre. Se tomó un vaso con agua antes de dormir y se tumbó en la cama.



¿Camyla se dejará llevar por el momento e ignorará la escandalosa solicitud en su teléfono o en cambio, se envolverá en una extraña amistad que comenzó con un par de miradas?

Crónicas de un romance de escuela.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora