11. Un malentendido

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Lunes 29 de Abril de 2019.


En cuanto vió a Esteban entre la multitud se acercó lo más rápido que pudo. Dejó a su amiga atrás para no perder de vista al chico del cubo y lo apartó de su grupo de amigos los cuales silbaron y soltaron risitas mientras se alejaban.

Ubicarse bajo de las escaleras había sido idea de Camyla, había pensado en todo de camino a la escuela. Planeó lo que diría, donde se lo diría y organizo un plan B y C por si las cosas salían mal. Se plantó en frente después de quitarse unos ricitos de su rostro y se aclaró la garganta antes de empezar su discurso. Esteban la miraba fijamente, se veía en sus ojos que trataba de comprender lo que Camyla aún no decía.

—Primero que todo, hola.

—Por lo que veo hay un segundo y un tercero.

—Si—Soltó esquivando su mirada. —Veras, te agradezco por recibir el cubo, en serio. Pero no pretendo aceptar tu oferta de enseñarme a armarlo ni mucho menos, fue solo un error. No sé en qué estaba pensando cuando se me ocurrió enviártelo con Elías. Supongo que fuiste mi excusa perfecta.

—¿Me perdí de algo? —Dice arqueando la ceja.

—¿Cómo?

—Mire señorita, no sé qué cree que hice, pero está equivocada. No sé de qué me hablas.

—¿Esto es una broma? No estoy para juegos Lepez. Llevo toda la semana mortificándome por el cubo de mi amiga ¿Lamento si usarte de excusa te molestó, pero podrías devolverlo?

—Si lo tuviera te lo devolvería ahorita mismo, pero no tengo tu cubo ¿Me puedes explicar que tengo que ver en todo esto? Ahora tengo clases —Observa su reloj en la mano derecha y vuelve a clavar su mirada en Camyla—. Pero si quieres te puedo ayudar más tarde.

Al escuchar a Esteban los nervios se le subieron a la cabeza. Tiene algo en mente y de ser así, sabe que no terminara para nada bien. De acuerdo su plan, para este momento ya debería tener el cubo devuelta. Deja a Esteban plantado bajo las escaleras y empieza a buscar a Elías. Cuando lo ubica leyendo un libro de tapa verde, sin dudarlo un instante camina hacia el con pasos firmes y le toca la espalda.

—¡Camyla!

—¿Dónde está el cubo?

Para este momento la mayoría de los estudiantes han subido a sus aulas y en el primer piso solo quedan Elías, Esteban, Alicia y Camyla.

—Puedo explicarlo. No te enojes.

—¡Pues explícalo!

—Cálmate ¿sí? —Trata de tomarla de las manos, pero Camyla se aleja—. Lo explicaré todo.

—Suéltame—gritó.

—¡Lo perdí! —Dice después de soltar aire por la boca—. El viernes cuando me lo entregaste, iba a llevárselo a Lepez, lo prometo— Lleva la mirada al suelo—. Pero lo olvidé y al llegar a mi casa mi primo pequeño lo encontró entre mis cosas, cuando me di cuenta fue muy tarde, lo había botado. Lo busque por toda la casa, pero nunca lo encontré.

Elías se veía muy apenado y las manos le temblaban. Camyla sabia él era un chico muy susceptible, sin mencionar también lo nervioso que era, así que cuando recobró la calma se sintió culpable. Ver a Elías, su amigo de casi dos metros en esa condición, la hizo sentir la peor persona en la faz de la tierra, se arrepintió de haber reaccionado de esa forma al instante, pero ya era muy tarde.

—Okey— Soltó después de tragar saliva alejándose sin mirar atrás.

Sabía que Esteban estaba siguiéndola. Aunque estaba en completo silencio, sus pasos y sus brazos largos y pálidos se empezaban a colarse en su campo visual.

—¿Estas bien? ¿Que fue todo eso? —Alegó Esteban.

—No fue nada—respondió cortante.

—¿Puedo saber que tengo que ver en todo esto al menos? —La toma del brazo antes de que entre a los baños de chicas.

Ahora que lo pensaba, el chico del cubo tenía toda la razón en quejarse y pedir una explicación. Ella lo había metido en todo esto y ahora Esteban se veía involucrado en una penosa y ridícula situación de la cual no tenía conocimiento hasta hace unos momentos, pero se sentía muy mal como para confesarle todo lo que había hecho mal.

—Después hablamos ¿sí? —Respiró hondo y volvió a hablar—. Te lo contaré todo.

Sola en el baño, mientras escuchaba como se derramaba el agua de la llave, meditaba. Meditaba sobre Elías y Esteban y sobre sus propias acciones. Se miraba al espejo y volvía a humedecer su rostro con el agua helada que corría y corría mientras lidiaba con sus pensamientos. Esos que la perseguían desde la semana pasada y los que la habían nublado por completo.

—Ahora tendré que disculparme con Elías y darle una explicación a Esteban—Dijo frente al espejo—. Todo va de mal en peor.


La jornada paso sin mayor ánimo, durante todo el día Camyla pensó en todo lo ocurrido sin ignorar ningún detalle, trataba de revivir todo en su mente para castigarse a sí misma. Alicia, su mejor amiga, por otro lado, seguía tratando de sacarle alguna frase de la boca, aunque fuera una sola, pero se dio por vencida a medio camino. La inmutabilidad de Camyla la ponía de nervios. No fue hasta que se escuchó por los altavoces "Pueden salir de sus salones y bajar a presenciar esta gran final de campeones ¡No se olviden de apoyar a sus equipos!" que Camyla por fin parecía reaccionar.

Juntas se levantan y siguen a las masas hacia el patio. Este es un partido muy importante, el día hoy que definiría si su grupo o el de ultimo grado ganaran el campeonato de futbol anual que se realiza en el colegio. Sus compañeros se habían preparado mucho y lo sabe porque han pasado y superado cada una de las fases hasta la final, en donde se decidirá cuál de los dos equipos ganará la copa. Generalmente el campeonato se realiza a final de año, sin embargo, los directores han decidido que este año se haga a principios del año escolar y de esta manera, el grado decimo recaude dinero para la fiesta de despedida degrado once.

Camyla y Alicia se sientan en las ultimas bancas donde pueden observar todo el campo y donde hay menos personas. Antes de ubicarse han pasado por la cafetería y han comprado refrescos y frituras.

—¿A quién apoyas? —dijo Alicia sarcásticamente.

—¿A quién crees? —entre cerro los ojos.

—No lo sé, es que en estos últimos días te he visto muy cerca de Esteban—Enuncia Alicia. Antes de perder su atención le lanza una mirada picara.

—¡Ay, por favor! —reclama.

Una trompeta anuncia la entrada de los equipos.

Cada uno de los jugadores entran al campo en orden y se ubican observando a las gradas. Camyla no puede evitar buscar a Esteban con la mirada, sin embargo, cuando lo encuentra, él la estaba observando. Sus vellos se ponen de punta y le empieza a faltar la respiración, casi se detiene su corazón cuando Esteban le regala una sonrisa. Lo único que se le ocurre es voltear y mirar a otro lado.

—No soy una nena ¿Que me pasa? —Piensa en vos alta.

—¿Qué te pasa, te ves nerviosa? ¿Has dicho algo antes? —Pregunta Alicia.

—¿Qué? ¿yo? ¿cuándo? ¡para nada! —Su voz se ha quebrado. Sabe que en algún momento tendrá que enfrentarlo, pero no aún no se siente preparada.

—Jumm—dice pensativa—. No lo sé, te ves algo diferente ¿Me estas ocultando algo?

—Sabes que no. Solo estoy nerviosa por saber cómo terminara el partido. — Miente al instante.


"El partido comienza en 3. . . 2. . .1." se escucha desde los altavoces.

Durante todo el partido Camyla observa al grupo de ultimo grado y se olvida completamente de apoyar al suyo. No es hasta que se encuentran 2-2 e inician los penaltis, que se da cuenta que ha estado tan perdida en sus pensamientos, que se ha perdido casi todo el partido.



¿Nuevos sentimientos florecen a causa de Esteban o solo se trata de una anomalía en la matrix?

Crónicas de un romance de escuela.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora