¿Siempre fuiste tú? 💚 [en proceso] |Draco Malfoy|

15. La torre de astronomía

Han pasado meses, pasé la tortura de estar en casa de mis tíos y los Weasley nos salvaron rompiendo la ventana del cuarto, simplemente fantástico, pero agradezco que mi hermano se haya socializado con ellos, porque de seguro estaría muriendo de hambre porque Dudley está en dieta y eso significa que toda la casa está a dieta.

Me encuentro en un vagón de tren junto a Draco, Blaise y Theo camino a mi 2do año en Hogwarts, como extrañaba esto. Aunque en un punto Draco salió para estar con Crabbe y Goyle.

—¿Donde está la señora de los dulces? Tengo hambre.

Me reí.

—Blaise acabas de comerte la mitad de mi sándwich y una empanada de Theo ¿Cómo haces para no engordar?

—Uno, eso no me llenó, sigo con hambre y 2, tengo metabolismo rápido que es una bendición porque de no ser así estaría más gordo que Hagrid y tu primo juntos.

Me reí de nuevo. Luego mi vista se centra en Theo, ha estado muy callado.—Theo ¿Tienes algo?

Él salió de su burbuja y me miró, su mirada se veía algo triste.

—M-mi madre está muy enferma y-y creo que va a...—sus ojos se cristalizaron.—Fallecer.—soltó con un suspiro para luego llorar.

Blaise y yo lo abrazamos y le dimos ánimos, le dijimos muchas cosas hasta que se calmó, le compramos dulces y cambiamos el tema de conversación.

Llegamos a una estación de tren y nos bajamos para luego montarnos en unos carruajes. Estábamos en la puerta del castillo y Draco no estaba con nosotros.

—¿Esperamos a Draco? —pregunté mirando a todos lados.

—No, aquí estoy.—escuché la voz de Malfoy a mi lado.

—Vámonos que ya quiero cenar. —dijo Blaise mientras nos jalaba de la túnica.

Entramos para pasar directo al gran comedor.

Le quité a Malfoy su manzana de la mano.

—Draco tienes que comer algo más que manzanas.—me guardé la manzana en el bolsillo.—Blaise, aléjalas, quiero que coma algo más.

—Melissa, pareces mi mamá. —bufó el rubio.

—Parece más tú novia que tu mamá. —dijo Blaise mientras reía.

Su comentario hizo que me sonrojara.

—Cállate, Zabini y tú. —miré a Draco.—Come algo, te guardé la manzana, pero come.

Draco puso sus ojos en blanco.

—Que mandona. —murmuró, pero sonreí de lado al ver cómo comía algo más que manzanas.

Terminó el banquete y nosotros bajamos a las mazmorras.

La voz de Draco sonó a mi lado.

—¿Me puedes dar mi manzana?

Solté una risa.

—Mmm... Solo si me atrapas.

—¿Qué?

—¿Aceptas?

—No lo sé, Potter.

—Sabes que te voy a ganar.

Pensó por unos segundos.

—Acepto.

Y corrí con todas mis fuerzas hacia cualquier sitio evadiendo los profesores, sin saber a dónde, pero llegué a la torre de astronomía a la cual me había llevado Draco hace un año, la noche estaba hermosa, pero escuché las escaleras sonar, lo que significaba que Draco se acercó, así que me escondí.