YeonJun posee la misma condición genética que su padre, haciendo que sea un Omega, un Alfa y en cierto modo también un Beta.
Pero siempre rechaza a el lindo omega que va tras de él.
- YeonJun, me gustas.
- Tu a mi no, Soobin.
Si no conoces tu histor...
— No.— dije riendo un poco ante sus preguntas.— Es el lugar a dónde él me llevo a acampar, me pidió que regara sus cenizas ahí.
El asintió en silencio y siguió conduciendo. Yo guarde la carta en mi mochila junto a la caja musical de Donghae y puse la pequeña caja de metal bajo el asiento.
La noche del funeral escribí una canción y me sentía con la necesidad de recrear aquella escena que había echo con el abuelo Lee la primera vez que fuimos al bosque.
Puse la canción y desabroche mi cinturón.
— ¿Qué haces?— pregunto Soobin sorprendiéndose cuando abrí el techo.— ¡Eso es peligroso!
— No te preocupes, solo conduce.— le pedí sin mirarlo.
La canción se escuchó por todo el coche y yo me levanté de mi asiento.
— Por favor, que se detenga, esta pesadilla que sueño todas las noches. Tu mano que está tan cerca, pero tan lejos.— comenzé a cantar en alto.— Dime ahora, ese nombre que flota en mi boca el significado de este triste sueño. Mi mente que está atrapada en un laberinto nostálgico.
— Sálvame
Abrí mis brazos y deje que el aire me golpeara el rostro, cerré mis ojos abrazando aquel vacío en mi interior y tratando inútilmente de reparar esa profunda grieta en mi espíritu y corazón.
— En este sueño eterno que es el más profundo. Mi secreto azul que está dormido. No te vayas rompiéndome el corazón, no te vayas.
— Este mundo roto. En nuestro diario olvidado. Llévame hacia ese secreto.
— Cuando abro los ojos, aquella noche. Aquel día cuando llovio fuego. Esa danza que llamo una pesadilla. Ese ritmo que no se detendra.
— Esta oscuridad que se trago un grito. Esta distancia entre tú y yo está creciendo. Este garabato delante de mis ojos. Me abro paso en mi sueño otra vez.
— Sálvame.— abrí los ojos y terminé de cantar, me volví a sentar en mi lugar.
Tardamos quince minutos en llegar al lugar. Bajamos del coche y encendimos una pequeña fogata. Saque la caja músical de mi mochila y me senté a un lado de Soobin, con la cabeza recargada sobre su hombro.
Abrí la caja y nos quedamos en silencio únicamente escuchando la tranquila melodía que salía de está.
— Te puedo ver...— comencé a cantar, improvisando la letra sobre la marcha.— Aunque no estés frente a mi.
— Te siento...aun cuando no dices nada.Porque creo en ti, aun cuando estoy inseguro.
— Te puedo tocar, aunque no estés frente a mí. Te alcanzo...aunque te hayas alejado.
— Mi corazón siempre baila al recordarte exactamente como en el pasado.
—Quiero ser tu sueño...y por siempre soñar contigo. Juntos...como si nada estuviera mal.Mi corazón se llena de ti.
— Memorias de mi niñez bailan bajo la luz de las estrellas. Aunque ellas desaparezcan lentamente...
— Aun cuando te llamo en el cielo nocturno del silencio oscuro sin respuesta.— Soobin tomo mi mano, la entrelazó con la mía y me envolvió en su aroma.
— Aun cuando te llamo en el cielo nocturno del silencio oscuro sin respuesta...Tengo miedo.
— Tengo miedo a olvidar los momentos mágicos. El cielo nocturno en el cual solíamos pasear.
— Tengo miedo, a que huyan de mi como un sueño.
— En mi sueño, tú camínaste lentamente hacía mí y me dijiste que me extrañas y que con mis lágrimas no debería preocuparme. Me lo susurraste.
— Quiero ser tu sueño y por siempre soñar contigo. Juntos, como si nada estuviera mal.
— Los momentos mágicos...
— El brillante cielo nocturno, en mi corazón se quedarán grabados.
Terminé de cantar y cerré la caja músical.
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