Capítulo 3

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Kali Willow

Luego de que terminara mis bailes, las cosas se pusieron un poco turbias. Había un señor estaba acosando a una de las bailarinas aun conociendo las reglas del lugar. Absolutamente todo el que entra aquí sabe que está prohibido manosear, insultar o cualquier mínima falta de respeto hacia el personal que aquí trabaja y a pesar de saber esto, se puso de mano larga y se propasó con la chica.

A pesar de lo que se pueda creer, esto no es un prostíbulo. El hecho de que las chicas bailen en un tubo no significa que algún cerdo recién aparecido pueda tocarlas cuando se le venga en gana sin su consentimiento. Si la chica dijo que sí o acepto cualquier acercamiento físico con esa persona yo no tengo ningún problema, cosa que en este caso no fue así, por tanto me vi obligada a intervenir.

Odio ese tipo de malnacidos. Esos que creen que por solo ser mujeres les pertenecemos y tienen derecho sobre nosotras, o los que piensan que por usar ropa reveladora los estamos provocando o concediendo el derecho de tocarnos.

Me encantaría que purgaran a esas escorias de la humanidad.

La nena esta, que si mal no recuerdo se llamaba... ¿Anna? ¿Diana? Aaah ya sé ¡Annie! estaba demasiado horrorizada. Aun minutos después de que ese asqueroso se propasó con ella continuaba muy nerviosa y no quería que ningún chico la tocara así que me quedé haciéndole un poco de compañía.

La pequeña pelirroja era una ternura de ojos marrones llena de pecas. Me dio un poco de tiempo para conversar con ella. Desconozco quienes son la mayoría de mis empleados debido a que tengo encargados en cada área, por tanto nunca había oído de ella. Pero sinceramente tiene un aura que te dan ganas de protegerla y siempre estar ahí para ella. Se podría decir que es casi mágico.

Mis encargados de área contratan y vigilan que todo esté en orden y luego me rinden cuentas a mí.

La verdad me dio un poco de curiosidad la chica, aparentaba no más de 20 años y tenía aura de inocencia a su alrededor el cual no es muy común encontrar en personas que se desenvuelven por estos lares. Y no quiero decir con esto que sean una putas, solo que mayormente las chicas con este tipo de trabajo son más desinhibidas y descaradas. Aunque en realidad me encanta que sean así.

Ruidosas y sin miedo a incomodar a más de uno.

Mientras hablamos me contó un poco de su historia, y como la mayoría de mujeres en el mundo, no la tuvo fácil. Vivió sin rumbo durante un tiempo, su condición hacía que o quisieran aprovecharse por su vulnerabilidad o ni siquiera volteasen a verla. Por lo tanto, cuando el tocar tantas puertas en busca de una oportunidad la agotó empezó a buscar otras alternativas.

Una vez que conseguí calmar a la chica por medio de respiraciones pausadas, me di una vuelta breve por el casino. Estaba esperando a alguien, bueno, no era alguien con exactitud, solo era la información de mi próxima carrera.

Información tal como el lugar, día y la hora. Por alguna razón que hasta ahora no me había interesado nunca se me ocurrió averiguar el nombre de quienes las organizaban, algo que seguiría siendo así. A veces es mejor andar a ciegas, soy consciente de que llegará el momento de saber todo aquello que desconozco, pero por el momento prefiero andar a ciegas.

No tengo deseos de involucrarme más allá de lo estricto con esas personas. Al menos no hasta que llegue su tiempo.

Por lo visto esa carrera era una de las más importantes de todo el año. Se llevaría a cabo en el desierto de Alvord, en una semana, correrían de dos en dos, el último que ganara obtendría todas las ganancias.

Las carreras que se llevaban a cabo con solo dos competidores por ronda eran muy poco usuales debido a que llevaban más tiempo de llevar a cabo, así que supongo que pensaron esto muy bien antes de asegurar que así sería.

Dulce Venganza Donde viven las historias. Descúbrelo ahora