15 de Agosto, 2019
Kali Willow
— ¿Entonces me necesitas aquí por qué...?
Liam se levanta de su lindo asiento ejecutivo, con su tan característica sonrisa de "no rompo un plato, por lo cual deslizaras tus panties hacia el piso para mí". Quien lo viera le compra su papel de santo y se come todo el maldito teatro. Una lastima que conmigo no funcione.
El hecho de que luzca como se ve justo ahora hace más creíble su papel de empresario recto e intachable. Con sus casi dos metros, un cuerpo entrenado pero sin ser poseedor de músculos exagerados, sus iris color avellana junto a esos extraños bordes grisáceos que le quedan tan bien, el cabello corto peinado hacia atrás y ese maldito traje azul que le da el toque sexy pero a la vez angelical que hace que quieras gritar: "Domíname. Por favor sé mi papi".
Bien, nunca haría algo por el estilo así que simplemente ignorenlo.
Sería incapaz de decirlo en voz alta, al menos no con todos mis sentidos en función.
—Por favor nena, sabes qué haces aquí. En especial el por qué te necesito. Eres como una jodida caja de pandora modificada, haces tantas malditas cosas que nunca sé para cuál solicitarte. Obviando la parte de que siempre atraes el mal, tu eres el mal.
Sus palabras causan que una media sonrisa surja en mi rostro, porque admitamoslo, el maldito es un buen adulador. Sabe cuando dar en el punto correcto.
Pero sé que con él no puedo bajar la guardia, conozco sus trucos, es como esos malditos depredadores de la jungla que no gastan energía y fuerzas para perseguirte. No, él simplemente acecha y espera a que la presa caiga en su trampa, y yo no pretendo ser su maldita presa.
No hoy, ni nunca en realidad.
Hago una obvia inspección hacia él, ignorando lo anteriormente dicho y manteniendo completa mí mascara digo:
—Al parecer ya no mantienes las andanzas de antes. Me alegro por ti... pero si abandonaste las mañas del pasado, ¿qué diablos hago aquí?
Suspira, queriendo dar a entender lo cansona que le estoy resultando. Que se joda. Se dirige hacia donde estoy situada y me rodea, poniéndose a mis espaldas e inclinándose para susurrarme al oído: —Sabes para que te necesito, pero como al parecer necesitas escuchar las cosas de forma constante te lo recordaré. Necesito tus habilidades al volante, al igual que las de seducción, no olvidemos las de espionaje y tal vez un poquito de esa cosa que haces cuando subes al escenario, eso de— chasquea la lengua en busca de una palabra que encaje con lo que quiere decir—... engatusar e hipnotizar a quien te ve...
Le doy un manotazo para que retire sus manos del espaldar de mi asiento, logrando que regrese al suyo. No me interesa tenerlo donde no pueda ver sus movimientos de forma plena.
»Por si me preguntas: en realidad necesito todo de ti, además de que me hiciste una promesa, ¿necesitas que te la recuerde?
—No. Soy totalmente incapaz de olvidar las promesas o juramentos que hago, no soy una tramposa... como tú.
Maldito pervertido de mierda. Cuando vuelvo a querer hablar para refutar y preguntar para qué necesita mis "habilidades" nota mis intenciones y me interrumpe haciendo que su sonrisa provocativa desaparezca, dándole paso a una expresión de seriedad que no es usual en él.
—Y antes de que preguntes: no te voy a decir para qué las necesito, al menos no ahora. Tienes que esperar a que lleguen los demás. No pienso explicar la misma mierda dos veces.
Cuando termina de hablar se gira hacia el increíble ventanal posado detrás de su silla ejecutiva, el cual brinda una increíble vista del centro de Portland.
Su excentricidad queda revelada por la ubicación de su oficina. En-el-jodido-centro-de-la-ciudad.
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Dulce Venganza
ActionKali no tuvo una vida fácil. Aceptó que su vida nunca sería simple, que siempre había algo por lo que pelear, y vive con ello día a día. Ella cree que por fin podría empezar a vivir en paz, solo participando de vez en cuando en carreras ilegales y e...