Capítulo 4

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Einar Malthe

Había pasado una semana desde el momento en el que coloque los rastreadores en los que supuse que debían ser los vehículos de la chica que me ganó. La organización no me había permitido hacer nada que tuviera que ver con ella.

Ahora con tiempo y la mente fresca cuñado me ponía a pensar en que eso fue una acción precipitada, estúpida e impulsiva, pero de cualquier forma sigo sin arrepentirme. La chica sin quererlo se había metido conmigo y quien lo hace no sale bien librado.

Había muchos rastros que seguir y encargos que completar. No podía siquiera considerar el dejar para último momento estas cosas, por lo que había estado completamente concentrado en ello, pero hoy pienso seguirle el rastro.

Otra vez estoy actuando como un niñato impulsivo sin control sobre sí mismo, pero da igual.

No me puedo permitir olvidarme de esa chica, por eso en este momento estoy revisando la ubicación de cada vehículo, dándome cuenta de que solo uno de ellos se había estado moviendo durante el tiempo que ha transcurrido.

Tiene algunas horas detenida en un local que últimamente ha estado haciendo un poco de ruido en la ciudad por la variedad de servicios que ofrecen según recuerdo se llamaba out of focus, también puedo ver qué días anteriores ha estado yendo y viniendo del local. Tal vez sea camarera en el lugar o algo por el estilo.

Si mal no recuerdo en esta misma semana se estaría abriendo oficialmente al público y mostrándose a los dueños de esta ciudad, o sea nosotros.

—Mira... tormenta, no quiero que pierdas tu mierda ahora, te necesitamos atento en todo momento. Con todo esto de que solo estarás tú en la ciudad por un tiempo requiero que estés alerta. Siempre.

—No creo que estas personas sean una amenaza, no sabemos nada de ellos—. Verbalizo ganándome una mala mirada de su parte—. Pero de todas formas me mantendré atento, de cualquier manera sabes que soy capaz de manejarlo todo yo solo.

—No empiece a joder y haz lo que digo.

—Lo haré, pero recuerda que no eres mi jefe. No te comportes como tal, maldita sea. ¡Y ya lárgate de una jodida vez!

Necesito salir de aquí, siento que me estoy ahogando, no entiendo a qué se debe la maldita sensación pero solo sé que necesito un poco de aire, por tanto me pongo de pie de forma apresurada. Se supone que haría algo antes de irme al club en el que está la desconocida que jodió con mi reputación, pero tal parece que mi cuerpo tiene control propio guiándome al lugar.

Aunque una vez llegué pensé en ir a donde se supone debía estar en este momento la curiosidad me puede, haciéndome irrumpir en un vestíbulo con una excéntrica estatua de una mujer desnuda con los brazos abiertos en medio y varias puertas las cuales supongo que guían a cada distinta parte del club.

Decido elegir una al azar, encontrándome en un ambiente de luces tenues con música baja, por la forma en que se ve el escenario debe estar por empezar algún show, por lo cual me sitúo en uno de los asientos del frente, sin miedo a ser descubierto puesto que dudo que conozcan mi cara y repaso todo el lugar.

Cuando vuelvo a voltear al escenario ya las luces están parpadeando al ritmo de la especie de tambores que suena de fondo, dándole un toque misterioso al ambiente.

Del subsuelo emerge alguien en un tubo dando vueltas y moviendo su cuerpo de forma sensual, sin parecer vulgar, pero aun así siendo sexy. Humo emerge de los alrededores, el cual poco a poco va rodeándola pero sin nunca imposibilitar el que se observe su escultural cuerpo.

Cuando la voz inicia ella deja sus pies en el suelo, la canción cambiando por una que esta vez sí reconozco «River» causando que los movimientos de su cuerpo se vuelvan más fuertes y concisos, como lo amerita el ritmo de la pista.

Dulce Venganza Donde viven las historias. Descúbrelo ahora