KENDALL
Me desperté en la caravana en la que vivía, estaba hecha un asco, tenía botellas de cerveza vacías y ropa sucia por todos lados. Mis padres eran alcohólicos y casi nunca están en casa -si es que a esto se le puede llamar casa- creo que aún no se han percatado de mi existencia... Aunque tampoco es que me importe, estaba bien así.
Pero ese día todo iba a cambiar, vendría la asistenta social y si veía que vivía en malas condiciones me llevaría a una casa de acogida durante un año, cuando cumpliera los 18 ya sería libre.
Salí de la caravana después de recoger todas las botellas d cerveza del suelo, me subí a mi moto y me dirigí a donde todos mis amigos se juntaban.
Cuando llegué vi un montón de motos aparcadas y aparqué la mía al lado. Bajé y dejé el casco enganchado al manillar.
-¡Tío! Las apuestas están a punto de empezar, ¡vamos!- mi amigo Leo y yo entramos al lugar donde se realizaban peleas cuerpo a cuerpo y lo unico que se oía eran gritos y gente apostando, me senté junto a Leo y otros dos más en una mesa donde estaban poniendo dinero sobre la mesa, no sabía de lo que hablaban porque tenía un tema en mente que no me dejaba en paz, la familia de acogida estube un rato pensando hasta que noté una mano en el hombro.
-Kendall, cuanto tiempo- una voz femenina se hizo con mi atención, era Iris, una de las pocas chicas que venían a hacer apuestas, sus padres tenían dinero y siempre estaban ocupados trabajando así que ella venia con nosotros.
Era una chica bastante guapa, con una melena castaña ondulada que le llegaba por los codos y unos ojos azules muy bonitos.
-Hola Iris- me levanté para darle un abrazo. Después, se acerco a los otros chocando puños y haciendo gilipolleces y se sentó para ver las peleas con nosotros.
En nuestra mesa estaban: Leo que era un chico rubio y mi mejor amigo, Dash, otro de mis grandes amigos, era alto como yo y con el pelo castaño, Asher, que era el más bajito, sin contar a Iris, y tenia el pelo negro igual que yo, y luego estaba Iris, la única chica a la que le gustaban las peleas y se juntaba con nosotros, nunca entendería porqué venía, nosotros necesitábamos el dinero de las apuestas pero ella era rica así que no sabía porqué se juntaba con nosotros, igualmente, a veces agradecía su presencia, era divertido estar con ella.
--
Las peleas habían acabado y todos nos habíamos ido a nuestra respectiva casa.
Cuando llegué, la caravana estaba peor que cuando me había ido, empecé a recoger lo más rápido posible, quedaba media hora para que llegara Margaret, la asistenta social, y no quería que viera la casa y saliera corriendo, además si todo salía bien, no tendría que irme con una familia de acogida.
Había pasado media hora, y aún no había podido recogerlo todo pero Margaret estaba en la puerta y no había mucho que pudiera hacer.
Abrí la puerta.
—Kendall —dijo mi nombre en modo de saludo.
—Señora Williams —necesitaba dar el mejor ejemplo que pudiera.
—¿Están tus padres?
—¿Para qué pregunta si ya sabe la respuesta?
—Kendall...Tienes 17 años, necesitas vivir una vida en condiciones, y esto no son esas condiciones.
—Margaret —usé un tono frío porque estaba empezando a perder la paciencia, estaba harto de que la gente me subestimara.
—Kendall, te voy a llevar a una casa de acogida, ya fui a verla y está en condiciones, esa familia podrá ofrecerte mucho más de lo que esta caravana puede hacer.
--
Habíamos llegado a una casa grande, era bastante bonita todo de color blanco y un jardín no muy grande.
Bajamos del coche y Margaret llamó al timbre, salió una señora con el cabello pelirrojo seguida de una chica con el cabello del mismo color, ambas tenían los ojos verdes y un poco de pecas al rededor de sus narices.
Margaret se puso a hablar con la señora mientras mis ojos se posaron en la chica pelirroja.
—¿Verdad, Kendall? —La voz de Margaret me hizo volver a la realidad.
—¿Qué?
—Le estaba diciendo a la señora Harrison lo responsable que eres —eso no se lo creía ni ella pero me limité a asentir.
—Bien, en cuanto firmes ya será tu responsabilidad.
—Genial, una familia de acogida, lo que me faltaba.
Entramos a la casa y era muy espaciosa, la señora Harrison me mostró el que sería mi cuarto y era mucho mas grande que la caravana entera.
—El cuarto de Ashley está al lado, mi habitación está en la otra punta del pasillo, abajo hay un baño, la cocina y el salón, pero cada habitación tiene su propio baño, asi que no creo que se use mucho el de abajo. Siéntete como en casa, Kendall.
Pude ver como Margaret asentía satisfecha y la pelirroja que al parecer se llamaba Ashley ponia una cara de indignación.
Un rato después, la señora Harrison o Patty como prefería que la llamara, se fue a la cocina acompañada de Margaret y Ashley entró a su habitación indignada.
Me reí ante su comportamiento y entré a mi habitación para ponerlo todo a mi gusto.
ESTÁS LEYENDO
Familia de acogida
Teen Fiction¿Qué pasaría si de repente te enteras de que tu madre se ha ofrecido a cuidar a un chico de 17 años? Pues eso es lo que me ha pasado a mí, mi vida ha dado un giro de 180 grados y y ni idea de como sobrellevarlo, ¿alguna idea?