Capítulo 10

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ASHLEY

El fin de semana mi madre dijo que nos tenía una sorpresa y que preparáramos maletas.

—¿Estáis listos? —Pregunta mi madre antes de salir por la puerta de casa con su maleta gigante azul.

—¿Nos dirás ya a dónde vamos?

Se giró de golpe.

—¡Vacaciones familiares a Miami!

—¡¿Qué?! ¿En serio? —ambos quedamos boquiabiertos.

—Claro, he alquilado una casa frente a la playa.

No daba crédito, ¿en serio nos íbamos a Miami? De pequeña soñaba con ir allí, siempre había querido hacer surf.

—¿Podremos surfear? —Preguntó Kendall leyéndome la mente.

—Si no os matáis sí.

Empezamos a meter las maletas en el maletero y subimos al coche.

El camino al aeropuerto transcurrió rápido, Queen y yo íbamos detrás y mi madre conducía.

Hacía mucho que no la veía tan feliz y me alegraba que por fin recuperara esa chispa que perdió tras la muerte de mi padre.

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Tras instalarnos bien en la casa frente a la playa, decidimos aprovechar todo el tiempo que estuvimos ahí.

Empezamos por ir a la playa a hacer surf así que preparamos nuestras cosas y salimos de casa.

En cuanto Kendall, mi madre y yo pusimos un pie en la playa, Kendall se quedó viendo a una chica rubia con gafas de sol, un gorro de paja y un biquini blanco, no la conocía pero estaba segura de que él sí lo hacía.

—Darme un segundo.

Sin darnos tiempo a responder se acercó a la chica que estaba hablando por teléfono y cuando ella colgó y se giró, él la tomó de la mano y se alejaron, no se a donde fueron pero no me gustó.

¿De qué se conocían si podía saberse?

Intenté dejar de pensar en ello y disfrutar los pocos días que podría aprovechar de Miami Beach.

Mi madre y yo estiramos nuestras toallas y pusimos la sombrilla ya que hacía mucho sol.

Puesto que Kendall no aparecía decidí empezar yo. Me acerqué a un puesto que había con tablas para alquilar un par de horas. El chico que al parecer se llamaba Tanner me explicó las reglas básicas y cogí la tabla dispuesta a montar una ola como hacían en las películas.

—¿Vas a empezar sin mí? —Kendall me sorprendió por detrás y reí.

—¿Qué hacías con esa chica? —He de admitir que estaba un poco celosa, aunque no tuviera ningún derecho de estarlo.

—Es una vieja amiga, voy a por mi tabla, espérame en el agua —me guiñó un ojo y se fue hacia el puestecito donde estaba Tanner limpiando una tabla.

Le hice caso y me fui para el mar con la enorme tabla azul claro.

Estuvimos un rato surfeando, o en un intento de ello, debido a que la gente tenía sus propias tablas y nadie pasaba por el puesto de Tanner se unió a nosotros, la verdad es que era un chico muy amable, era rubio, con la piel bronceada de estar todos los días en la playa, tenía los ojos miel y estaba en plena forma, Kendall lo pilló rápido y Tanner era un experto en el surf así que acabaron riéndose de mí ya que cada vez que conseguía ponerme de pie en la tabla venía la ola y me derribaba, tenía un pésimo equilibrio.

Debido a que no lograba mantenerme en pie en la dichosa tabla decidí rendirme y salir a tomar el sol. Dejé la tabla cerca de la orilla y fui a por mi toalla.

Unos cinco minutos después Tanner salió a hacerme compañía —Kendall estaba tan emocionado con el surf que se negaba a dejar escapar una ola—, mi madre había ido a casa para hacer la comida y yo me quedé hablando con Tanner. Resultó ser un chico encantador, que pena que en unos días ya no volvería a verlo.

—Tengo que irme, hay clientes —ambos miramos al puesto de tablas y había una pareja allí esperando por Tanner.

Me despedí de él y seguí tomando el sol.

Familia de acogidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora